Hay palabras que se cuelan en nuestro día a día como si nada cuando hablamos catalán, como un hábito lingüístico que hemos heredado sin siquiera recordar de dónde viene. Una de estas es tiquismiquis, una de aquellas expresiones que utilizamos para describir a alguien demasiado puntilloso, exageradamente exigente o que siempre encuentra algún defecto. Pero, si el catalán tiene soluciones preciosas y de toda la vida… ¿Por qué continuamos recurriendo al castellanismo?

En realidad, la palabra correcta y reconocida por los diccionarios normativos en catalán es llepafils. Una palabra que retrata perfectamente el perfil de aquel que siempre encuentra un detalle, una manía o una perfección que exigir.

'Llepafils', una de esas palabras que te hacen sonreír

El catalán es un idioma lleno de matices y, si hay un término que defina a alguien excesivamente fino, selectivo o maniático, es este. Llepafils tiene un punto caricaturesco encantador: te hace imaginar a alguien que remueve el plato con el cuchillo como si fuera un crítico gastronómico profesional… o que se queja del doblado de una camiseta con una pasión injustificable.

Pero no solo sirve para hablar de comida o gustos sofisticados. También se aplica a aquellos perfiles que son detallistas hasta el extremo, que analizan cada letra de un mensaje, que revisan una reunión como si fuera una auditoría o que no soportan una arruga en un mantel. Todos conocemos a alguno.

Y si no te gusta 'llepafils', tienes alternativas

El catalán, generoso como es, no se acaba aquí. Según el contexto, puedes recurrir a otras palabras o expresiones que comunican la misma idea:

  • Melindrós ('melindroso')

  • Maniàtic ('maniático')

  • Primmirat ('quisquilloso')

  • Delicat ('delicado')

Algunas son más finas; otras, más contundentes. Elige la que encaje con la situación… y con la persona implicada, si no quieres ganarte una mala mirada.

¿Por qué nos cuesta tanto dejar ir los castellanismos?

La verdad es que tiquismiquis es de aquellas palabras que han hecho carrera en catalán. Es divertida, fácil de pronunciar y prácticamente todo el mundo la entiende. Pero esto también quiere decir que a menudo la utilizamos sin darnos cuenta de que no es propia de nuestra lengua.

Dejarla atrás no tiene nada de dramático. Simplemente, es una invitación a redescubrir la riqueza del catalán, que está lleno de términos genuinos que dan color y personalidad a lo que queremos decir.

Así que sí: si hasta ahora eras de los que decían tiquismiquis, no pasa nada. Nos ha pasado a todos. Pero quizás es el momento de darle una oportunidad a llepafils, que es tan catalana como un desayuno de tenedor. Si quieres hacer un poco de activismo lingüístico de sobremesa, pruébala en la primera conversación que tengas hoy. La reacción de la otra persona, una ceja levantada, una sonrisa inesperada o un “Ostras, hacía tiempo que no la oía”, valdrá la pena.