Hay gestos que parecen inofensivos, pero que para muchos amantes del vino son auténticos sacrilegios. Uno de ellos es añadir un cubito de hielo a la copa para que se enfríe más rápido. Sí, es cierto que baja la temperatura, pero también diluye los matices, arruina la estructura y convierte un vino cuidado en una simple bebida aguada. Por suerte, existen trucos sencillos para refrescar el vino sin que pierda su carácter. Y el que se ha vuelto viral en redes sociales llega de la mano de la creadora de contenido @vinosdelaterreta, quien ha compartido un experimento tan visual como convincente para demostrar que la mejor opción está en el propio reino de la fruta.
Prohibido poner hielo en el vino
El vídeo muestra dos copas con idéntica cantidad de vino. En la primera se coloca un cubito de hielo, en la segunda cinco uvas congeladas. Tras unos minutos, llega el momento de la verdad. Al beber el contenido de la copa con hielo, el resultado es evidente: el vino se ha aguado, su sabor es más plano y el volumen del líquido incluso ha aumentado. En cambio, el vino que estaba acompañado de uvas conserva toda su frescura, mantiene intacta su estructura y presenta una temperatura mucho más agradable.
La creadora de contenido enfatiza cómo el contraste es inmediato. Para hacerlo aún más claro, cambia el vino de copa y muestra cómo el que contenía hielo prácticamente se ha duplicado en cantidad, prueba de que se ha mezclado con demasiada agua. En la otra copa, la que albergaba las uvas, no hay alteración en la proporción: el vino sigue siendo vino, sin adulteraciones, pero refrescado de manera natural.

Este sencillo recurso se ha convertido en una alternativa ingeniosa y, sobre todo, respetuosa con la esencia del vino. Las uvas, al estar congeladas, actúan como pequeñas piedras de frío que no se derriten y que además aportan un detalle visual atractivo, casi como un guiño de sofisticación a la hora de servir la copa. Es un gesto que no solo conserva los aromas, sino que también respeta la intensidad del vino, algo fundamental para quienes disfrutan de cada matiz. Además, hay un punto divertido: las uvas actúan como pequeños cubitos que, además de refrescar, se pueden comer al final, convirtiéndose en un bocado fresco y dulce que marida de maravilla con el propio vino.
Con este truco el vino conservará cada uno de sus matices así como su intensidad
Si eres de los que no conciben beber vino a temperatura ambiente y siempre buscan un golpe de frescor, ya sabes la solución: olvídate del hielo y apuesta por las uvas congeladas. Un truco económico, fácil y elegante que te permitirá disfrutar de un vino fresco sin que pierda su identidad. Porque al final, como demuestra este experimento, lo importante no es solo enfriar la bebida, sino hacerlo de una forma que mantenga intacto todo su sabor. Así que la próxima vez que abras una botella, ten a mano unas uvas en el congelador. Descubrirás que la diferencia es enorme y tu vino te lo agradecerá.