Las croquetas son ese comodín infalible para cualquier comida de picoteo: cremosas, sabrosas y siempre bienvenidas en la mesa. Además, son fáciles de tunear para adaptarse a todos los gustos y niveles de sofisticación. Desde la básica de jamón a la más contundente con pollo o la que aporta un punto de glamour a la mesa con su combinación de pescado o marisco. ¿Quién puede resistirse a una croqueta? Pues muchos más de los que pensamos, sobre todo aquellos que evitan el gluten o no pueden consumirlo por temas de salud. Para todos ellos y para quienes conviven con ellos, recrear esa bechamel tersa y el rebozado crujiente suponía todo un reto. Entre harinas que no ligan igual y panes rallados que dan más pena que gloria, la versión sin gluten siempre quedaba por debajo de las expectativas.
Cómo hacer croquetas de pollo sin gluten
Ahora, con un par de cambios estratégicos, puedes conseguir una revolución brutal: sustituir la harina de trigo por harina de arroz y recurrir a un pan rallado apto. Con estos cambios podrás disfrutar de unas croquetas de pollo tan irresistibles como las tradicionales. Olvídate de renunciar al placer de un buen bocado, tu próxima tanda de croquetas sin gluten marcará la diferencia.

Adaptar las croquetas clásicas a una versión sin gluten supone sortear dos grandes obstáculos: por un lado, la bechamel, que con harina de trigo liga la leche a la perfección y crea esa textura sedosa que todos amamos, mientras que harinas como la de maíz o garbanzo suelen dejar un resultado granuloso o con sabores intensos; y por otro, el rebozado, donde el pan rallado tradicional aporta una capa crujiente y homogénea que se dora en segundos, algo que la mayoría de panes sin gluten no logran con la misma finura ni color. Afortunadamente, la harina de arroz y un pan rallado sin gluten de calidad resuelven ambos problemas: la masa mantiene su consistencia aterciopelada y el empanado adquiere ese dorado perfecto y textura crujiente digna de cualquier barra de bar.
Una buena aliada
La harina de arroz es la gran aliada en esta versión sin gluten porque, al ser muy fina y de sabor neutral, no altera el perfil clásico de la croqueta, a diferencia de otras harinas vegetales. Además, su bajo contenido en almidones resistentes permite que la bechamel espese con rapidez sin quedar gomosa, y su textura ligera ayuda a que el rebozado se adhiera mejor y adquiera un dorado uniforme. Por todo esto, sustituir la harina de trigo por harina de arroz no solo cumple con el requisito “sin gluten”, sino que además mejora la ligazón y la ligereza de la croqueta, logrando un resultado tan refinado como el original.

La buena noticia es que la elaboración no cambia: se sigue el mismo proceso que con las croquetas de siempre, solo que sustituyes la harina de trigo por harina de arroz y usas pan rallado sin gluten. El resto —pochar la cebolla, añadir el pollo, ligar la bechamel, enfriar la masa, formar, rebozar y freír— se hace exactamente igual, garantizando unas croquetas de pollo sin gluten tan cremosas por dentro y crujientes por fuera como las clásicas. Y si eres de croquetas de jamón o de gambas, pues igual.
Así que ya lo ves: no hace falta reinventar la rueda para disfrutar de unas croquetas de pollo sin gluten de diez. Con harina de arroz y pan rallado apto, mantienes el mismo proceso casero de siempre y obtienes un resultado impecable. Perfectas para celíacos, estas croquetas demuestran que lo tradicional y lo saludable pueden ir de la mano sin renunciar al sabor. ¡Anímate a prepararlas y comprueba tú mismo la diferencia!