Las elecciones municipales son las más próximas al ciudadano y donde la eficiencia contrastada de un candidato puede pasar por encima de cualquier otra consideración. Y, no obstante, del resultado de este domingo se hará una valoración más allá de los límites de cada municipio. La última vez que los catalanes fueron convocados a las urnas fue el 14 de febrero del 2021 en unas elecciones al Parlament en que las tres formaciones independentistas consiguieron por primera vez una mayoría absoluta de diputados. Desde entonces el tablero político catalán ha vivido muchos cambios. Aunque este domingo la mayor parte de los focos se concentrarán en saber cómo se resuelve el triple empate de Barcelona, los partidos han desplegado su estrategia por todo el territorio. La disputa es ciudad a ciudad y pueblo a pueblo, pero el balance será también global. Esta noche todos los partidos analizarán el apoyo que han recibido en las urnas como una respuesta a sus respectivas estrategias.
 

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Termómetro al Govern Aragonès

ERC fue la fuerza más votada en las elecciones municipales del 2019 en toda Catalunya y la primera fuerza en concejales, aunque quedó por detrás de Junts en número de alcaldes. El gran triumfo de aquella noche fue ganar por primera vez en Barcelona, aunque la alegría de los republicanos en la capital catalana duró poco, dado que el acuerdo de Ada Colau con el PSC y Manel Valls apartó a Ernest Maragall de la alcaldía. ERC consiguió hacerse en aquellas elecciones con los consistorios de Tarragona y Lleida, además de crecer en el área metropolitana. Todo ello en un contexto en que Esquerra ganó aquel año -dos veces- las elecciones generales y 20 meses más tarde superó a Junts en el Parlament y consiguió la presidencia de la Generalitat.

Este domingo Barcelona marcará de nuevo la pauta a la hora de repartir éxitos de la jornada y, de momento, los sondeos no sonríen a Maragall, y lo sitúan en la cuarta posición, con el efecto que eso comportará a la Diputación de Barcelona. Otros puntos prioritarios para esta formación serán ver si consiguen conservar los ayuntamientos de Tarragona y Lleida ante el empuje de los socialistas; y -¡cómo no?- comprobar el efecto del aterrizaje del responsable del grupo parlamentario en Madrid, Gabriel Rufián, en Santa Coloma de Gramanet, donde ha protagonizado una campaña muy contundente contra la socialista Núria Parlón.

Aparte del resultado en los consistorios, estas elecciones servirán a ERC para evaluar su estrategia política en Catalunya. Los comicios llegan ocho meses después de que el pacto de gobierno con Junts en la Generalitat saltara por los aires y ofrecerán un termómetro para valorar el impacto que ha tenido entre los votantes republicanos y como se ha recibido la apuesta de Pere Aragonès por gobernar en solitario con 33 diputados y pactando los últimos presupuestos con los comunes y el PSC. Este acuerdo presupuestario ya tuvo una primera consecuencia en el Ayuntamiento de Barcelona: Maragall tuvo que modular el trabajo de oposición y permitir la aprobación de los presupuestos de Colau. Todo ello a las puertas de una nueva campaña electoral, la de las elecciones generales, que finalmente no podrán contar con Oriol Junqueras como cabeza de lista después de que el Supremo ha mantenido su inhabilitación. Todo apunta, pues, que la tensión sorda por el liderazgo entre el presidente del partido y el president de la Generalitat, continuará soterrado en los despachos de la calle Calàbria.

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El futuro de Junts, en juego

Para Junts la cita del domingo es trascendental. En un contexto de declive electoral de la formación, Junts retrocedió casi seis puntos en las últimas municipales y en tercera posición en votos. Perdió 560 concejales en toda Catalunya, 5 de los cuales en Barcelona donde se volatilizó la mitad del grupo que tenía en el consistorio. La victoria de Carles Puigdemont en las europeas sirvió para superar aquella noche, pero la tendencia era claramente negativa, y en febrero del 2021 se tradujo en una caída hasta la tercera posición en las elecciones al Parlament y la pérdida de la presidencia de la Generalitat. Con todo, el 2019 Junts consiguió conservar consistorios clave como Girona, Vic, Igualada... Además de la alcaldía de Reus. En total sumó 370 alcaldías y a pesar de perder una sesentena de consistorios, se mantuvo como la formación que encabeza más municipios en Catalunya i pactó el gobierno de la Diputación de Barcelona con un polémico acuerdo que dio la presidencia al PSC.

