Festival de Meltdown, Londres, 1999. Con sesenta y seis años y dificultades para andar, Nina Simone sale al escenario con los puños cerrados y masticando furibundamente, saluda al respetable, se sienta en el taburete de su Steinway, saca un chicle de su boca, lo pega bajo el piano y empieza a tocar. Al finalizar el concierto, el ya entonces violinista de Nick Cave and the Bad Seeds, Warren Ellis, trepa al escenario y coge aquel chicle, que atesorará durante más de veinte años. De la historia de la pegajosa reliquia surgen los compases del recientemente publicado El chicle de Nina Simone (Warren Ellis, Alpha Decay 2022), un monumento a la alta sacerdotisa del soul, al fetichismo chalado y a las golosinas del alma que, como aquel chicle, parecen contener la historia viva de la música. La goma de mascar, dicho sea de paso, no era el único menú que a la gran cantante y activista por los derechos civiles de los negros le esperaba aquella noche: unas horas antes, Simone le pidió al técnico de sonido, Matt Crosbie: «Bien, Matt, ya que estás, ¿me traes champán, cocaína y salchichas?».

Los Panteras Negras empezaron a servir desayunos gratis a los escolares en 1969, ofreciendo a cada niño o niña un cartón de leche con chocolate, carne, huevos, cereales y naranjas. Pronto los y las escolares de las comunidades negras empezaron a mejorar sus notas

Salchichas

Cojamos ahora otro libro, pero sin soltar la salchicha: un frankfurt erecto, bajo la salida mirada del rey del rock&roll y el sugerente título: Are you hungry tonight? (Bluewood Books, 1992). Se trata de un recopilatorio de las recetas que hacían que Elvis Presley se chupase los bigotes. Este libro de cocina puede ser considerado un referente en lo relativo a aunar la cocina con la música popular, pero también en lo que a apropiacionismo cultural se refiere. Si el rey fue el elegido para blanquear la música negra y así convertirla en icono pop de la Norteamérica blanca, algo parecido ocurrió con su recetario: sándwiches de banana con mantequilla de cacahuete, macarrones con queso o pollo frito son algunos de los platos insignia yanquis que anteriormente se cocinaron en las sartenes de la esclavitud. Hasta finales de los años cincuenta, todas las estrellas de la música eran blancos, como Glenn Miller o Frank Sinatra. En este contexto de tiranía cultural es cuando, ya a mediados de los años sesenta, la comunidad negra empieza a utilizar el término soul para adjetivar y reivindicar la cultura negra, la soul music o la soul food, en substitución de la etiqueta peyorativa race (racial), como estandartes culturales del Black Power. Así mismo, su estandarte político y revolucionario, el Black Panther Party for Self-Defense, tuvo en los Almuerzos Gratuitos para Niños Escolares uno de los programas más exitosos y conocidos de esta organización en aquellos años. Muchos profesores afirmaban que los estudiantes negros eran perezosos porque se dormían en clase. Ignoraban, adrede o no, el problema de fondo: el hambre. Los Panteras Negras empezaron a servir desayunos gratis a los escolares el 1969, ofreciendo a cada niño o niña un cartón de leche con chocolate, carne, huevos, cereales y naranjas. Pronto los y las escolares de las comunidades negras empezaron a mejorar sus notas. Aun así, los Panteras Negras fueron el principal objetivo del FBI, dentro del programa COINTELPRO. La policía de Oakland asesinó a Bobby Hutton, el tesorero nacional del Partido, e hirió a Eldridge Cleaver, ministro de información. Fred Hampton, el vicepresidente, fue tiroteado por la policía en Chicago en 4 diciembre de 1969. Con todo, el activismo alimentario fue uno de los pilares del movimiento por los derechos civiles: a Georgina Gilmore la despidieron de la cafetería donde trabajaba por manifestarse contra la segregación racial en los autobuses. Como respuesta, fundó el Club from Nowhere, un club de repostería encubierto que vendía pasteles en la iglesia a fin de financiar las revueltas y boicots.

