Hace ya semanas que ha arrancado el curso político y el Gobierno no tiene en el horizonte ninguna gran ley estrella pendiente de aprobarse. Con una fragilidad parlamentaria cada vez más sangrante, el ejecutivo de PSOE y Sumar es incapaz de marcar una agenda propia. El Congreso de los Diputados ha tumbado a Pedro Sánchez y Yolanda Díaz la reducción de la jornada laboral de 40 a 37,5 horas, así como la delegación de las competencias en inmigración a la Generalitat pactada con Junts. La Moncloa no tiene buenas expectativas de cara a la aprobación de los próximos presupuestos generales del Estado, así como la reforma de las carreras judicial y fiscal que impulsa el ministro Félix Bolaños; ni tampoco el pacto de estado climático propuesto por el máximo líder socialista. Del mismo modo, no podrá blindar el derecho al aborto en la Constitución si el PP sigue estando en contra de ello. Mientras sigue creciendo la asfixia por los casos de corrupción en torno a Sánchez, la única carpeta que se mantiene constante en el tiempo —su único caballo de batalla ganador— no es de política interna. Sánchez ha querido erigirse en paladín de Palestina y está dispuesto a agarrarse a la estela de la Flotilla teniendo ahora mismo una legislatura embarrancada.
Pero incluso cuando Sánchez quiere aterrizar esta cuestión en la política estatal, los nervios irrumpen en la Moncloa. Esta próxima semana se votará en el Congreso la convalidación del decreto ley aprobado hace dos semanas para consolidar el embargo de armas a Israel. Una vez más, los apoyos no están garantizados. Esta vez, Junts per Catalunya sí ha avanzado el sentido de su voto. Avalará la medida y se mostrará a favor de su tramitación como proyecto de ley, lo que permitiría a los grupos parlamentarios de la cámara baja añadir enmiendas. El problema para Sánchez, esta vez, son las formaciones de izquierdas.
Las formaciones de izquierda, el escollo de Sánchez para aprobar el decreto de embargo de armas a Israel
Esquerra Republicana, por ejemplo, mantiene en el aire el sentido de su voto. Esta formación considera que el embargo impulsado por Sánchez es incompleto e insuficiente. Fuentes de este grupo parlamentario denuncian a este periódico que el texto no garantiza un embargo real porque deja la puerta abierta a mantener relaciones militares con Israel. Esto se debe al punto más polémico del texto aprobado por el Consejo de Ministros hace casi dos semanas: el Gobierno español se reserva la posibilidad de acordar excepciones puntuales con la excusa de si la 'seguridad nacional' se encuentra en riesgo. La formación liderada en Madrid por Gabriel Rufián también considera que es necesario romper relaciones con las empresas que venden armamento o material militar a Israel y que operan en el Estado español. La semana pasada, en declaraciones a los pasillos del Congreso, Rufián no avanzó el sentido del voto de los republicanos en la convalidación del decreto ley. Sí que dijo que, en caso de que el texto pase por un periodo de enmiendas en la cámara baja, los republicanos intentarán mejorarlo.
Pero el PSOE aún necesitaría igualmente convencer a Podemos de avalar el decreto con, como mínimo, una abstención. Esta semana, los morados han advertido al Gobierno de que tendrá que rectificar y rehacer el decreto si quiere contar con su apoyo; aún no indican cuál será el sentido de su voto. Ione Belarra, secretaria general del partido, ha señalado que la redacción actual "no sirve para nada" y que el decreto es un "coladero". Ha llegado a advertir que la fórmula de tramitarlo como proyecto de ley no les vale porque durante esta legislatura todos los decretos que han llegado bajo esta fórmula han acabado "durmiendo el sueño de los justos" en la cámara baja.
El abandono a la Flotilla delata nuevamente la guerra de fogueo de Sánchez contra Netanyahu
Aunque Sánchez utilice Gaza y se apropie causas ajenas como la manifestación en Madrid por La Vuelta ciclista a España o la Flotilla, hay ocasiones en que su guerra contra Israel es, sencillamente, de fogueo. La mayoría de iniciativas impulsadas por el presidente del Gobierno contra Israel en el último año son meramente simbólicas; como reconocer el Estado de Palestina o pedir que se vete a este país de competiciones deportivas internacionales y de certámenes como Eurovisión. Incluso hace unos meses, cuando el Congreso de los Diputados dio el primer paso para aprobar una ley de embargo de armas a Israel, el entorno de la ministra de Defensa, Margarita Robles, advertía que sería inviable cumplirlo y que los socialistas, sencillamente, habían adoptado una posición “simbólica”.
Ahora Sánchez da un paso más allá. Ya se refiere a la masacre indiscriminada de civiles palestinos como “genocidio” y ha acelerado la puesta en marcha de este embargo con un decreto ley. Pero la queja de los socios de izquierda radica en este precepto que permite al Gobierno hacer excepciones en el embargo de armas. Esta semana, además, Sánchez ha acabado abandonando la Flotilla en alta mar. Una semana después de anunciar que enviaba un barco militar para acompañar y asistir al grupo de naves humanitarias, el Gobierno ordenó al ‘Furor’ no adentrarse dentro de las aguas controladas por Israel para evitar un choque armado con el país de Benjamin Netanyahu, cosa que ha permitido que el país hebreo interceptara sin problema la Flotilla.