Este domingo, después de la inesperada pirueta que experimentó la candidatura de Junts en Barcelona, cambiando de alcaldable en el último momento, esta formación podrá conocer el impacto real del llamado efecto Trias en la capital del país y en el territorio. En Barcelona las encuestas han hecho evidente el giro experimentado con la irrupción de Xavier Trias y Junts se ha instalado en un empate a tres con comunes y socialistas. Conseguir el primer lugar en Barcelona representaría un importantísimo balón de oxígeno para este partido, que podría romper con la imagen de declive que se ha apoderado de sus siglas.

En clave interna, un buen resultado de Trias impactaría en el debate interno sobre las dos almas que viven en tensión dentro del partido. Trias no ha escondido su apuesta por un discurso más próximo a la antigua Convergència, marcando distancias sin ambages con la presidenta del partido, Laura Borràs. La lista de Barcelona, con Victòria Alsina, Ramon Tremosa y Damià Calvet, es toda una declaración de principios de este sector, que provocó malestar entre el laurismo. Además, el partido mantiene pendiente la decisión sobre el futuro de la presidenta del partido, condenada por prevaricación y falsedad documental, y que en esta campaña no ha tenido un especial protagonismo. La cuestión es si Junts -y su secretario general, Jordi Turull- está dispuesta a abrir estas carpetas a las puertas de unas elecciones generales. Lo que sí tendrá que afrontar es la negociación para intentar recuperar la presidencia del Parlament que ha perdido con la inhabilitación de Borràs.

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Los pactos del PSC

El PSC proclamó hace cuatro años que, con el segundo lugar en votos conseguido en las municipales en Catalunya -y con la victoria de Josep Borrell a las europeas en el Estado-, daba por acabada su travesía por el desierto a que les envió la crisis provocada por el procés independentista. Los socialistas consiguieron crecer en el conjunto de Catalunya casi 5 puntos porcentuales y 30 concejales; además de repetir las mayorías absolutas de l'Hospitalet de Llobregat, la segunda ciudad más poblada de Catalunya, y de Santa Coloma de Gramanet, afianzaron la recuperación en Barcelona, aunque perdieron la alcaldía de Tarragona -a pesar de ganar las elecciones empatando con ERC- y Lleida, así como Terrassa, donde Jordi Ballart, que abandonó el partido a raíz de la respuesta al 1-O, puso punto final a 40 años de gobierno del PSC. A la hora de constituirse los ayuntamientos, el PSC sumó 89 alcaldes, una treintena menos que cuatro años atrás.

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Todos los candidatos a la alcaldía de Barcelona en el debate candidatos de tv3

La marcha por el desierto, sin embargo, no salió gratis. El PSC decidió cambiar al primer secretario para consolidar la remontada apuntada en las urnas. Salvador Illa relevó a Miquel Iceta al frente del partido el 2021, pasando página así a una etapa en que los socialistas catalanes rompieron los puentes en Catalunya con las formaciones independentistas. En las elecciones al Parlament de febrero del 2021, el PSC consiguió ser el partido más votado, aunque el pacto entre ERC, Junts i la CUP apartó a Illa de la presidencia. Con todo, este mes de marzo, el PSC salvó el gobierno de Pere Aragonès aprobándole los presupuestos. Por su parte, los republicanos ha sido uno de los puntales del gobierno de Pedro Sánchez en el Congreso de los diputados.

El PSC ve a tocar la posibilidad de recuperar la alcaldía de Barcelona que los socialistas lideraron con Pasqual Maragall, este es su gran objetivo -y también del PSOE- este domingo, en que los socialistas cuentan afianzar su peso indiscutible en el Cinturón y conurbaciones de Barcelona, además de luchar también por recuperar las ciudades de Tarragona y Lleida. Más allá de las municipales el objetivo es reforzar la posición del partido de cara a las elecciones generales de finales de año en qué Pedro Sánchez se juega la continuidad en la Moncloa, pero también con la mirada puesta a las elecciones al Parlament de Catalunya en qué los socialistas, una vez reabiertos los puentes de negociación y pactos que el 1-O había clausurado, aspiran a sentar a Illa en la presidencia de la Generalitat.