Los amos alimentaban a sus esclavos de la manera más barata posible, con restos de las plantaciones y de pescado, bacalao de pésima calidad, deshechos como las manitas de cerdo, la cola de buey, 'ham hocks' (codillos de cerdo), 'chitterlings' (intestino delgado de cerdo), oreja, carrillera, callos y piel, obligándolos a reinterpretar su tradición culinaria de la mejor manera posible con los ingredientes que tenían a mano

 

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El programa de Almuerzos Gratuitos para Niños Escolares de los Panteras Negras en acción. Foto: Stephen Shames.

Oreja

La música soul combina ritmos y melodías pegadizas, acentuados por palmas y movimientos corporales espontáneos. De acuerdo con el Rock and Roll Hall of Fame, es un tipo de «música que surgió de la experiencia de la comunidad afrodescendiente en América a través de la transmutación del gospel y del rhythm & blues en una forma de declaración funky y secular». Es decir, un desarrollo festivo de los cantos espirituales negros, que eran una música inspirada en el sufrimiento de generaciones de esclavos africanos que fueron arrancados de su tierra y deportados a los actuales Estados Unidos. Por su parte, la comida soul comprende la gastronomía estadounidense tradicional de los afroamericanos del sur, cuyos orígenes se remontan a la cocina del oeste de África, introducida en América como resultado del tráfico de personas. Los amos alimentaban a sus esclavos de la manera más barata posible, con restos de las plantaciones y de pescado, bacalao de pésima calidad, cortes de carne desechados como manitas de cerdo, rabo de buey, ham hocks (codillo de cerdo), chitterlings (intestino delgado de cerdo), oreja, carrillada, tripas y piel, obligándolos a reinterpretar su tradición culinaria de la mejor manera posible con los ingredientes que tenían a mano. El soul penetró en Europa a finales de los años sesenta, principalmente a través del norte de Inglaterra, donde pronto se convirtió en una corriente de baile conocida como Northern Soul, muy vinculada a la subcultura mod, al hermanamiento interracial juvenil de las clases populares, al coleccionismo discográfico y al consumo de estupefacientes para aguantar sesiones de baile maratonianas. Curiosamente, pese a la inhibición del apetito que provocan las anfetaminas, muchos de los himnos soul, así como de la música sixties en general, contienen títulos o temáticas relacionadas con la comida: "Green Onions" de Booker T. & The M.G.s, "Cole Slaw" de Lou Donaldson Quartet, «Sardines And Turnip Greens» de The Dynamics, "Bar-B-Q" de Wendy Renee, "Finger Licking Chicken", de The Radars, son solo algunos de los numerosos ejemplos.

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La salchicha de Lou Donaldson. Foto: jazzmessengers.com

Por otra parte, existen otros maridajes gastro-musicales y de baile colindantes, como la Popcorn Scene surgida en Bélgica en los setenta y ochenta, en la que la juventud francófona reivindicó los discos soul y R&B de tempo lento, que bailaban antes o después de comer los inevitables moules-frites. También otro mucho más cercano: la gastronomía gitana, de condición e ingredientes muy parecidos a la soul food, y que recogen libros como Cocina gitana (Icaria Editorial, 1996), de Paqui Perona, Julia Fernández, Pepi Castro, Luisa Perona y otras autoras. La cocina gitana está vinculada, como no podía ser de otra manera, al flamenco. En especial al cante jondo, que guarda mucha relación con los cantos espirituales negros de los que proviene el soul: expresiones del sufrimiento de generaciones de oprimidos, en este caso de los trabajadores de etnia gitana que trabajaban en condiciones inhumanas en las explotaciones mineras de Murcia. Pero también está emparentada con el soul, gracias al género «Gitano Soul» que inventó El Luís, gitano de voz negra y acento gallego, detonante del Nuevo Sonido Flamenco. Dicen que cuando se lo llevaron a Nueva York a grabar el disco, el 1981, los músicos negros decían que lo único raro era que no pudieran entender las letras, porque su vibración musical la captaban al momento. La música soul había entrado, décadas antes, en la España de Franco a través del intercambio de discos de los soldados negros de las bases americanas con los aborígenes y, en el caso de Barcelona, a través de los marines de la Sexta Flota. Eran los mismos soldados que, tras abandonar los meublés del barrio chino con una famélica muchacha colgada del brazo, entraban al mercado de la Boqueria para salir, ellas llenas de bolsas con comida, ellos mostrando una sonrisa complaciente. Las tradiciones culinarias de aprovechamiento se cuecen en los fogones de las clases pobres. Es el caso de la cocina catalana popular, que mantiene con la soul la fuerte presencia de la casquería (peus de ministre, cap i pota amb tripa, llengua de vaca, etc.). Las cocinas populares guardan, sin excepción, una sinestesia con lo musical: un acompañamiento tan tradicional por estos lares como la samfaina, por ejemplo deriva del latín symphōnĭia (sinfonía).

