Agramunt (comarca histórica de la Ribera de Sió y, actualmente, Urgell); año 1741. Hace 284 años. La familia local Síscar redacta un inventario de las actividades económicas de la villa; entonces una pequeña ciudad de 2.500 habitantes y cabecera de su comarca natural. Destaca la existencia de siete obradores de fabricación de turrones. Aquel inventario, que aparece en la correspondencia entre los Siscar y una serie de familias relevantes de aquel pequeño universo local, se documenta en el contexto ideológico de la corriente ilustrada de la época, que promovía la “felicidad” de la sociedad a través del “progreso económico”. Documentos posteriores revelan que a finales del siglo XVIII, y sobre todo, durante el siglo XIX, el turrón de Agramunt ya estaba presente en las ferias de Navidad del país; como la de Santa Llúcia, de Barcelona. Pero, realmente, ¿desde cuándo comemos turrón en Navidad?

El origen del turrón

El Llibre del Coch, del maestro Robert (de principios del siglo XVI y el primer recetario de cocina escrito en lengua popular, en este catalán), ya documenta la receta de elaboración del turrón. Sin embargo, algunos historiadores apuntan a un origen más antiguo que remontaría a la época de la dominación árabe (en la Ribera del Sió, entre los siglos VIII y XI). Y otros historiadores sostienen que, por la composición de los productos que se utilizan en su elaboración, el turrón sería un producto propio de la cuenca mediterránea; y, por lo tanto, su origen se podría explicar como un alimento conocido por las sociedades hispanorromanas (siglos III a.C. a V d.C.) o hispanovisigoda (siglos V a VIII). Pero, bien sea que su origen remonte a la época romano-visigoda o la árabe, ¿qué relación hay entre el turrón y la celebración cristiana de Navidad?

Representación de Agramunt (siglo XVII) Foto Institut Cartografic de Catalunya
Representación de Agramunt (siglo XVII). / Foto: Institut Cartogràfic de Catalunya

Los productos que, principalmente, se utilizan en la elaboración del turrón son la almendra o la avellana, la miel y el huevo. Y su estación natural de recolección es la que marcaría el calendario de producción y de consumo. Las gallinas ponen huevos todo el año. Pero, en cambio, la miel se recolecta a principios de verano (finales de junio y principios de julio). Y la almendra y la avellana se recolectan a finales de la estación cálida (a caballo de los meses de agosto y septiembre). Y si no queda claro del todo cuándo surgen los primeros turroneros, sí que, en cambio, es bastante evidente que los productos básicos para la elaboración de este alimento no están disponibles hasta el otoño. Y esto podría explicar que su producción y consumo es propio del inicio del invierno y estaría relacionado con la celebración invernal, las fiestas paganas y, más tarde, con la evangelización de la sociedad rural, la Navidad cristiana.

Los documentos de la cancillería del rey Jaume I revelan que en los convites de boda de sus hijas Violant (con el futuro rey Alfonso X de Castilla y de León, 1246) y Elisabet (con el futuro Felipe III de Francia, 1262) se sirvieron turrones de postre. En aquella época (siglo XIII), los obradores turroneros estaban limitados a los territorios del País Valencià, Catalunya, Llanguedoc y Provença; un espacio geográfico que, sorprendentemente, se corresponde con el país de aquellos antiguos nord-ibéricos que, poco antes de nuestra era, se convirtieron en la base étnica y cultural de este cuadrante geográfico. En cuanto a los Països Catalans medievales, se conoce la existencia de obradores turroneros en Perpinyà, Agramunt, Xerta, Xàtiva y Xixona. Por lo tanto, probablemente el punto de partida del consumo de turrón en Castilla y en Francia serían estas bodas

Representación del mercado del Portal Nou, en Barcelona, en la plaza de la Catedral Foto Institut Cartografic de Catalunya
Representación del mercado del Portal Nou, en Barcelona, en la plaza de la Catedral. / Foto: Institut Cartogràfic de Catalunya

¿Cuándo se populariza el consumo del turrón?

Durante toda la Edad Media y Moderna (siglos XIII a XVIII), el turrón fue un postre de lujo destinado a las clases oligárquicas. El hecho de que fuera servido en las bodas de las hijas del rey Jaime I, es un detalle bastante revelador. Pero, a caballo de los siglos XVIII y XIX, se produce un salto muy significativo que explica la popularización del consumo del turrón. Los turroneros de Agramunt “plantan parada” en los principales mercados urbanos del país. Las fuentes documentales relatan que aquellos turroneros, que en aquel momento primigenio eran campesinos que elaboraban este producto como una actividad complementaria de otoño y de invierno, iban a vender a los mercados de Navidad solemnemente “ataviados”, ellos con camisa, jubón, faja, calzones y gorro de moda; y ellas con blusa, juboncillo, falda negra, calzón y un pañuelo de seda en la cabeza.

Representación de la plaza del Mercadal de Reus, cerca de los Ravales (principios del siglo XX) Foto Ayuntamiento de Reus
Representación de la plaza del Mercadal de Reus, cerca de los Ravales (principios del siglo XX). / Foto: Ayuntamiento de Reus

A finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, una mula y un carro, con la pareja turronera y las tabletas de turrón a la venta, podía tardar tres días en cubrir el trayecto entre Agramunt y Barcelona. Pero, desde Xixona, podía tardar dos semanas. Y eso cambió la dinámica de aquella migración temporal. La tradición familiar de las históricas sagas turroneras de Reus explica que aquellos pioneros de Xixona que, a principios de diciembre de los años centrales y finales del siglo XIX, llegaban a la capital del Baix Camp (entonces la segunda ciudad del Principado) decidieron arraigar en la ciudad. Desde obradores situados en las afueras, fabricaban el producto y, antes de Navidad, abrieron pequeños despachos situados en el interior de los grandes portales de los céntricos arrabales de la ciudad, que serían el origen de las actuales sagas de tenderos artesanos de turrón de Reus.