Hacer yogur casero es una práctica cada vez más popular entre aquellas personas que quieren cuidar su alimentación y reducir el consumo de productos procesados. Contra lo que se podría pensar, no hace falta disponer de ningún aparato específico, como una yogurtera, ni tener grandes conocimientos culinarios. Con unos pasos sencillos y un poco de paciencia, se puede obtener un yogur de calidad en casa. Si no se dispone de yogurtera, el horno doméstico puede ser una alternativa perfecta. El procedimiento es muy sencillo, tal y como explica la ambientóloga Ana, más conocida como @mividamassostenible: primero hace falta calentar el horno hasta los 40 °C y apagarlo. Una vez hecha la mezcla de leche y yogur según las instrucciones, se tienen que colocar los recipientes dentro del horno apagado y dejarlos descansar durante unas 12 horas, sin abrir la puerta ni removerlos. Esta fermentación lenta es esencial para transformar la leche en yogur de manera natural.
Una receta casera para ganar años de vida
Después del periodo de fermentación, los tarros de yogur se tienen que dejar enfriar a temperatura ambiente antes de guardarlos en la nevera durante al menos un par de horas. El resultado es un yogur cremoso, fresco y muy saludable. Esta elaboración no solo es económica y sostenible —ya que reduce los envases de un solo uso—, sino que también permite tener un control total sobre los ingredientes. Esta es una de las grandes virtudes del yogur casero: se puede hacer con leche de vaca o con alternativas vegetales, según las preferencias o necesidades alimentarias de cada persona. Además, se puede personalizar fácilmente con fruta, miel, entonces u otros ingredientes naturales, sin recurrir a conservantes ni edulcorantes artificiales.
Para las personas que siguen una alimentación vegana, hay varias opciones para hacer yogur sin ingredientes de origen animal. Las dos alternativas más comunes son el yogur de soja y el de coco. En el caso del yogur de soja, hay que utilizar un litro de bebida de soja sin azúcares añadidos y con un mínimo de 7-8 g de proteína por cada 100 ml, junto con un yogur natural de soja que actúe como cultivo iniciador. Si se prefiere hacer yogur de coco, se necesita un litro de leche de coco integral y sin aditivos, combinado con un yogur natural de coco. Aunque estas bebidas vegetales tienden a dar como resultado yogures más cremosos y menos sólidos, hay maneras de mejorar la consistencia.
Una manera efectiva de espesar el yogur vegetal es incorporar almidón de maíz. Para hacerlo, hay que calentar la bebida vegetal hasta que empiece a hervir, añadir una o dos cucharadas de maicena y remover bien hasta que se disuelva completamente. Acto seguido, se tiene que dejar enfriar la mezcla hasta que llegue a una temperatura inferior a los 40 °C antes de añadir el yogur iniciador. Este paso ayuda a obtener una textura más firme y satisfactoria. En definitiva, hacer yogur en casa es una práctica saludable, respetuosa con el medio ambiente y que puede ser adaptada fácilmente a todo tipo de dietas. Además, permite disfrutar del placer de decir con orgullo que el yogur que se come está hecho en casa.