Pocas frutas despiertan tanto consenso como la mandarina. Dulce, jugosa, fácil de pelar y perfecta para llevar en el bolso o la mochila, se ha ganado su lugar como una de las frutas favoritas durante los meses más fríos del año. De octubre a marzo, su temporada brilla con fuerza en mercados y fruterías, y es habitual que muchas personas alarguen su consumo hasta agotar las últimas unidades disponibles. Sin embargo, a pesar de su popularidad, hay un detalle que suele pasar desapercibido y que podría marcar la diferencia entre comer simplemente sano o aprovechar al máximo todos los beneficios de esta fruta cítrica. La advertencia no la lanza cualquiera: proviene de Cristina Lora, experta en seguridad alimentaria y tecnóloga alimentaria, quien ha puesto el foco en un gesto muy común que, según afirma, deberíamos evitar a toda costa si queremos beneficiarnos realmente de lo que ofrece la mandarina.
Una experta alimentaria alerta del error al comer mandarinas
Lora se refiere concretamente a los pequeños hilos blancos que recubren los gajos, también conocidos como albedos. Muchas personas los retiran sistemáticamente antes de comer la mandarina por una cuestión de textura o porque simplemente les resulta poco apetecible. Pero, según explica esta especialista, hacerlo es un error. Lejos de ser una parte inútil o desagradable, estos hilillos contienen hasta 20 veces más compuestos fenólicos que la pulpa, lo que los convierte en un potente aliado antioxidante. Además, son una fuente importante de pectina, una fibra natural que contribuye a reducir los niveles de colesterol LDL, el llamado “colesterol malo”, en sangre. En otras palabras, ese gesto casi automático de pelar en exceso la mandarina está privando al cuerpo de una fuente excepcional de nutrientes.

Resulta que los hilos blancos de la mandarina son una fuente excelente de nutrientes
El mensaje de Cristina Lora se ha viralizado rápidamente, generando todo tipo de reacciones. Algunos se han sorprendido al descubrir que esos “hilillos molestos” eran en realidad una joya nutricional; otros han confesado que no sabían ni que tenían nombre. Por supuesto, no han faltado quienes bromean sobre el tiempo que invierten algunos conocidos pelando a conciencia cada gajo, sin saber que estaban perdiendo lo mejor.

Aunque la temporada de mandarinas ha llegado a su fin, el consejo queda anotado para cuando vuelvan al frutero. La próxima vez que cojas una, recuerda que no hace falta que esté perfecta visualmente: lo importante está en el interior. Y si esos hilillos blancos te parecen feos o incómodos, piensa en todo lo que te aportan antes de tirarlos. Comérselos es cuidar la salud sin esfuerzo