Nigeria, un país africano de 237 millones de habitantes y muy rico en recursos naturales, como el petróleo, vive sometido por una crisis de violencia, con tintes religiosos, étnicos y sociales y protagonizada por la ineficacia gubernamental, que ha llevado al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a amenazar al estado africano con una intervención militar si el gobierno, liderado por Bola Ahmed Tinubu desde 2023, no detiene las matanzas, sobre todo las dirigidas contra los cristianos. En una publicación en sus redes sociales, Donald Trump afirma que "si el gobierno nigeriano sigue permitiendo la matanza de cristianos, EE.UU. detendrá inmediatamente toda la ayuda y asistencia" que recibe Nigeria, y entrarían en el país, "con las armas en llamas" para "borrar completamente a los terroristas islámicos que están llevando a cabo estas atrocidades horribles". La situación de Nigeria, sin embargo, es más complicada que la realidad que anuncia Trump y la violencia está extendida en amplias áreas del país, entre grupos étnicos, religiosos y sociales desde hace décadas.
Boko Haram, criminalidad organizada y luchas territoriales
El grupo insurgente Boko Haram, la rama de Al-Qaeda que opera en el norte y el noreste de Nigeria, ha desatado la violencia islamista en las zonas bajo su control desde su creación en 2002. Desde ese año, decenas de miles de personas han muerto en las regiones del noreste, donde la insurgencia islamista se ha intensificado. En la mitad norte del país, predominantemente musulmana, unas 10.000 personas han perdido la vida o han sido secuestradas desde mediados de 2023, cuando Bola Tinubu se convirtió en presidente de Nigeria. La violencia en estas regiones ha desplazado a más de tres millones de personas de sus hogarese. En la parte central del país, en los estados de Benué, Plateau y Nasarawa, grupos armados han destruido edificios, escuelas, clínicas y lugares de oración. Una violencia que afecta a todas las confesiones religiosas y que está causada tanto por la religión en sí misma como por los efectos del cambio climático, las disputas territoriales, la pobreza y la debilidad del poder gubernamental en aquellas regiones.
Acusaciones de "genocidio" contra cristianos
No es la primera vez que Donald Trump blande el argumento del "genocidio contra los cristianos" para atacar a gobiernos africanos. Ya en mayo lo usó contra Cyril Ramaphosa, presidente de Sudáfrica, en su visita a la Casa Blanca. Esta vez, Trump usa la acusación para justificar su instrucción al Departamento de Guerra (Defensa) para preparar "una posible acción". "Si atacamos, será rápido, despiadado y dulce, igual que los valientes terroristas atacan a nuestros preciados cristianos", añadía Trump en su publicación. Fr. Atta Barkindo, director ejecutivo de Kulah Center, una organización de análisis de políticas públicas católica, cree que la narrativa del "genocidio cristiano" viene por la inhabilidad del gobierno de proteger a sus ciudadanos. "Creo que lo que la gente intenta expresar es el fracaso del gobierno a la hora de proteger a sus ciudadanos, y cuando la mayoría de los asesinados o atacados son cristianos, naturalmente alimenta esta percepción", decía en declaraciones a la agencia alemana DW. El cardenal Pietro Parolin fue protagonista hace dos semanas, cuando negó que el conflicto en Nigeria fuera religioso, diciendo que era "social, por ejemplo, entre pastores y agricultores. Tenemos que tener en cuenta que muchos musulmanes en Nigeria también son víctimas de esta intolerancia", decía en la presentación del Informe de Libertad Religiosa de Ayuda a la Iglesia Necesitada.
Desconfianza entre musulmanes y cristianos
En muchas comunidades, la violencia va más allá de los titulares y los escarnios puntuales entre las comunidades pastorales nómadas, mayoritariamente musulmanas, y las sedentarias, mayoritariamente cristianas, sino que forma parte de una desconfianza histórica entre musulmanes y cristianos en la zona. Algunos analistas apuntan que las acusaciones actuales de "genocidio" son una continuación de los conflictos del pasado y las invasiones musulmanas de algunas regiones. Para Samuel Malik, investigador del think tank Good Governance Africa (Buena Gobernanza África), cree que aunque en algunos lugares la violencia presente rasgos de violencia religiosa, no existen pruebas de una "campaña coordinada o dirigida por el estado para exterminar a los cristianos, que es lo que es un genocidio". En cambio, para Atta Barkindo, aunque la narrativa pueda generar más división y desconfianza, puede despertar conciencias sobre la violencia, "la seguridad y la inseguridad general del país".
