Bastan solo ocho semanas de buenos hábitos alimenticios y de una ingesta adecuada de frutas y verduras para que nuestra salud cardiovascular ya experimente beneficios. Según una nueva investigación publicada en Annals of Internal Medicine, después de este tiempo, hay una clara reducción en el riesgo de daño cardíaco.

Para llevar a cabo el estudio, se establecieron tres grupos de personas. Uno primero con una dieta inadecuada, uno segundo en el que se incluyó la ingesta de frutas y verduras y uno tercero que siguió la dieta DASH, una alimentación que se estableció para las personas con problemas de hipertensión y que ha demostrado ser una de las más beneficiosas para el organismo junto con la mediterránea.

Fonendoscopio

Las personas que pertenecían a los dos últimos grupos, al cabo de ocho semanas, presentaron unos parámetros que se traducen en un mejor riesgo de enfermedad cardíaca en lo relativo a presión arterial, colesterol y triglicéridos.

El problema al que se enfrentan muchas personas a la hora de realizar este cambio es que pasar de una dieta rica en grasas y carbohidratos a una basada en frutas, verduras y otros alimentos integrales, es una propuesta que suele costar mucho de asumir de un día para otro, pues se han desarrollado una serie de hábitos y este tipo de comida es muy adictiva.

Por eso, los expertos proponen que, si alguien está pensando en hacer el cambio, es mejor asumirlo como una serie de pequeños pasos en lugar de una montaña para escalar. Y un cambio de mentalidad: pensar en los alimentos como medicamentos y crear un método de refuerzo en el que este tipo de hábitos saludables tengan alguna serie de recompensa.

Las verduras son ricas en fibra, vitaminas y minerales. Además, la mayoría de las verduras tienden a ser naturalmente bajas en azúcar, sodio y grasas. Muchas variedades también pueden ser muy hidratantes debido a su alto contenido de agua, que puede variar del 84 al 95%. Además, contienen antioxidantes y otros compuestos vegetales beneficiosos que ayudan a combatir los radicales libres que dañan las células. Suelen tener pocas calorías, pero al ser ricas en fibra sacian antes y durante más tiempo, por lo tanto son muy aconsejables para perder peso.

Manzanas

En cuanto a las frutas, la composición de nutrientes varía mucho entre los diferentes tipos, aunque todas son ricas en vitaminas y minerales como la vitamina C, potasio y ácido fólico, además de grandes cantidades de fibra. Además, al igual que las verduras, están cargadas de antioxidantes, que ayudan a retrasar el envejecimiento y reducen el riesgo de enfermedad. Eso sí, tienen un contenido calórico más elevado y más azúcar, por lo que su consumo debe ser algo más moderado que el de las verduras. Y siempre optar por tomar las piezas enteras en lugar de hacer zumo, porque pierde la fibra y pueden provocar picos de insulina debido al incremento del nivel de azúcar en sangre.