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Colau y el último baluarte del 15M

También los comunes se juegan mucho este domingo. La formación morada no ha conseguido consolidar el empuje con que surgió en el 2015, cuando a remolque del 15M y del movimiento que en el Estado llevó a la aparición de Podemos, consiguió hacerse con la alcaldía de Barcelona de la mano de una carismática Ada Colau, además de ganar las elecciones generales en Catalunya del 2015 y del 2016. Pero, a partir de aquella punta, los morados empezaron el descenso. Cuatro años más tarde, en las elecciones del 2019, los comunes perdieron el primer lugar en Barcelona, pero también más de 72.000 votos en el conjunto de Catalunya y una tercera parte de los concejales. Aquella noche electoral, la formación morada despertó con un panorama muy oscuro. Y, no obstante, después de contemplar el abismo de la derrota, finalmente salvó los muebles, gracias a la mano que le echo Manel Valls, desde la lista de Ciudadanos.

Los últimos años, Barcelona se ha mantenido como el buque insignia de los morados, de una flota municipal más bien enclenque con solo 16 alcaldías, la mayor parte las cuales en el área metropolitana y en la segunda y tercera corona metropolitana. Colau ha reinado durante dos legislaturas en la capital de Catalunya y no revalidar la alcaldía sería un revés importantísimo para esta formación no solo en Catalunya sino en todo el Estado. La pérdida del principal baluarte se enmarca en un contexto en que la recuperación electoral del PSC y el destensionamiento del debate independentista ha reubicado de nuevo a los diputados morados en las posiciones que históricamente había tenido Iniciativa per Catalunya. En pleno proceso de reformulación en el Estado, este espacio tendrá que ver igualmente qué papel asume Ada Colau, que ha dejado claro que estas eran sus últimas elecciones en Barcelona.

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El PP y la división de la derecha

En el 2019 el PP, en plena crisis después de la moción de censura contra Mariano Rajoy, perdió la mitad de los votos que había conseguido cuatro años antes en Catalunya, y se quedó con una tercera parte de los concejales, de 215 pasó en 67. Solo consiguió gobernar en un Ayuntamiento, Pontons del Penedès. En Barcelona, con Josep Bou, se mantuvo por los pelos en el consistorio. En Badalona Xavier Garcia Albiol fue alcalde unos meses, después de que el alcalde inicialmente designado, Àlex Pastor, fue apartado del gobierno al ser detenido en pleno confinamiento conduciendo borracho. No obstante, Albiol perdió la alcaldía a raíz de la aparición de su nombre en los llamados Papeles de Pandora. Este domingo la victoria de Garcia Albiol en aquel consistorio se da por hecha, igual que la del candidato de Castelldefels, Manu Reyes, que a pesar de vencer en los comicios, no consigue hacerse con el gobierno.

En estas elecciones, con el nuevo liderazgo en el partido encabezado por Núñez Feijoo en el Estado y con Alejandro Fernández en Catalunya, los populares intentan recuperar las posiciones con que contaban antes del procés, que tampoco se ha caracterizado nunca por su exuberancia. Los populares tienen como consuelo que esta vez el resultado en toda Catalunya no tiene mucha más opción que mejorar. De momento las encuestas señalan un repunte en Barcelona, después de la batalla que han protagonizado por este espacio las cuatro fuerzas de la derecha españolista en la capital catalana. Los populares han tirado las redes para pescar en los caladores de votos de Cs, especialmente en Barcelona, pero no son los únicos, dado que el PSC también tiene paradas de manera permanente las cañas en las cada vez más migradas aguas naranjas.

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CUP

En el 2019 la CUP perdió casi la mitad de los votos que había conseguido cuatro años antes y quedó fuera del consistorio de Barcelona donde en el 2015 había obtenido tres concejales y del de Lleida, donde tenía dos. Con todo consiguió 19 alcaldías, entre las cuales mantuvo Berga, y se situó en segunda posición en Girona, con seis concejales, por delante de ERC. Este domingo el candidato cupaire en Girona, Lluc Salellas, se ha situado como uno de los principales rivales de la candidata de Junts, Gemma Geis, en la lucha por la alcaldía. En cambio, en Barcelona la fuerza de Colau dificulta el regreso de los cupaires y las encuestas dan pocas posibilidades a su candidata, Basha Changue. Con la ruptura de la mayoría independentista en el Parlament, la CUP ha perdido peso político en la primera línea política, pero aspira a recuperar al votante de izquierdas en desacuerdo con la apuesta de Esquerra por la mesa de diálogo.

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