Durante décadas, el fish and chips británico ha sido visto simplemente como un plato popular, humilde y casi folclórico, pero su importancia va mucho más allá de lo gastronómico. Detrás de este icono del Reino Unido se esconde una historia profundamente ligada a la supervivencia, la identidad nacional y uno de los momentos más delicados del siglo XX. En plena Segunda Guerra Mundial, cuando Europa entera sufría escasez, bombardeos y racionamientos extremos, este plato sencillo de pescado rebozado y patatas fritas se convirtió en un símbolo de resistencia, en una herramienta estratégica para mantener la moral de la población y en un alimento clave para soldados y civiles. Lo que hoy parece una receta cotidiana fue, durante aquellos años, mucho más que comida.

¿Por qué el fish and chips fue clave en la Segunda Guerra Mundial?

El origen del fish and chips ya es, de por sí, una historia de migraciones y supervivencia. Su técnica de fritura proviene del pescaíto frito de los judíos sefardíes portugueses, que llegaron a Inglaterra en el siglo XVI huyendo de la Inquisición. Aquellas comunidades empezaron a vender pescado frito por las calles de Londres, adaptándolo a los productos locales. Con el paso del tiempo, el bacalao o el eglefino rebozados en harina se consolidaron como una comida barata, energética y accesible, especialmente cuando la revolución industrial y el ferrocarril permitieron una distribución masiva del pescado fresco por todo el país. La incorporación de las patatas, que llegaron más tarde a Inglaterra, completó un plato que acabaría marcando a generaciones enteras.

Las patatas y el pescado eran abundantes en esa época / Foto: Unsplash

Sin embargo, fue durante la Segunda Guerra Mundial cuando el fish and chips alcanzó una relevancia histórica sin precedentes. Mientras productos básicos como la leche, los huevos o el tocino fueron estrictamente racionados, este plato quedó deliberadamente fuera de las restricciones. El motivo no era casual: el pescado y las patatas eran alimentos abundantes, fáciles de conseguir y con un alto valor calórico, fundamentales para sostener a una población sometida a bombardeos constantes y a una enorme presión psicológica. El gobierno británico entendió que mantener este plato disponible ayudaba a conservar una sensación de normalidad en medio del caos.

El gobierno británico entendió que conservar este plato ayudaba a tener una sensación de normalidad

Además, el fish and chips cumplió un papel sorprendente en el frente. Según relatan los historiadores, los soldados británicos llegaron a utilizarlo como código de reconocimiento: uno gritaba “Fish” y el otro respondía “Chips”, una contraseña improvisada que evitaba confusiones en situaciones de riesgo. Este detalle, aparentemente anecdótico, demuestra hasta qué punto el plato estaba integrado en la cultura colectiva y en la vida cotidiana de quienes combatían.

Llegado a un punto se convirtió en un código de reconocimiento / Foto: Unsplash

Hoy, aunque el fish and chips sigue siendo un emblema nacional, su presencia ha disminuido frente a la competencia de la comida rápida global. Aun así, su historia permanece intacta. No es solo un plato típico, es un símbolo de resistencia, de ingenio popular y de cómo la comida puede convertirse en un arma silenciosa en tiempos de guerra.