Sabadell, la quinta ciudad con mayor población de Catalunya, detrás de Barcelona, l'Hospitalet de Llobregat, Terrassa y Badalona, ha padecido este jueves su quinta noche de disturbios e incidentes entre violentos ocupas y vecinos. Aunque la policía estaba advertida por las cuatro noches anteriores, esta ha sido la más violenta, pese a que el despliegue de agentes de Mossos d'Esquadra ha sido el más importante. El origen del conflicto es una disputa entre un grupo de ocupas violentos, en su mayoría de origen magrebí, que suelen generar problemas y peleas en el vecindario y un grupo de vecinos que dice haberse hartado de la pasividad política para solucionar el problema.
Evidentemente, ninguno de estos problemas, que se suceden con demasiada regularidad en el territorio catalán, tienen una solución fácil, como no la tienen en el resto del Estado español, ni en otros países de nuestro entorno. La apuesta por el silencio ante este tipo de violencia, algo que suele ser el refugio de muchos políticos, creyéndose que así el problema desaparecería como por arte de magia, ya se ha comprobado que es una pésima estrategia. La ciudadanía lo que acaba haciendo es alejarse de los partidos centrales y buscar cobijo en formaciones radicales que con muy pocos mimbres acaban haciendo un cesto. Pensar que Catalunya será diferente de países de nuestro entorno es engañarse y lo que habría que hacer es corregir los errores que antes otros han cometido en vez de cerrar los ojos ante la realidad.
Me consta, por muchos alcaldes catalanes, que la preocupación es máxima y que cruzan los dedos para que no acabe sucediendo en sus municipios
Aunque es obvio que hay agitadores de extrema derecha identificados en los sucesos de Sabadell, la equiparación de los ocupas violentos con el conjunto de vecinos inmersos en la batalla que ha realizado el Ayuntamiento no ha contribuido a rebajar los ánimos. A lo mejor es la falta de experiencia frente a posiciones de alcaldes mucho menos contemporizadoras como Albiol en Badalona, Bote en Mataró, la hoy consellera Parlón en sus años de alcaldesa de Santa Coloma o David Quirós en l'Hospitalet, que ha recibido, en este aspecto, una buena herencia de Núria Marín, alcaldesa entre 2008 y 2024.
Es evidente que más allá de encuestas de CEO o del CIS, la seguridad es el primer problema de la gente, aunque la vivienda se haya situado como la principal preocupación. Y sucesos no muy diferentes a lo de Sabadell han sucedido últimamente en Sant Sadurní d'Anoia, Piera o Salt, municipios donde existe una crispación latente que al mínimo estallido se descontrola. En este aspecto, la preocupación es mayor ante los meses de verano, período en el que los altercados suelen ser más habituales. Me consta, por muchos alcaldes catalanes, que la preocupación es máxima y que cruzan los dedos para que no acabe sucediendo en sus municipios. El otro día, un grupo de alcaldes me explicaba que no saben como hacerlo para que en Barcelona se entienda que sus problemas son diferentes y que hay que cambiar leyes, mentalidad ante los obstáculos y preparar a las policías locales para ser un complemento de los Mossos y que se impliquen, cosa que no siempre es así.