Con la llegada del calor y el buen tiempo, las reuniones familiares o de amigos se trasladan al aire libre y las barbacoas se convierten en el plan ideal. Las risas, las cervezas fresquitas y los helados son ingredientes principales, al igual que la salsa más tradicional de toda Catalunya: el romesco. Y es que, se podrá discutir sobre si es mejor hacer hamburguesas o costillas, si el chorizo está poco hecho y si la panceta engorda mucho, pero con este complemento nunca hay dudas.
Una salsa catalana para preparar directamente en la barbacoa
Originario de la zona de Tarragona, el romesco nació para acompañar los calçots. Pero, con lo rica que está, no es justo reservarla solo para unas pocas semanas al año. Sobre todo, porque es una salsa que realza el sabor de carnes, pescados y verduras sin añadir grasas ocultas ni azúcares de más, ya que es mucho más ligera y saludable que las salsas comerciales habituales. A diferencia de las salsas industriales, el romesco no lleva azúcares añadidos ni aditivos. Sus matices ahumados proceden del asado directo al fuego, y su textura se consigue con un manojo de almendras o avellanas trituradas en un mortero (o batidora) hasta formar una crema ligera.
Por si todavía no la tienes, aquí va la receta perfecta para preparar la salsa romesco en la propia barbacoa y no manchar la cocina. Los ingredientes para 4 o 6 personas son:
- 4 tomates
- 4 dientes de ajo
- 200 g de avellana tostada
- 4 ñoras rehidratadas
- 100 ml de aceite de oliva suave
- 1 cucharada sopera de vinagre de manzana o 1 de postre de vinagre de vino

Coloca los tomates enteros, la cabeza de ajos (con un corte en la parte superior) y la rebanada de pan sobre la parrilla, a media distancia del carbón. Deja que se tuesten y se ennegrezcan ligeramente, girando para que el asado sea uniforme. Retira las pieles quemadas de tomates, exprime los ajos de su piel y vierte todo, junto al pan y las ñoras, en un mortero o el vaso de la batidora. Agrega las avellanas y tritura hasta obtener una pasta rugosa. Para emulsionar la salsa, incorpora el aceite en un hilo fino mientras bates o remueves en el mortero, como si montaras una mayonesa. Ajusta de sal y añade vinagre al final para dar frescor. Si te gusta el toque picante, ahora es el momento de incluir la guindilla.
Cómo conservar la salsa romesco
Esto es muy complicado, ya lo sabemos, pero en caso de que te hayas lanzado a hacer una buena cantidad y tengas la suerte de que la gente pueda dejar de meter pan, no dudes en conservarlo. Al día siguiente, da igual lo que tengas de comer, seguro que alegra el plato. Para conservar tu romesco casero al máximo de frescura, viértelo en un frasco de vidrio bien limpio, alísalo y cubre la superficie con un fino chorro de aceite de oliva para protegerlo del aire. Ciérralo herméticamente y guárdalo en el frigorífico, donde se mantendrá en perfecto estado durante 4–5 días. Si vas a tardar más en gastarlo, puedes rellenar cubiteras con la salsa y congelar porciones individuales; así tendrás dosis listas para descongelar rápidamente y acompañar tu próxima barbacoa o salteado.