Esta pieza de hoy necesita un pequeño esfuerzo por su parte. Ahora usted me tiene que imaginar con una gorra de cazador de color gris, una pipa, una lupa y con un Watson al lado. ¿Ya? Perfecto. ¿Me ve caminando arriba y abajo un poquito nervioso, verdad? ¿Sabe que estoy haciendo? Estoy analizando un misterio muy misterioso sobre el cual le explico los detalles.

Resulta que al presidente del Parlament, Roger Torrent, le piratearon el móvil personal con un programa llamado Pegasus, que sólo está en venta para los estados. O sea, un servidor de usted iría a pegasus.com y rellenaría el formulario de pedido con un texto del tipo: "Desearía adquirir una unidad de su producto de cara a espiarme el móvil a mí mismo, porque 1/ espiar a los otros es muy feo e ilegal y 2/ después de la pandemia estoy transitando por un procés introspectivo muy intenso y saber el contenido de mis propios correos, conversaciones y mensajes me ayudaría mucho a culminar el objetivo anhelado. Para cualquier cosa, quedo a su disposición bajo el nombre en clave de Paco". Y seguidamente clicaría a "añadir al cesto". Y entonces el sistema me diría: "Error". ¿Por qué? Porque yo no soy ningún estado ni ningún gobierno.

Y ahora usted se estará preguntando qué estoy haciendo dentro de su cerebro con una gorra de cazador de color gris, una pipa, una lupa y un Watson al lado. Pues hago de detective e investigo qué estado o gobierno habría comprado el sistema Pegasus para espiar Torrent. Y, se lo confieso, voy muy perdido. Mucho. No puedo llegar a imaginarme cuál puede haber sido. ¿Quizás debería llevar la lupa a graduar? ¿La gorra me va pequeña y no me llega la sangre al cerebro?

Sí, ya sé que hay gente muy malpensada que hoy está diciendo que este país o estado espía podría ser España, pero eso es imposible. ¿Cómo quiere que el Presidente del Parlament de Catalunya sea espiado por un estado o país donde los Jordis han sido condenados a nueve años de prisión para subirse a un coche en desguace y donde un gobierno entero ha sido encarcelado por una sedición que no sucedió? ¿Cómo quiere que en un lugar donde una Junta Electoral decide cuándo se tienen que hacer unas elecciones inhabilitando al President de la Generalitat, ahora se haya comprado un programa espía? Es que lo que no puede ser no puede ser, y además es imposible.

Es utópicamente quimérico ni tan sólo suponer que esto pueda suceder en el estado o país donde la policía puede detenerte en tu casa acusado de ser un terrorista que tiene preparados explosivos a punto de ser usados y dejarte en libertad al cabo de tres meses por falta de pruebas. O en un estado o país donde agentes con chalecos antibalas y armas largas te pasean esposada hasta la Audiencia Nacional acusada de preparar un atentado contra un cuartel de la Guardia Civil, como le pasó a Tamara Carrasco, y un sistema judicial te hace estar más de un año sin poder salir de tu pueblo porque tu expediente va a parar a la carpeta de los casos olvidados. Un país o estado donde te puedes llamar Sandro Rosell o Joan Besolí y puedes estar dos años en prisión provisional, dejarte salir en libertad cuando empieza el juicio y después ser absuelto.

No hombre (y mujer), no. Rotundamente no. Pongo la mano en una vitrocerámica desenchufada que esto haya podido suceder en un país o estado donde reputados medios de comunicación publican cada día y en fascículos coleccionables la venganza de un expolicía en prisión y una amante que quiere conservar los generosos regalos de una persona no menos generosa que iba repartiendo millones de euros como quien reparte penaltis a favor del Real Madrid. Un país o estado donde las cloacas van por la superficie y el hedor ya llega a las afueras de Plutón.