La proyección exterior de Catalunya era una de las obsesiones del president Jordi Pujol. En 23 años de Govern, Pujol protagonizó alrededor de 400 viajes oficiales, la mayoría a Europa, pero también al resto del mundo, desde América Latina hasta Japón, donde le recibió el emperador Akihito, o Estados Unidos, con un encuentro con photo opportunity con el presidente George Bush. No fue fácil, porque la proyección de Catalunya y de su president activó desde el primer momento las alarmas del gobierno español y dio pie a no pocos conflictos. Pasqual Maragall y José Montilla mantuvieron el interés por la proyección de Catalunya con viajes oficiales más allá de sus fronteras. También Artur Mas, pero a medida que el procés independentista empezó a tomar cuerpo, las reticencias del ministerio de Exteriores se dispararon hasta la alerta máxima.
Con el procés en plena ebullición los palos en las ruedas contra la acción exterior de la Generalitat fueron constantes, y sin tapujos. Con Carles Puigdemont el control del ministerio y las embajadas se extremó, en un intento de frenar la explicación al mundo de las aspiraciones independentistas del Govern. En abril de 2017, la intervención del ministerio de Exteriores ante el gobierno de Marruecos consiguió anular toda la agenda programada en un viaje conjunto de Catalunya y Flandes con empresarios, lo cual obligó a cancelar la visita pocos días antes del inicio. Las presiones del ministerio y las embajadas continuaron con las salidas protagonizadas por Quim Torra, que convivió con un enfurecido Josep Borrell en el ministerio de Exteriores. Con la llegada de Pere Aragonès -y la salida de Borrell del gobierno español- la tensión con el ministerio se relajó considerablemente, aunque la interlocución seguió siendo complicada.
El Govern de Illa
Esta dinámica ha cambiado con la presidencia de Salvador Illa. La sintonía entre Illa y Pedro Sánchez es muy estrecha y la colaboración del gobierno español ha sido absoluta y ha resultado clave en viajes especialmente complejos, como el de China. Las polémicas se han acabado y el discurso de la Plaça Sant Jaume se ha sincronizado con el de la Moncloa. Ya no hay tensiones públicas, persecuciones de los embajadores, salidas secretas para evitar obstáculos, o conflictos de banderas. En los viajes de Illa no hay banderas, son periplos con un objetivo eminentemente económico y comercial, y en ocasiones de proyección cultural, pero no de reivindicación nacional.
A esta buena disposición del ministerio de Exteriores con el actual gobierno de la Generalitat se suma una vena viajera de Illa y, de nuevo, la fijación por tener presencia en el exterior, pero también por intervenir en debates globales como el cambio climático o los conflictos de Gaza y Ucrania. El president ha protagonizado desde que tomó posesión el 8 de agosto del año pasado, 11 viajes fuera de las fronteras del Estado, según el recuento del ejecutivo. "Catalunya ha vuelto al mundo con toda la ambición", proclamó Illa en el debate de política general este 7 de octubre, donde aseguró que su gobierno irá "a buscar las oportunidades y el progreso allá donde haga falta" y que, por esta razón, la Generalitat abrirá "nuevas delegaciones en China, Canadá y el Mediterráneo Oriental (Jordania)". Teniendo en cuenta que en estos 14 meses de gobierno ha habido los dos paréntesis obligados por las vacaciones de agosto, el balance de Illa sale a casi un viaje mensual.

El primero fue a Bruselas. Toda una declaración de intenciones. Illa viajó en noviembre del año pasado a la capital belga, cuando acababa de superar la barrera de los 100 primeros días. Allí se reunió con la presidenta del Parlamento, Roberta Metsola, y la Generalitat participó, por primera vez en mucho tiempo, en la reunión del Comité de las Regiones. Illa acudió también a la reunión previa que celebran los presidentes autonómicos españoles que participan en el Comité de las Regiones. Era la primera vez que los habituales de la delegación española veían a un presidente de la Generalitat en ese encuentro, donde el lehendakari vasco tampoco se prodiga.
El centro de atención de aquel primer viaje, sin embargo, no fueron las instituciones europeas sino el hecho de que Illa descartara reunirse con el president en el exilio, Carles Puigdemont. Illa ha vuelto dos veces más a Bruselas, la última, el dos de septiembre de este año. Aquel no fue un viaje sobre proyección exterior del Govern, sino que sirvió para mantener finalmente la esperada reunión con Puigdemont, que se celebró en la delegación de la Generalitat ante la UE.
Tras años en que el Estado español se ha encargado de cerrar el paso de los sucesivos Governs independentistas a los despachos de Bruselas, en la Plaça Sant Jaume se subraya que hoy el Govern tiene "una relación buena y fluida con la Comisión Europea y el resto de instituciones europeas", después que el president se ha reunido en dos ocasiones con el presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa, y ha celebrado ocho reuniones con comisarios europeos.
Illa y el Papa
Illa ha viajado también dos veces a Italia. La segunda, a comienzos de este mes de octubre para participar en los actos organizados con motivo del Milenario de Montserrat, y para mantener un encuentro con el Papa León XIV durante el cual le invitó a visitar Catalunya con motivo del centenario de la muerte de Antoni Gaudí y la coronación de la torre de Jesús de la Sagrada Familia. El pontífice se convirtió en el primer jefe de Estado que recibía al president. Y tampoco este hecho fue casual, dado que Illa, que no esconde su condición de católico practicante, demostró gran interés en que este encuentro fuera posible.
La anterior visita a Italia había sido en el mes de abril para asumir la presidencia rotatoria de los llamados Cuatro Motores para Europa, que agrupa la región francesa de Ródano-Alpes, la alemana Baden-Württemberg y la italiana de Lombardía. Se trata de una asociación de cooperación interregional constituida durante el gobierno de Pujol y que Aragonès también intentó recuperar. Desde el Govern se asegura que con el actual ejecutivo "se está dando un nuevo impulso" a este tipo de grupos estratégicos.
Illa y Carlos III
El presidente de la Generalitat también ha viajado dos veces a Londres en estos 14 meses de Govern. El último fue a mediados de octubre para participar en el palacio de Saint James en una convocatoria de la Circular Bioeconomy Alliance, con la que la Generalitat ha establecido un acuerdo de colaboración para promover iniciativas de lucha contra el cambio climático. Fuentes del Govern informaron que en el marco de este evento, Illa había mantenido un encuentro con el rey de Inglaterra, Carlos III, fundador de la entidad.

