Ahora que los filósofos son estrellas del rock'n'roll, brilla en este firmamento este coreano profesor en Berlín de nombre Byung-Chul Han de quien, supongo que por las fechas en las que estamos, me ha gustado su elogio de la inactividad titulado Vida contemplativa. Se publicita como "una llamada poderosa a abandonar la vida hiperactiva para recuperar el sentido de nuestras vidas, el equilibrio y la riqueza interior". Y ciertamente estamos perdiendo nuestra capacidad de no hacer nada. Incluso la pregunta estos días es “¿dónde irás de vacaciones?”. En lugar de “¿cuándo podrás descansar?”. Hemos llegado a un punto en que la victoria del sistema es tan brutal que nos estresamos porque no sabemos a dónde iremos y por obra y gracia de Instagram vivimos una competición y una comparativa sobre quién tiene más cosas y más guays.
Dediquémonos a la contemplación, que es la única forma de ganar al sistema
El libro me parece interesante porque dice cosas como que la inactividad es hacer, pero para nada. Efectivamente, tú puedes caminar hacia algún sitio o puedes caminar para nada. Pasear parsimoniosamente. Y así como sin el silencio no hay palabras, sin tedio no hay actividad. Que Mark Zuckerberg no te robe las vacaciones. La inactividad —que no el tiempo libre, intrínsecamente ligado al trabajo— es en realidad la forma de esplendor de la existencia humana. Dejemos de ver la vida, pero también las vacaciones, solo en términos de rendimiento. Dediquémonos a la contemplación, que es la única forma de ganar al sistema. Y quien dice sistema dice los nuevos dueños del mundo de Silicon Valley.
Esto los italianos ya lo vieron claro hace mucho tiempo. Antes de que este señor coreano naciera, ellos patentaron il dolce far niente, la dulzura de no hacer nada. Existe un cuadro maravilloso de John Godward que se titula así. Al fin y al cabo, por eso Dios previó la existencia del torneo de tenis de Wimbledon, pero sobre todo del Tour de Francia. El tedio de una tarde de verano en el sofá viendo a aquellas bestias subir puertos de montaña con un ojo medio abierto o ambos cerrados es de los placeres más indescriptibles de la condición humana. Nuestros abuelos, más sabios, sabían sacar la silla a la calle con el único objetivo de ver pasar la vida y hablar un rato con los vecinos. ¿Con qué objetivo? Ninguno. Esta es la gracia.
Un paréntesis. El actor Michael Madsen ha muerto inesperadamente en su casa de Malibú. Su carrera está intrínsecamente ligada al cine de Quentin Tarantino. En Reservoir Dogs se interesó por el papel de Mr. Pink, que acabaría interpretando Steve Buscemi, pero Tarantino le reservó el rol de Mr. Blonde, el criminal sin escrúpulos que pone de fondo "Stuck in the middle with you" para torturar a un policía y cortarle una oreja. La escena es uno de los momentos más icónicos del cine estadounidense de los 90. Cierro paréntesis.
Como homenaje a Michael Madsen, con la idea de hacer caso al filósofo coreano, a los abuelos y a los sabios italianos, mi único objetivo de las próximas semanas es no hacer nada, ver el Tour en el sofá y, de vez en cuando, levantarme y bailar hacia adelante y hacia atrás "Stuck in the middle with you". Y no colgarlo en Instagram, claro. ¿Os esperabais un artículo de política? Este lo es. No dar ni golpe es ahora la actitud política más revolucionaria que existe. Así que viva Byung-Chul Han y muera Mark Zuckerberg.