Escenas de pánico colectivo han teñido de caos Teherán este domingo, en medio de la nueva escalada militar sin precedentes entre Israel e Irán. Mientras la capital persa vuelve a ser blanco de bombardeos y misiles, miles de personas han decidido huir por miedo a nuevas represalias del ejército judío. Las imágenes que llegan desde el terreno son apocalípticas: colas kilométricas de coches que intentan salir por cualquier acceso posible, especialmente hacia el sur, en dirección a Saveh. En pie de calle, los comercios han bajado la persiana, las gasolineras están colapsadas y las avenidas habitualmente repletas aparecen casi vacías, con un silencio roto solo por las sirenas y las explosiones. Teherán vive sus bombardeos más intensos desde la guerra con Iraq en los años ochenta, en una atmósfera de tensión creciente e incertidumbre absoluta.
El caos, sin embargo, no solo se limita a la capital. En los pasos fronterizos, especialmente en el que separa Irán de Turquía, se han formado colas kilométricas de vehículos y peatones desesperados para salir del país. El escenario es caótico: familias enteras cargadas con maletas improvisadas, niños llorando y civiles que buscan una salida ante la amenaza de una guerra abierta. Las escenas de colapso son constantes, y las autoridades fronterizas, completamente desbordadas, no pueden contener la avalancha humana. A medida que se multiplican los bombardeos, también lo hacen las imágenes de víctimas civiles y edificios arrasados en Teherán, que circulan a través de las redes sociales.
Los motivos del pánico generalizado son evidentes. Desde la madrugada del viernes, Israel ha puesto en marcha una ofensiva militar sin precedentes contra la república islámica, que también ha atacado al Estado judío con centenares de misiles. En una ciudad de nueve millones de habitantes como Teherán, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han bombardeado objetivos de alto valor estratégico como el cuartel general de la policía, un depósito de combustible, uno de los aeropuertos principales y varias zonas residenciales donde, según fuentes militares, residían mandos de alto nivel vinculados al programa nuclear y a la estructura militar iraní. El balance de víctimas es escalofriante: solo el viernes murieron 78 personas en Irán en diferentes ataques y el sábado, otros 60 perdieron la vida en un único edificio de 14 plantas, donde vivían dos altos mandos de la Guardia Revolucionaria.
El ataque más reciente de las FDI se ha dado este domingo en Tajrish, una de las zonas residenciales y comerciales más concurridas de Teherán. Según los datos disponibles, los bombardeos han impactado en tres cruces clave: Tajrish, con su centro comercial y comercios densos, ha sido objetivo principal. En Quds, el impacto ha producido una explosión a solo 50 metros del Hospital Shohada, uno de los principales centros sanitarios de la zona. Asimismo, la avenida Shariati ha quedado agujereada por los misiles israelíes.
Varios vídeos que circulan a las redes sociales muestran columnas de humo elevándose sobre Tajrish e imágenes de personas corriendo rodeadas por el pánico. La cámara alzada revela ventanas rotas de un edificio próximo. También se han grabado nubes de humo cerca del Ministerio de Justicia de la capital. A pesar de haber declarado que los ataques iban dirigidos a instalaciones militares y nucleares, el ejército israelí no ha identificado ningún objetivo estratégico en estas áreas urbanas del norte de Teherán. Ante estos ataques sin precedentes en décadas, el régimen ha anunciado que las estaciones de metro permanecerán abiertas 24 horas como refugios antiaéreos, así como las mezquitas y las escuelas, en una muestra que esperan que continúen los ataques.