Cuando el Kremlin inició su ofensiva sobre Ucrania, los países occidentales se pusieron de acuerdo para condenar al ostracismo a todo aquello relacionado con Rusia: los equipos de fútbol quedaron fuera de las competiciones internacionales, se vetó la participación del país en los Juegos Olímpicos de París y se le excluyó incluso de Eurovisión. En respuesta, Moscú ha creado sus propias alternativas a los productos occidentales, intentando demostrar que todavía cuenta con grandes aliados dispuestos a evitar su aislamiento. Este mensaje de renacimiento ruso en ámbito internacional cobrará fuerza este sábado con la celebración de Intervisión, la alternativa de la era soviética a Eurovisión. Se trata de un certamen musical en qué asistirán a 23 países, incluidos socios tradicionales del Kremlin Bielorrusia, India, China—, antiguos participantes de la versión europea como Serbia e, incluso, estados latinoamericanos —Brasil, Colombia, Cuba y Venezuela— y africanos —Kenia, Etiopía y Sudáfrica. Para sorpresa de muchos, Estados Unidos también participará en el concurso.

Intervisión no es una idea nueva. El festival musical se celebró esporádicamente en Moscú desde la década de 1960 hasta la de 1980 como una alternativa del bloque oriental al popular certamen europeo. Ahora, el Kremlin ha decidido revivirlo, a pesar de que con unas normas y una intención bien diferente. Las nuevas reglas incluyen la prohibición de letras políticas y mensajes que puedan atentar contra la dignidad social, a la vez que se pide a los artistas que fomenten el respeto a los valores tradicionales, familiares y espirituales. "Estos valores tradicionales se encuentran en un segundo plano en la agenda internacional. Ya es momento que vuelvan", dijo Vladímir Putin durante su reciente viaje a Pekín, imbuido en nostalgia soviética. El Kremlin es un firme defensor de la "moral tradicional", cosa que implica, entre otros principios, un rechazo abierto a la homosexualidad. En este sentido, el mensaje está claro: en Intervisión no se verán ni mujeres barbudas, ni muestras de orgullo LGBT, ni ningún otro signo de "propaganda occidental" tan habitual en Eurovisión. "No habrá perversión ni vejación sobre la naturaleza del ser humano", ha prometido el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov. Únicamente, música tradicional que muestre el folclore de cada uno de los países participantes.

Participantes escogidos por el Kremlin

En realidad, Intervisión no será un certamen al uso, ya que los participantes, en lugar de ser enviados por sus respectivos países, han estado minuciosamente escogidos por un jurado ruso. Rusia estará representada por Shaman, un artista conocido como "la banda sonora de la guerra" por sus letras profundamente belicistas. Yaroslav Dronov, como se llama en realidad, se ha convertido en un potente altavoz cultural del Kremlin, actuando en mítines estatales y acontecimientos militares cubierto con la bandera de su país. EE.UU, por su parte, estará representado por la australiana Vassy. "La administración norteamericana no se ha opuesto", ha dicho Lavrov, explicando que Washington considera su participación en el concurso una decisión "individual".

Los artistas latinos son algunas de las voces más esperadas, en gran parte por su prestigio global. Nidia Góngora, la representante colombiana, recibió dos Grammy en 2019 y 2021, y ha asegurado que cada frase de su canción —que habla sobre una región afro del país— será "la voz del Pacífico". La cubana Zulema Iglesias Salazar, reconocida con los galardones musicales más importantes de la isla, traerá a Intervisión un tema que "muestra las raíces, la esencia de lo que es cubano." Venezuela presentará "La Fiesta de la Paz" de la mano de Omar Acedo, yerno del ministro de Exteriores del país.

Revivir el esplendor cultural del pasado

Rusia participó por primera vez en Eurovisión en 1994. Al día siguiente del inicio de su "operación especial" sobre Ucrania, la Unión Europea de Radiodifusión ordenó su expulsión del concurso. Resucitando el esplendoroso certamen de la era soviética, Moscú busca ahora recuperar la presencia cultural en ámbito internacional que durante cierto tiempo disfrutó, aunque sin la popularidad del pasado ni la variedad que caracteriza actualmente a Eurovisión. Las opiniones del público ruso, de hecho, están divididas. Mientras algunos valoran positivamente la iniciativa, otros prefieren seguir viendo el tradicional certamen europeo o directamente rechazan Intervisión por su marcada ideología estatal. Al margen de eso, Lavrov ha asegurado que otros países "ya han expresado su deseo de acogerlo el año que viene o de aquí a dos". Él, personalmente, dice que espera que Intervisión se celebre anualmente y reúna a cada vez más naciones aliadas de Rusia.

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