En el fascinante mundo de los productos gourmet, donde la calidad y la tradición se valoran casi como obras de arte, el queso Cabrales ha vuelto a romper todos los esquemas. Un exclusivo trozo de este queso asturiano se ha convertido recientemente en el más caro jamás subastado, alcanzando la impresionante cifra de 36.000 euros. No se trata de un capricho cualquiera, sino de una pieza única que ha sido madurada durante diez meses en una cueva natural, siguiendo un proceso artesanal que apenas ha cambiado con el paso del tiempo.

El comprador, cuya identidad no se ha revelado, desembolsó esa suma estratosférica durante una subasta celebrada en Asturias, un evento que cada año atrae a expertos y aficionados del queso de todo el mundo. No es la primera vez que el queso Cabrales protagoniza una noticia de este calibre: ya es la tercera ocasión en la que bate su propio récord, demostrando que, más allá del lujo ostentoso, hay quienes están dispuestos a pagar cifras altísimas por la excelencia gastronómica.
El queso más caro jamás subastado
Este queso no solo destaca por su precio, sino también por su origen y su proceso de elaboración. El Cabrales es un queso azul tradicional de los Picos de Europa, elaborado de forma artesanal con leche cruda de vaca o, en algunas ocasiones, con una mezcla de vaca, oveja y cabra. Su maduración en cuevas naturales, donde las condiciones de humedad y temperatura son constantes durante todo el año, permite que se desarrollen los mohos que le otorgan su característico sabor intenso y textura cremosa. En este caso concreto, el queso subastado había sido afinado durante más de 300 días en una cueva ubicada a gran altitud, un entorno que exige gran precisión y cuidado por parte de los maestros queseros.

En algunas ocasiones se elabora con mezcla de leche de vaca, oveja y cabra
La pieza en cuestión fue seleccionada como ganadora en el certamen anual de Cabrales, lo que ya la convertía en un producto excepcional. Pero que alguien pague 36.000 euros por un queso va más allá del reconocimiento local: habla de un creciente interés por los alimentos, con historia, con identidad, con alma. Y es que el valor de este queso no reside únicamente en su sabor o en su textura, sino en todo lo que representa. Cada mordisco es el resultado de generaciones de saber hacer, de un entorno natural privilegiado y de una cultura que defiende la excelencia frente a la producción masiva. Que un queso artesanal alcance ese precio en una subasta no es solo una anécdota curiosa, sino un homenaje a quienes se dedican a preservar lo auténtico en la gastronomía. Este hito consolida al Cabrales como un verdadero tesoro gastronómico y un símbolo del orgullo asturiano. Y demuestra que, en un mundo cada vez más industrializado, lo artesanal y genuino sigue teniendo un valor incalculable.