¿Quién no tiene patatas en su casa? Son necesarias, versátiles y muy útiles para una infinidad de recetas. Ya sea como ingrediente principal, secundario o como un extra, son deliciosas y se pueden cocinar de mil y una maneras diferentes. Sin embargo, una de las más famosas y recurrentes es la de hervir las patatas. Aunque algunos no lo piensen, cocer patatas correctamente requiere atención y conocimiento. Evitar estos errores garantiza un resultado final más sabroso, atractivo y adecuado para cada receta. La patata, un ingrediente humilde, pero transformador, merece el mismo respeto que cualquier otro producto culinario. Solo así lograremos aprovechar todo su potencial gastronómico.
Errores comunes al cocer patatas y cómo evitarlos
Cocer patatas puede parecer una tarea sencilla, pero en gastronomía los pequeños detalles marcan la diferencia. Unas patatas mal cocidas pueden arruinar desde una ensaladilla hasta un puré. Para garantizar un resultado óptimo, es fundamental conocer y evitar ciertos errores habituales que comprometen textura, sabor y presentación. A continuación, repasamos los fallos más comunes y las buenas prácticas para una cocción adecuada.
Elegir la variedad de patata incorrecta
No todas las patatas son iguales ni sirven para cualquier preparación. Una de las equivocaciones más frecuentes es no tener en cuenta la variedad. Las patatas harinosas, como la Monalisa o la Kennebec, son ideales para cocer, ya que absorben bien los líquidos y se deshacen con facilidad, algo idóneo para purés o guarniciones. En cambio, las patatas más firmes, como la Red Pontiac o la Charlotte, resisten mejor la cocción sin romperse y son perfectas para ensaladas o preparaciones frías. Utilizar una variedad inadecuada puede dar como resultado una textura poco agradable o incluso una patata deshecha en el agua.

Cortarlas antes de cocer (cuando no es necesario)
Pelar y trocear las patatas antes de cocerlas puede ser conveniente en ciertas preparaciones, pero en otras perjudica su sabor y consistencia. Si se busca una cocción uniforme y un sabor más concentrado, lo ideal es cocerlas enteras y con piel. Al hacerlo así, se preservan mejor los nutrientes y se evita que absorban demasiada agua, lo que afecta negativamente la textura. Solo se recomienda pelarlas antes si la receta lo exige expresamente, como en ciertos purés.
Empezar la cocción con agua caliente
Uno de los errores más comunes —y más perjudiciales— es introducir las patatas en agua ya caliente o hirviendo. Esto provoca una cocción desigual, donde el exterior se ablanda demasiado mientras el interior permanece crudo. Lo correcto es colocar las patatas en una olla con agua fría y sal, y luego llevarla progresivamente a ebullición. De este modo, se cuecen de manera uniforme, sin que se rompa su estructura.

No controlar el punto de cocción
Cocer patatas a ojo es una mala práctica. El tiempo de cocción varía según el tamaño, la variedad y el uso que se les quiera dar. Unos 20 a 30 minutos suelen ser suficientes, pero conviene comprobar con un cuchillo fino: si entra sin resistencia, la patata está en su punto. Cocerlas en exceso puede hacer que se deshagan; dejarlas duras, que resulten incomibles.
No salarlas durante la cocción
Agregar la sal al agua desde el inicio es importante. Muchas personas la añaden al final, lo cual impide que la patata la absorba correctamente. Al salar desde el principio, el sabor penetra en el tubérculo de forma homogénea, resultando en un gusto más equilibrado.