En Génova cualquiera sumar para hacer realidad la investidura de Alberto Núñez Feijóo es válida. Aunque sea a costa de Junts per Catalunya, a quien siempre han hecho corresponsable de un "golpe de Estado" en 2017. En la aventura que tendrá el desenlace final el 26 y el 27 de septiembre, el PP ha situado a Junts per Catalunya como interlocutor válido por conseguir sus apoyos y eso ha provocado que los conservadores hayan girado su discurso sobre los de Carles Puigdemont en las últimas horas. Con el apoyo de Vox, Unión del Pueblo Navarro y Coalición Canaria, Feijóo mantiene 172 votos y se queda en cuatro de la mayoría absoluta. De aquí que el PP apueste por buscar votos debajo de las piedras, ni que sea seduciendo a los "que quieren romper España".

La enésima negativa del PNV o el no rotundo de ERC. Después de la designación como candidato, Feijóo se ve aislado parlamentariamente y el hecho de que Vox forme parte de la ecuación provoca un efecto rechazo. Mientras tanto, el PSOE convierte las promesas en hechos y ha permitido que Junts tenga grupo parlamentario propio en el Congreso de los Diputados y les ha cedido senadores para que pase lo mismo al Senado, aunque en la cámara alta el PP tendrá la última palabra a través de la Mesa. Con todo, el silencio escrupuloso que está manteniendo Junts desde el 23-J anima el PP a pensar que hay alguna rendija por donde mirar. Hasta ahora no hay ofertas ni pactos sobre la mesa, tan solo declaraciones públicas de los portavoces del PP, que han salido en tromba en las últimas horas para admitir una interlocución -extraña- con Junts. Se hace difícil entender qué incentivos podrían tener los juntaires para permitir la investidura de Feijóo, que se ha negado en rotundo a una ley de amnistía y, todavía menos, a un referéndum.

El último en hacerlo ha sido el secretario general del PP catalán, Santi Rodríguez, que ha asegurado que quieren "hablar" con Junts: "No estamos pactando, no estamos negociando. Hay la voluntad de hablar". Rodríguez, que también es diputado en Madrid, ha defendido en Catalunya Ràdio que Feijóo abra conversaciones con todos los grupos, menos con Bildu, "para conocer de primera mano cuál es su opinión con respecto a la investidura". Ahora bien, ha matizado que las conversaciones con Junts "son con el grupo parlamentario, y no con Carles Puigdemont".

El funambulismo dialéctico con Junts

La sensación es que el PP tiene que hacer equilibrios para atraer votos de independentistas y, a la vez, hacer ver que no se les pueden hacer concesiones, tal y como han advertido al PSOE continuamente. Una combinación estrambótica y una maniobra de contorsionismo político que es producto de la necesidad imperiosa que tiene el Partido Popular. La empresa se avista casi utópica a juzgar por las palabras del vicesecretario de Cultura del PP, Borja Sémper, en Radio Nacional de España. El portavoz ha frenado cierta euforia de su compañero Esteban González Pons, que destacó el miércoles por la mañana la "tradición" y "legalidad" de Junts y ERC. "No sé si están situados fuera de la Constitución, pero por supuesto están situados fuera de la racionalidad política", ha asegurado Sémper.

El guirigay para querer abrir diálogo con Junts es importante. Feijóo se ha hartado de criticar a Pedro Sánchez para negociar con un "prófugo de la justicia", como consideran Carles Puigdemont, y a continuación se prestan a hacer lo mismo. Quizás de aquí se entiende el mensaje críptico que el presidente del PPC, Alejandro Fernández, colgó este miércoles en Twitter.

 

El PP ve "complicada" pero "no imposible" la investidura

En el camino que ha emprendido Feijóo hasta el 26 y 27 de septiembre, el PP también se esfuerza por apelar el socialismo que recela de la actitud de Pedro Sánchez con los independentistas. "No sé si todos se sienten cómodos con un candidato que es capaz de poner la mesa la amnistía y la autodeterminación para conseguir unos votos y una presidencia del gobierno", ha afirmado Santi Rodríguez, que ha añadido que apelarán "a la conciencia del conjunto del PSOE para que reflexionen en este sentido". Y tienen 34 días para conseguir que la reflexión se convierta en votos. Con todo, el PSOE interpreta que esta posición del PP es "un llamamiento al transfuguismo", tal y como ha asegurado la ministra de Hacienda en funciones y vicesecretaria del PSOE, María Jesús Montero, a Televisión Española.