En cada Navidad, cuando los dulces empiezan a ocupar el centro de la mesa y las sobremesas se alargan, hay dos nombres italianos que siempre generan debate: panettone y pandoro. A simple vista pueden parecer muy similares, ambos altos, esponjosos y asociados a las fiestas, pero la realidad es que sus diferencias van mucho más allá de la forma. Son dos maneras distintas de entender la repostería navideña, dos tradiciones con personalidad propia y dos experiencias de sabor completamente diferentes, aunque compartan ingredientes básicos y un aura festiva que los ha convertido en imprescindibles en medio mundo.

En qué se diferencian panettone y pandoro

El panettone tiene una historia más antigua y una identidad marcada por el paso del tiempo. Nació como un pan dulce enriquecido, ligado a celebraciones especiales, y con los siglos se consolidó como un símbolo navideño. Su masa recuerda a un brioche muy trabajado, resultado de largas fermentaciones que requieren paciencia y técnica, lo que da como resultado una miga ligera, llena de alveolos y con una estructura muy aireada. A esto se suma su rasgo más reconocible: la presencia de frutas confitadas y pasas, que aportan notas cítricas, dulces y ligeramente ácidas, además de un aroma intenso que lo hace inconfundible incluso antes de cortarlo.

Panettone y pandoro / Foto: Unsplash
Panettone y pandoro / Foto: Unsplash

El pandoro, en cambio, representa una visión más sobria y elegante del dulce navideño. Surgido más tarde, su nombre ya adelanta parte de su esencia: un pan dorado, suave y delicado, donde el protagonismo no está en los añadidos, sino en la propia masa. Aquí no hay frutas ni inclusiones, lo que da lugar a un sabor más limpio, claramente mantecoso y con un dulzor uniforme que resulta muy agradable para quienes prefieren sabores menos complejos. La vainilla suele ser la nota aromática dominante, aportando una sensación cálida y reconfortante.

El pandoro representa una visión más sobria y elegante del dulce navideño

Visualmente también se distinguen con facilidad. El panettone adopta una forma abombada y vertical, casi escultórica, que crece gracias a moldes específicos y a una fermentación muy controlada. El pandoro, por su parte, se reconoce por su característica estrella de ocho puntas, que al cortarse crea capas doradas y simétricas. Antes de servirlo, es habitual cubrirlo con abundante azúcar glas, creando un efecto de nieve navideña que refuerza su imagen festiva.

Hay muchas versiones del panettone / Foto: Unsplash
Hay muchas versiones del panettone / Foto: Unsplash

En cuanto a textura, el contraste es claro. El panettone es ligero, elástico y muy alveolado, mientras que el pandoro resulta más compacto, cremoso y uniforme. Ambos comparten procesos largos y exigentes, pero el resultado final responde a filosofías distintas. Elegir entre uno u otro no es cuestión de calidad, sino de gustos: tradición y complejidad frente a sencillez y suavidad, dos caminos diferentes que, cada Navidad, vuelven a encontrarse en la misma mesa.