En Catalunya, hablar de ratafía es hablar de tradición, herencia y cultura líquida. Este licor dulce, aromático y lleno de matices, elaborado a partir de una mezcla de hierbas, especias y frutas maceradas en aguardiente, ha acompañado durante generaciones las sobremesas familiares y las celebraciones populares. Aunque hoy en día se puede comprar en cualquier tienda, cada casa que la ha preparado guarda un secreto: su propia receta, pasada de madres a hijas, de abuelos a nietos. En un reciente vídeo de Instagram de la cuenta @hortdebutxaca, la protagonista es Mercè, una experta en ratafía, que comparte con entusiasmo el paso a paso para elaborar tres litros de este licor de forma casera. Y lo hace con una lista de ingredientes que parece casi mágica por su variedad y riqueza, una auténtica muestra del patrimonio natural catalán.

Cómo hacer ratafía casera

El proceso comienza de forma sencilla: se colocan en un recipiente los tres litros de anís, junto con un vaso de azúcar blanco y otro de azúcar moreno, que aportarán dulzura y equilibrio al resultado final. A esta base se le suman las pieles de naranja y limón, que dan un toque cítrico y fresco, y a continuación, una impresionante colección de hierbas aromáticas. La lista que enumera Mercè es extensa y fascinante: desde el laurel y la maría lluïsa hasta la manzanilla de Mahón, pasando por la hierba de San Juan, el romero, la salvia, el espliego, la melisa, la ruda, el orégano o el diente de león. Cada planta aporta un matiz distinto, creando una sinfonía de aromas que es la esencia misma de la ratafía.

Hierbas aromáticas / Foto: Unsplash
Hierbas aromáticas / Foto: Unsplash

Hablar de ratafía es hablar de tradición, herencia y cultura líquida

A esta primera mezcla se le añade la fruta: una piña verde cortada en trozos, que aporta frescura tropical, y nueces verdes partidas por la mitad, esenciales para conseguir el característico color oscuro y el sabor ligeramente amargo de la bebida. Después llegan las especias, con la canela, la nuez moscada, el clavo, el café, la regaliz, el cardamomo, el anís estrellado o el jengibre, entre muchas otras. Es en este punto donde la receta se convierte en un verdadero ritual, porque la combinación exacta y la cantidad de cada ingrediente es lo que distingue una ratafía casera de otra. Para cerrar, se añaden unas cerezas y, si se desea, alguna fruta adicional para darle un sello personal.

 

 

Una vez reunidos todos los elementos, solo queda mezclar bien y tapar el recipiente, que se dejará reposar durante 40 días para que la maceración haga su magia. Durante este tiempo, los sabores se entrelazan, el alcohol extrae los aceites esenciales de las plantas y las frutas, y la ratafía va tomando el carácter único que la hace inconfundible. Al cabo de esas semanas, se filtra y se embotella, lista para compartir en buena compañía.