Pese a la sólida prueba, Miquel Buch, a la sazón conseller de Interior, desoyó al Parlament y rechazó suspender de empleo y sueldo a los agentes, y los uniformados fueron trasladados de destino para continuar apaleando impunemente a los negros de otras comarcas catalanas

Cerdos

Volvamos a cruzar el charco: Loyd Jowers fue el propietario de Jim's Grill, un restaurante de Memphis, Misisipi. Probablemente allí les salía de rechupete el Mississippi barbecued pork, uno de los platos soul food favoritos de Elvis Presley, que aparece en el recetario que hemos mencionado algunos párrafos más arriba. Pero este local, lamentablemente, no ha pasado a la historia por servir platos al kng of rock and roll, sino por ser trágico el escenario del asesinato de otro King, Martin Luther King Jr., en 1968. En 1993, Jowers apareció en el programa de ABC News Prime Time Live para relacionar los detalles de una supuesta conspiración que implicaba a la mafia y al gobierno de los Estados Unidos para matar al pacífico líder por los derechos civiles. Según Jowers, el presunto asesino condenado, James Earl Ray, fue un chivo expiatorio. Jowers confesó haber sido contratado por el teniente de la policía de Memphis, Earl Clark, a fin de disparar el tiro mortal a cambio de 100.000 dólares. En un juicio civil en 1999, la viuda de Luther King, la también activista Coretta Scott King, ganó finalmente el litigio contra Loyd Jowers y el entramado policial. Unos años antes del asesinato de Luther King, en 1964, Nina Simone compuso la canción "Misisipi Goddam", en respuesta al asesinato de otro activista por los derechos civiles, Medgar Evers, a manos de un supremacista.

Y ahora volvamos a Catalunya: esta semana ha empezado el juicio oral contra los seis mossos d’esquadra que torturaron y vejaron a Wubi, un joven manresano a quien los agentes, el 10 de enero del 2019, apalearon e incluso llegaron a disparar, para amedrentarlo, a causa del color de su piel. En la grabación de audio, que el chico consiguió registrar con el móvil mientras le agredían, se oyen insultos como «negro de mierda, hijo de puta», «no somos racistas, somos ordenados» o —mientras el joven imploraba que dejaran de apalearlo, ya que es un ser humano— «tú eres un mono, eso es lo que eres». A pesar de la sólida prueba, Miquel Buch, entonces conseller de Interior, desoyó al Parlament y rechazó suspender de empleo y sueldo a los agentes, y los uniformados fueron trasladados de destino para continuar apaleando impunemente a los negros de otras comarcas catalanas. Algunos activistas del Black Power, como Malcolm X (asesinado también en extrañas circunstancias que apuntaban al FBI), rechazaron el consumo de carne de cerdo por parte de la comunidad negra, al considerarla una herencia de los esclavistas. Y, visto lo visto, sea en Misisipi o en Manresa, ya hacen bien en evitar a los cerdos. Desgraciadamente, el racismo institucional se estira como el chicle Boomer de Nina Simone.