El diario El País publica el blog Hechos, dedicado a "desacreditar historias falsas, comprobar si son verdaderas las afirmaciones de políticos o figuras capaces de influir en la opinión pública (...) y evitar que pasen por ciertas noticias incorrectas e inexactas", según explica el mismo blog. Este viernes titula "Marta Rovira miente: no se exilia, se fuga" y, con patriótica exaltación, enmienda la plana a la carta donde la secretaria general de ERC explica por qué se ha marchado a Suiza.

Según Hechos, Marta Rovira debería decir que "huye como presunta culpable de un delito de rebelión" contra una democracia "firmante de todas las convenciones sobre Derechos Humanos y libertades de la ONU y de la UE [que] garantiza la libertad de expresión" y, por lo tanto, no se "exilia para poder ejercer libremente su libertad de expresión [...] sino que huye para eludir las posibles consecuencias judiciales de sus actos". (Entre nosotros: "ejercer libremente la libertad de expresión" tiene fuerza eh. Como si pudiera hacerse de otro modo).

Menuda comedia del orgullo herido. El primer hecho que Hechos no respeta es el mismo texto de la carta de Rovira y el significado de las palabras que utiliza. La exdiputada usa el verbo "sentir". Siente "tristeza", siente "su libertad de expresión censurada", siente "su libertad limitada", no se siente "libre".

Sentir. Ninguna de las catorce acepciones de este verbo en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española le da otra significación que manifestar un estado de ánimo, una emoción más o menos racionalizada, y subjetiva. Es decir, la carta de Rovira no contiene datos científicos ni formula proposiciones demostrables empíricamente o conceptos verificables jurídicamente. Tomársela así, como pretende el blog, es de risa si no fuera por la penosa situación de la exdiputada y la cruel frialdad con que El País trata sus sentimientos, libres y personales, pretendiendo imitar la objetividad y el rigor del lenguaje de la ciencia.

La razón es simple: no hay en la carta ningún hecho verificable. ¿Cómo se verifican los sentimientos, de los que no se predica verdad ni mentira? Mentir implica la intención de engañar. ¿Cómo conocen la intención de Marta Rovira (o la de cualquiera, para el caso)? Pues de la misma manera que podemos conocer la intención de El País al publicar este análisis pseudocientífico. De ninguna. Con el pretexto de verificar unos hechos inexistentes, se atribuyen a Rovira ideas o intenciones inconfesables. El error es de párvulo: Hechos toma una suposición propia como un hecho sin probarla.

Y así todo. Ni dos líneas explicando que el único que ve rebelión y sedición en este caso es el instructor, cuyas decisiones han sido cuestionadas por más de 120 juristas españoles, entre los cuales José Antonio Martín Pallín, Javier Pérez Royo o Joan Josep Queralt. Claro que eso no lo explica todo, pero ayuda a entender que Marta Rovira hable en su carta de unos "tribunales de que intimidan y que aplican —descaradamente— criterios políticos", como motivo de su marcha a Suiza.

Quizás este pretendido fact-checking demuestra, más que voluntad de aclarar nada, son las ganas que le tienen a Marta Rovira (o al independentismo), o de contribuir al relato gubernamental español.

El blog concluye diciendo que el presidente Puigdemont y los consellers Comín, Puig, Serret y Ponsatí "son huidos, que no exiliados". Veamos. Los cinco se fueron a Bélgica antes de que los citara el juez español. Cuando los citó, vía euroorden, acudieron a los juzgados belgas a ponerse a disposición de la justicia. El juez retiró la euroorden por miedo a que le tumbaran, mira por dónde, los delitos de rebelión y sedición. Los liberaron y nadie, hasta este sábado, los ha reclamado. Puigdemont ha viajado a Dinamarca, a Suiza, a Finlandia. Ponsatí está en Escocia, ha viajado a Alemania y Austria. Con respecto a Anna Gabriel, el gobierno federal suizo ya ha dicho que no la extraditarán por un "delito político". Etcétera. Por lo que se ve, con los hechos en la mano, parecen de todo excepto fugados.

Hechos tiene preferencia por el procés independentista. Desde su nacimiento le ha dedicado 28 piezas, el tema all que más. Sólo por compararlo, ha dedicado cinco piezas a verificar afirmaciones del gobierno español. Además, algunas de las dedicadas al proceso son fabricaciones, como la que atribuye a un indepe la trola del juez de la Audiencia Nacional muerto misteriosamente, una superchería recurrente hecha correr por conspiranoicos de todos colores. Por otra parte, la mayoría de las dedicadas al gobierno español tienen que ver con asuntos menores o antiguos, como el petrolero Prestige o aquella donde se alecciona Rajoy que el parlamentarismo "no nació en el Reino Unido sino en León", cuestión decisiva para la paz y el progreso del mundo contemporáneo. (Y ni eso. Encima, Rajoy tenía razón porque hablaba del parlamentarismo moderno). Etcétera.

¿Quieren casos merecedores de un buen fact-checking? Uno viejo es el del ministro Dastis tildando de fake news los vídeos de la represión del 1-O. Otro, de esta misma semana, es la afirmación de Rajoy que el 1-O no hubo "violencia gratuita" o, de este mismo viernes, las comparaciones fantásticas del juez Llarena a su auto. Por lo visto hasta ahora, sin embargo, es recomendable ponerse cómodo.