La Universitat de Barcelona (UB) ha suspendido cautelarmente al catedrático emérito Ramón Flecha, de 73 años, después de recibir a once testimonios que relatan una serie de conductas "muy graves" de carácter sexual, vejatorias e intimidatorias que, "si se confirman, podrían ser delictivas". Los hechos, presuntamente, pasaron hace años, cuando eran becarias, estudiantes o doctorandas del grupo de investigación CREA, especializado en violencia machista, que Flecha dirigía. Según la versión de las afectadas, durante estos años sufrieron coerción sexual, abuso de poder y control emocional. A raíz de una publicación a principios de julio en varios medios, que destapaba el caso, la UB afirma que se puso en contacto con las presuntas víctimas. El 11 de julio, la institución recibió la "denuncia formal" de las abogadas que representan a las mujeres que apuntan tanto a Flecha como a otros miembros del grupo de investigación.
Aparte de suspender al catedrático emérito de funciones, la UB ha iniciado un proceso de información previa, uno de los protocolos previstos para situaciones de este tipo. Aparte, y teniendo en cuenta la "complejidad" de los hechos denunciados, se designará una comisión que será la encargada de la investigación. La formarán tres especialistas, internos o externos, con "formación específica en violencia de género y acoso institucional".
Comportamientos "intolerables"
Según el comunicado oficial de la UB este lunes, 11 personas han declarado, a través de sus abogadas, haber sido víctimas de comportamientos que se han calificado "de intolerables y contrarios al código ético", y que si se confirman "podrían ser constitutivos de delito". La semana pasada se produjo un encuentro entre los abogados de la universidad y los de las denunciantes. Aparte de abrir una investigación, otra de las medidas ya adoptadas ha sido la cancelación del congreso internacional European Conference on Domestic Violence, que se tenía que celebrar el mes de septiembre en el edificio histórico de la UB, espacio que el rectorado les negó hace unos días, y pedir al CREA que lo organice fuera del campus. La UB también ha decidido la desvinculación informática, a pesar de que el grupo no pertenece a la UB desde 2020. La UB también ha comunicado que no participará institucionalmente en ninguna actividad relacionada con CREA ni con las personas denunciadas, y ha iniciado una revisión de las redes sociales de la institución para poder detectar posibles vulneraciones del código ético.
El comunicado de la UB asegura que "la consternación es absoluta" y expresa el compromiso de actuar "sin demora y con contundencia" para aclarar los hechos y depurar responsabilidades. Además, según apunta El Periódico, el centro ha ofrecido a las denunciantes todos los recursos "técnicos, legales y psicológicos necesarios para su acompañamiento y reparación". La UB puntualiza que el profesorado emérito, como es el caso de Ramón Flecha, desarrolla un máximo de sesenta horas anuales de docencia presencial. La docencia tiene carácter voluntario y tiene que ser preferentemente de posgrado. También puede dirigir tesis doctorales y trabajos de finales de grado y de máster, e impartir seminarios y formación continuada. Puede formar parte de grupos de investigación —en este caso el CREA—, participar en convenios con empresas e instituciones públicas, y llevar a cabo otras tareas de investigación de la universidad.
Acusaciones de abusos
El caso explotó hace dos semanas, cuando un grupo de 14 mujeres envió una carta al rector de la UB, Joan Guàrdia, explicando el caso y exigiendo medidas para aclarar la situación. Una de estas mujeres explicó las situaciones a las que hicieron frente durante el tiempo que colaboraron con Ramón Flecha. Algunos de los testigos, explicaban que entre sus tareas había: prepararle la maleta, plancharle camisas, limpiar el baño de su casa, lavar los platos, hacer la compra durante un viaje de trabajo, lavar su coche o dormir donde él estuviera porque no se quería quedar solo. Al menos seis de las denunciantes explican que Flecha desplegó un comportamiento manipulador para mantener sexo con ellas y les pidió masajes mientras él tenía una clara situación de superioridad jerárquica. En algunos casos, él era el director de tesis de alguna de ellas, y en otros, formaba parte del tribunal que juzgaba su trabajo de investigación para convertirse en doctoras.
Pocos días después, el catedrático negó todas las acusaciones y aseguró que "son totalmente falsas y fruto de una perversa fabulación basada en el anonimato". En un comunicado, Flecha afirmaba que "ni yo ni la UB hemos recibido ninguna denuncia". "Ante acusaciones falsas y calumnias inventadas, me encuentro totalmente indefenso y con la reputación muy afectada sin motivo real", ha asegurado Flecha, que pide a los medios una rectificación de una "noticia falsa" que atenta contra su derecho al honor y la dignidad. "Al mismo tiempo, pienso emprender las acciones pertinentes para restablecer mi derecho constitucional a no ser acusado en falso", avisaba Flecha. "Siempre escucho, creo y doy apoyo a todas las víctimas de violencia de género y abuso de poder, nunca llamo víctimas a los que agreden a las víctimas", concluía.