Convertido cada vez más en un gobernante imprevisible, caótico y desnortado, esta vez, la amenaza de Donald Trump le ha tocado a Europa. El presidente de EE.UU. se levantó este viernes mirando al Viejo Continente y, quizás, queriendo tapar el correctivo que le ha aplicado la jueza federal de Boston Allison D. Burroughs, que ha bloqueado temporalmente la orden de su Administración de impedir a la Universidad Harvard matricular a estudiantes extranjeros, anunció un arancel del 50% a los productos de la Unión Europea. Esta vez alegó la falta de progreso en las negociaciones comerciales actuales. Veremos en qué queda su advertencia y su calendario de hacerla efectiva a partir del 1 de junio, pero lo que ya ha sucedido es que su posición hizo tambalear a las bolsas europeas. El histrionismo de Trump se ha convertido en un peligro para las relaciones internacionales, la economía mundial, los derechos humanos e incluso la estabilidad del planeta. Cada día provoca un nuevo incendio al no aceptar que el resto del mundo no se va a plegar a sus deseos y que las cosas se han de negociar y el presidente norteamericano solo sabe imponer.
Sus reacciones son absolutamente primarias y ante cualquier contratiempo se sienta y escribe en una red social. Este es el mensaje relacionado con los aranceles del 50% a los productos de la UE: “Sus poderosas barreras comerciales, el IVA, las ridículas sanciones corporativas, las barreras comerciales no monetarias, las manipulaciones monetarias, las demandas injustas e injustificadas contra empresas estadounidenses, y más, han provocado un déficit comercial con EE.UU. de más de US$ 250 millones al año, una cifra totalmente inaceptable”. “¡Nuestras conversaciones con ellos no nos están llevando a ninguna parte!. Por lo tanto, recomiendo un arancel directo del 50 % a la Unión Europea, a partir del 1 de junio de 2025”. Es lo que ha escrito en su publicación en la plataforma Truth Social, quien sabe, si mientras desayunaba. El arancel que el mandatario estadounidense considera imponer a la Unió Europea es mucho más del doble de aquel arancel recíproco del 20% que estuvo brevemente vigente el pasado mes de abril y que fue suspendido para unas nuevas negociaciones que vencen el 9 de julio. En este período, el único acuerdo comercial anunciado por EE.UU. es con el Reino Unido, su socio comercial preferente.
El histrionismo de Trump se ha convertido en un peligro para las relaciones internacionales, la economía mundial, los derechos humanos e incluso la estabilidad del planeta
La permanente amenaza de guerra comercial de EE.UU. contra Europa y la intransigente posición en la OTAN están llevando las relaciones a un punto de no retorno. Lo mismo sucede con China y, por ahora, su fracaso con Rusia también es muy elocuente. Es posible que esa situación, y la ya evidente preocupación en muchos sectores de la sociedad norteamericana por su errática política, solo consiga poner permanentemente en primer plano la realidad de que nos hemos de acostumbrar a que el nombre de Trump va vinculado a la incertidumbre política. El presidente norteamericano parece sentirse cómodo abriendo cada día un frente nuevo de conflicto bajo la mentira de que lo hace para proteger los intereses norteamericanos. En una sociedad tan dividida como aquella, sus partidarios, que son muchos, le compran el relato sin cuestionarlo. Eso le permite ir tirando y centra los debates siempre en los temas que le interesan y desde la órbita que quiere.
Está en guerra permanente contra los medios de comunicación, no hay día que no insulte a uno y haga lo propio con un periodista; contra las universidades, el caso de Harvard es tan solo un peligroso ejemplo y, en esta batalla, lleva la bandera de que son espacios de ideología y formación izquierdista; contra la justicia, denunciando permanentemente una persecución cada vez que choca con ella; los mandos del Pentágono, la seguridad del país o la cúpula militar. Con todos se pelea al mismo tiempo, tratando de aparecer como el Robin Hood que no es y que todo lo hace en defensa de los norteamericanos. La UE ha optado por no entrar en el cuerpo a cuerpo, una decisión que me parece correcta. Con Trump no sirven para nada los acuerdos, ya que no los respeta. Europa tiene un largo camino en solitario en el que debe ganar musculatura, trazar nuevas alianzas y reducir su dependencia de Estados Unidos. Eso le va a suponer una contribución en defensa, por ejemplo, que tendrá que salir de otras partidas. En un país como España, por cierto, en el que no hay presupuestos. Pero con Trump, nunca será ya como antes.