Ferran Soler es un chef catalán con una amplia trayectoria que va desde El Bulli hasta el Tickets o Bodega 1900 y que abrió hace tres años su proyecto más personal, el restaurante Can Marlau. Una casa de comidas en mayúsculas en pleno Eixample, concretamente en la calle París, donde puedes probar lo mejor de la cocina tradicional catalana. Me confiesa, sin embargo, que estos tres años han sido difíciles y duros, aunque al final ha logrado lo que perseguía.
En Can Marlau, nada pasa desapercibido. Una pequeña barra circular te da la bienvenida al restaurante, un espacio pequeño y cálido al que no le falta de nada y donde Toni y Jonatan brillan con luz propia explicando detalladamente cada plato de la carta, si conviene, u ofreciendo el mejor vino de la zona, ya que disponen de una carta con más de 150 referencias, la mayoría de los cuales son catalanes, pero también de todas partes.

En Can Marlau podéis pasar a desayunar, a tomar un café, a tomar el vermutillo con unas gildas o unas anchoas y un buen vermut, o, si lo preferís, a comer o cenar. El horario, como veis, no puede ser más amplio. Lo que hay que tener en cuenta, eso sí, es que cierran los fines de semana para conciliar la vida familiar; así, toda la plantilla está contenta.
Buen producto, buen vino, buen servicio y una buena relación calidad-precio. Puede parecer una quimera, pero les aseguro que es muy real, tan real como la vida misma
Pero, vayamos a lo que nos interesa. Yo me he presentado a desayunar pasadas las once, pero como la carta es la misma durante todo el día, he hecho un desayuno-almuerzo, por decirlo de alguna manera. Iba con la idea de pedir el famoso calamar con papada, pero lo han sustituido en la carta, por aquello de no aburrir a la parroquia, por una papada con anguila ahumada y salsa oriental que es una maravilla.

No obstante, como plato fuerte me pido el rabo de buey con puré de boniato y rebozuelos, aprovechando que aún estamos en temporada de setas. Cuando se acaben, Ferran los sustituirá por alcachofas. Es uno de los platos más solicitados, que cocinan al horno de vapor durante muchas horas para amoldar el rabo de buey y hacer raciones según mejor convenga. Lo hace fácil para los clientes, muchos de los cuales son de oficinas cercanas y bancos, para que no pierdan el tiempo deshuesándolo.

Ahora mismo me vienen a la memoria unos rabos de toro antológicos, como el de Cal Manel de Andorra, Cal l’Isidre en Barcelona, Ca l’Esteve en Castellbisbal o Ca l’Amador en Josa de Cadí, por poner algunos ejemplos. Pero, aparte del rabo, en Can Marlau puedes probar los espectaculares fideos con gambas de los que todo el mundo habla, el capipota con pisto, las manitas de cerdo o las albóndigas con sepia. Ninguno de los platos te defraudará, y seguro que disfrutarás de lo lindo. Hay que decir que adaptan la carta con los productos de temporada, así que actualmente ofrecen una berenjena con escabeche rojo y sardina ahumada o los huevos con setas.
Buen producto, buen vino, buen servicio y una buena relación calidad-precio. Puede parecer una quimera, pero os aseguro que es muy real, tan real como el rabo de toro que me he ventilado y que me alegrará el día o como la vida misma, si lo preferís.