Por muy bien que se coma en muchos restaurantes, incluso en países como España, donde la cultura gastronómica está profundamente arraigada, hay algunas cosas que es mejor evitar. Los propios trabajadores del sector: cocineros, camareros y otros empleados de cocina, han compartido en redes sus recomendaciones sobre lo que jamás pedirían en un restaurante. Ya sea por motivos de higiene, frescura, costumbre o sentido común, estos consejos pueden ayudarte a disfrutar de una experiencia más segura y sabrosa. Porque cuando uno sale a comer fuera, lo último que espera es llevarse una decepción... o algo peor.
Lo que jamás pedirían camareros y cocineros en un restaurante
A menos que estés en un restaurante conocido por su marisco o situado cerca del mar, lo mejor es no arriesgarse. Productos como la langosta o las gambas pueden no ser frescos y, en muchos casos, se recurre a congelados de baja calidad. Además, si ves gambas como aperitivo, desconfía: suele ser señal de producto barato o mal conservado. Con los mejillones, el riesgo es todavía mayor: si no se limpian correctamente o se cocinan cuando ya están muertos, pueden suponer un problema de salud.
Pescado crudo y sushi
Muchos trabajadores de cocina recomiendan evitar el sushi en locales vacíos o si visitas el restaurante un domingo o lunes. ¿Por qué? Porque el pescado fresco no suele llegar esos días, y es probable que estén usando productos que llevan días refrigerados o incluso congelados. Si quieres un buen pescado, el mejor momento para pedirlo es jueves, cuando es más probable que haya entrado género nuevo. Además, si el local no se dedica específicamente a este tipo de cocina, mejor pedir otra cosa.

Sándwiches y especialidades
Puede sonar tentador pedir un sándwich en un bar, pero si lo piensas, es un plato que podrías prepararte mejor y más barato en casa. Lo más recomendable cuando salimos es pedir platos que no solemos cocinar nosotros. Lo mismo ocurre con las especialidades: si un plato no encaja con el estilo general del restaurante, es mejor evitarlo. No pidas pizza en un sitio de tapas, ni fabada en un bar de sushi. Sigue el hilo lógico de la carta.
Cuando un plato no encaja con el estilo general del restaurante, evita pedirlo
Restaurantes con bufés libres
Los bufés libres pueden parecer una ganga, pero esconden varios peligros. Desde comida que ha estado demasiado tiempo expuesta al aire o manipulada por otros clientes, hasta productos reciclados o poco cuidados. Además, muchos trabajadores aseguran que las zonas como los congeladores o las máquinas de hielo no siempre reciben la limpieza adecuada. Si el sitio no es de confianza, mejor optar por otro formato.

Platos elaborados antes del cierre y sopas
Pedir una sopa, un puré o cualquier plato caliente justo antes del cierre puede ser una mala idea. En muchos casos, la cocina ya está prácticamente recogida, y lo que te sirven podría estar recalentado en el microondas. No es que el alimento sea necesariamente malo, pero sí puede haber perdido calidad o sabor. Además, se trata de preparaciones que muchas veces se hacen en grandes cantidades al inicio del día y se van sirviendo según necesidad. ¿Conclusión? Mejor llegar con tiempo o elegir algo hecho al momento.
A veces, saber qué no pedir es tan importante como elegir bien lo que sí. Comer fuera es un placer, pero también una cuestión de criterio.