El calabacín es una de esas hortalizas que tanto sirven para una crema ligera como para un salteado rápido o incluso para espaguetis vegetales. Sin embargo, su gran contenido en agua y su piel delicada lo convierten en un alimento con tendencia a estropearse rápido si no se maneja bien. Por eso, si quieres que aguante en buen estado durante semanas, o incluso meses, conviene saber cómo conservarlo de la manera correcta y no dejarlo a su suerte en la nevera o en la encimera de la cocina.
Cómo conservar los calabacines en casa
Lo primero es elegir piezas lo más frescas posible. Busca calabacines con piel lisa, firme y brillante, sin golpes ni manchas blandas. Cuanto más reciente sea la cosecha, mejor resistirá el almacenamiento. Si tienes la suerte de recogerlos en tu propio huerto, organízalos en función de lo que vayas a cocinar pronto y reserva el excedente para conservarlo de distintas formas. En cualquier caso, revisa siempre que no tengan moho en los extremos ni signos de sequedad.

Si los vas a guardar enteros, la nevera es la mejor aliada, sobre todo en verano. No los laves antes de guardarlos, salvo que tengan restos de tierra, y sécalos bien. Lo ideal es ponerlos en el cajón de verduras, sin apilarlos ni mezclarlos con frutas climatéricas como manzanas, aguacates o tomates, que aceleran su deterioro. De este modo, los calabacines enteros pueden durar entre dos y tres semanas, aunque conviene vigilarlos cada pocos días para evitar que la humedad favorezca la aparición de moho.
Cuando quieras adelantar trabajo en la cocina, puedes cortar los calabacines en rodajas, bastones, dados o incluso en espirales tipo espagueti. Eso sí, cuanto más los manipules, más agua soltarán y menos tiempo aguantarán. Lo recomendable es guardarlos en un recipiente hermético, entre hojas de papel absorbente, y consumirlos en tres o cuatro días como máximo. El calabacín rallado o muy picado debe usarse antes, porque se deteriora con mayor rapidez.

En el caso de calabacines cocinados, el margen es algo mayor, entre tres y cinco días en la nevera, siempre en táperes cerrados y sin abrirlos innecesariamente. Platos como cremas, pistos o currys se prestan muy bien a la congelación, por lo que puedes almacenarlos por meses y tener raciones listas en cualquier momento.
Si tienes una gran cantidad de calabacines y no quieres que se pierdan, existen técnicas para prolongar aún más su vida útil. Una de las más efectivas es congelarlos tras escaldarlos: basta con hervirlos brevemente, enfriarlos en agua con hielo, secarlos bien y guardarlos en bolsas de congelación, preferiblemente al vacío. También se pueden deshidratar, encurtir o preparar en conserva, opciones que permiten disfrutar de esta hortaliza mucho tiempo después de la cosecha.