Unas semanas antes, el 25 de septiembre, Illa había viajado a la capital británica para mantener una reunión con empresarios y participar en una cumbre de Apple sobre la aplicación de las nuevas tecnologías en el ámbito de la salud.
Perpinyà y la polémica
El Govern contabiliza también en el capítulo de proyección exterior el viaje que Illa hizo a la Catalunya Nord el pasado 7 de marzo, durante el cual visitó la escuela Bressola en Perpinyà y participó en un homenaje a los exiliados republicanos en Argelers. Aquel viaje acabó abriendo un frente al Govern después de que el entonces responsable de la Casa de la Generalitat en Perpinyà, Christopher Daniel Person, se negara a utilizar el término Catalunya Nord y, tras semanas de polémica con comparecencia parlamentaria incluida, acabó siendo destituido.
El segundo viaje de Illa al Estado francés fue a París el 12 de septiembre de 2025 para pronunciar una conferencia en la Sciences Po y reunirse con la alcaldesa de la ciudad, la socialista Anne Hidalgo.
Japón, Corea y China
Más allá de Europa, Illa ha viajado a Asia. De hecho, el Govern dispone de un plan específico para este continente que el ejecutivo considera como el principal polo estratégico para las empresas catalanas. El president aterrizó en mayo en Tokio para hacer una gira por Japón de cinco días, que incluyó Osaka, Kobe y Kioto, y que se cerró con una escala también a Corea. Aquel viaje, se vio precipitado por la Exposición Universal de Osaka, donde se celebraba la semana de Catalunya dentro del pabellón español, y aportó escasos resultados tangibles, aunque el Govern no se cansa de repetir que el objetivo de estos primeros contactos es "sembrar y regar, no recoger".

Dos meses más tarde fue China, el destino del viaje oficial, con visitas a Pekín, Shanghai, Wuhu y Hefei. En China, donde el Govern anunció la apertura de una nueva delegación en el exterior, el president siguió, como él mismo explicó los pasos marcados por Pedro Sánchez en su vínculo con esta potencia asiática. Illa no dudó incluso en zambullirse en la polémica provocada por los contratos del gobierno español con Huawei para almacenar escuchas judiciales a pesar de las advertencias de la UE sobre el riesgo de espionaje de China y mantuvo en Pequín un encuentro con responsables de esta empresa. Tanto el viaje a China como el anterior de Japón tuvo un marcado acento económico y empresarial y contó con el apoyo de la Cámara de Comercio.

El próximo destino de Illa será América Latina, "con quien Catalunya tiene lazos históricos y también es un objetivo prioritario en el ámbito económico para abrir nuevos mercados", según fuentes del Govern. Desde el ejecutivo se asegura que el balance que se hace de los viajes es que Catalunya "ha recuperado la visibilidad en el mundo, pero también el prestigio y la credibilidad". En este sentido, no esconden la colaboración con el ministerio "en beneficio de Catalunya", argumentan que "el president tiene la firme convicción de que colaborar suma" y que "los viajes se organizan siempre en colaboración con todo el mundo".
La conclusión, en cualquier caso, es que Illa dispone de un apoyo con el que no contó ninguno de sus predecesores, gracias a una sintonía con la Moncloa que no pudieron tener ni Pujol ni mucho menos los presidents vinculados al proceso independentista, pero que ni siquiera consiguieron Maragall, embarcado en un tenso debate con el Estatut, o Montilla, que alertó sobre la desafección de Catalunya respecto a España. A este apoyo, además, se añade una apuesta clara del Govern por la proyección exterior, como uno de los principales retos del ejecutivo para proyectar la economía catalana. Es difícil que Illa pueda acercase a la marca de los 400 viajes de Pujol, pero ha dejado claro que piensa aprovechar todos los resortes que su buena sintonía como la Moncloa de Pedro Sánchez pone a su alcance. Como mínimo, mientras funcione el manual de resistencia.