El 13 de febrero de 1994, el Barça entrenado por Johan Cruyff perdió por 6 a 3 contra el Zaragoza de Víctor Fernández. Faltaban 15 jornadas para terminar la Liga y, con la derrota, el Barça se situaba tercero por detrás del Dépor y del Madrid. En la rueda de prensa posterior, Cruyff dijo: “puede que sea la goleada más grande que he recibido como entrenador, pero como jugador, cuando estaba en el Feyenoord, el Ajax nos ganó por 8 a 2 y a pesar de todo acabamos ganando la liga”. Guardiola dijo: “quizá quienes nos dan por muertos se lleven una sorpresa. Ha llegado la hora de callar y jugar”. Cruyff añadió: “si esta temporada hacemos algo será gracias a esta derrota. Podemos remontar si todos ponemos voluntad”. Tras estas declaraciones, el Barça ganó todos los partidos salvo dos empates. Y el final de la historia es bien conocido: en el último minuto del último partido de Liga, Djukic, jugador del Deportivo, falló un penalti que hizo campeón al Barça.
Estoy convencido de que el barómetro que ha publicado esta semana el Centro de Estudios de Opinión puede ser el partido de La Romareda para Junts per Catalunya. Con la ventaja para ellos de que no se trata de una derrota, sino de una encuesta. Una encuesta que, siguiendo la metodología del CEO —que insiste en no corregir las desviaciones de la muestra—, presenta un cierto sesgo contrario a Junts por infrarepresentación y, en cambio, sobrerepresenta a los votantes de Esquerra y de los socialistas. Falta más de un año para las elecciones municipales y más de dos para las del Parlament. Es mucho. El president Puigdemont sigue en el exilio y Junts acaba de romper con el PSOE en Madrid. Este barómetro, como mucho, puede considerarse una queja. Y como decían los gurús del management de principios de siglo, “una queja es un regalo”. Es la mejor manera de conocer la opinión de los clientes para seguir mejorando. Es la mejor manera de trabajar la lealtad, en este caso, de los votantes.
Junts tiene la oportunidad de ocupar la centralidad de la política catalana, por eso hace tiempo que todos lo atacan
Mirando el largo plazo, la queja del electorado no es el único regalo del CEO a Junts, puesto que hay una fotografía de posicionamiento que es una gran oportunidad: la centralidad. Entre la agenda de las izquierdas —bastante woke— y el auge del populismo. La CUP y los Comuns son lo que son y no tienen demasiado margen de reposicionamiento. Y si hacemos caso a Rufián, ERC quiere sumarse a ello. Vox y Aliança tampoco se moverán. Ni el PP. El PSC está secuestrado por las izquierdas; y en el ámbito nacional, por el PSOE. Por eso no crece. Junts tiene la oportunidad de ocupar la centralidad de la política catalana, por eso hace tiempo que todos lo atacan. Es netamente independentista y tiene partidos a derecha y a izquierda. Está en el espacio de los grandes consensos, de las grandes mayorías sociales. Donde se conecta con los valores compartidos por amplias capas de la sociedad y el sentido común. Donde se puede conservar la legitimidad de las instituciones, ahora en riesgo por culpa de las ideas extremas y el exceso de polarización. Donde más se puede crecer.
Este Barómetro del CEO puede ser La Romareda de Junts si se entiende que, como decía Guardiola, “es hora de callar y jugar”, es decir, no reaccionar al ruido y ponerse a construir una propuesta política para la mayoría, la clase media. Es trabajo. Dos años son mucho, pero pasan deprisa. No sé si es equiparable a quince jornadas de liga, pero significa salir a ganar todos los partidos que quedan y luchar hasta el último minuto. Teniendo claro que el gran rival de Junts es el PSC. La centralidad es desde donde puedes crecer, por eso te ataca todo el mundo. Es importante defenderse, pero sobre todo no perder de vista con quién compites para ganar. Porque Dépor siempre ha habido: Ciutadans, CUP y ahora Aliança. Pero Junts tiene que ganar al PSC.
