La decisión de Junts per Catalunya y Esquerra Republicana de aceptar diputados prestados del PSC y de Sumar, respectivamente, para poder disponer de grupo parlamentario propio en el Congreso de los Diputados ha causado un enorme debate en las filas independentistas, sobre todo a través de sus simpatizantes en las redes sociales. Es normal que la controversia se haya producido, mucho más cuando este tipo de cosas, que parlamentariamente acostumbran a ser normales en las Cortes españolas y de una cierta cortesía política, se han llevado con enorme secretismo, más en el caso de Junts.
Hubiera sido más fácil explicarlo desde el primer momento en que se cerró con el PSOE y Sumar la negociación para la Mesa del Congreso de los Diputados y reconocer que, además de poder hablar en catalán en el Congreso de los Diputados y de que el gobierno español pidiera el reconocimiento oficial del catalán en las instituciones europeas, se había acordado que habría diputados prestados para reunir los requisitos y conformar un grupo parlamentario. Y sí, hay muchas ventajas si se tiene grupo, económicas también. Negarlo es un embuste, un punto infantil que no lleva a ningún sitio. Como también es cierto que los diputados prestados regresan inmediatamente a su partido originario y que en el grupo solo están los parlamentarios de Esquerra, en uno, y de Junts, en el otro.
Pero también hay razones políticas, ya que el impacto de lo que acabes declarando o haciendo en el Congreso en el día a día tiene un valor diferente tanto en la tribuna de oradores como en la presencia en las diferentes comisiones parlamentarias, incluidas la que se creará sobre el atentado de las Ramblas de Barcelona o la que se volverá a constituir sobre el espionaje político. El artículo 74 del Reglamento establece la enorme diferencia a la hora de defender tu posición política en los plenos si tienes o no grupo parlamentario y el 28 dispone que el Congreso pondrá a disposición de los GP locales y medios materiales suficientes y les asignará —con cargo a su presupuesto— una subvención fija idéntica para todos y otra variable en función del número de diputados de cada uno de ellos.
Pero siendo las razones políticas suficientemente importantes para acordar con el PSC o Sumar un grupo parlamentario, hay un impacto importante en las arcas de Junts y Esquerra. Mucho más significativo, por su situación económica, en el partido de Borràs y Turull, que entrarían en dificultades serias sin el grupo parlamentario y lo que supone. Pero todo eso se tiene que explicar, igual que hacer pedagogía sobre que nadie es tan idiota como para negociar un grupo parlamentario a cambio de una investidura, ya que son situaciones completamente diferentes. No hay que hacerse transparente, se tiene que explicar y no esconderse, sobre todo porque se viene de donde se viene.
Lo mismo que en el Senado, donde las opciones de tener grupo parlamentario para Junts -no así para ERC que lo tiene con Bildu, sin problema alguno- son enormemente más difíciles. Tiene 3 senadores y se necesitan 10. Para ello se han agregado los 2 de Coalición Canaria y el del BNG, llegando a 6. Los otros cuatro, los aporta el PSOE. Aquí no acaba el problema, ya que tiene que aprobarlo la Mesa de la Cámara Alta, que controla gracias a su mayoría absoluta el PP, que debería decir que no. Pero, ya veremos, puesto que Feijóo quiere hablar con Junts de su investidura, en unas conversaciones aparentemente imposibles. Pero no es la mejor manera de mirar de convencer a alguien, dándole una patada en la boca. A lo mejor, esta carambola también le sale a Junts y es que estar en condiciones de decantar mayorías tiene también estas cosas.