El Sevilla FC vuelve a respirar fútbol y energía, y el artífice de esta metamorfosis tiene nombre y apellido: Matías Almeyda. El técnico argentino, conocido por su carácter volcánico y su obsesión por la intensidad, ha devuelto la identidad perdida a un equipo que, apenas unos meses atrás, era un auténtico desastre. Pero la historia de este renacer tiene un trasfondo de reproches, confesiones y, sobre todo, ajustes de cuentas con el pasado.

Durante la III Gala Desmarcadas, el brasileño Marcao no solo celebró la recuperación de su esposa Pan Teixeira —tras superar un cáncer—, sino que también aprovechó el foco mediático para soltar una bomba: “El fútbol ha cambiado mucho, pienso que los equipos tienen que estar muy bien físicamente y esa es la clave de lo que ha cambiado. Estamos bien físicamente, las cosas están saliendo y espero que siga así”, afirmó con contundencia. Una frase que, aunque vestida de elogio hacia Almeyda, sonó a crítica directa hacia García Pimienta y Joaquín Caparrós, los entrenadores responsables de la desastrosa temporada anterior.

Xavi Garcia Pimienta

Marcao señala el declive del Sevilla 2024/25

Las palabras del central brasileño no cayeron en saco roto. En los pasillos del Sánchez-Pizjuán se interpretaron como una auténtica acusación pública hacia el método anterior. “La calidad sigue ahí, pero había momentos que perdíamos partidos porque físicamente no estábamos bien. Ahora es completamente diferente”, declaró Marcao, dejando claro que la clave del nuevo Sevilla no pasa solo por la táctica, sino por la preparación física y mental.

La frase retumbó como una sentencia para los anteriores técnicos, que no supieron encajar su estilo en una plantilla que pedía otro tipo de fútbol. El experimento de posesión lenta y controlada de García Pimienta fracasó estrepitosamente, dejando al club al borde del abismo. Y el interinato de Caparrós, con apenas 0.71 puntos por partido, no hizo más que prolongar la agonía.

Marcao

Almeyda impone su ley: intensidad, presión y confianza ciega

La llegada de Matías Almeyda en julio de 2025 fue un terremoto. En apenas tres meses, el argentino ha conseguido lo que parecía imposible: un Sevilla unido, vertical y letal. Su método —basado en una presión adelantada hombre a hombre y una intensidad sostenida— ha transformado por completo la dinámica. De luchar por no descender, el equipo ha pasado a ubicarse en la sexta posición de LaLiga 2025/26, con un sólido promedio de 1.63 puntos por partido.

Los resultados hablan por sí solos: una goleada histórica 4-1 al FC Barcelona y un rendimiento colectivo que hace soñar con Europa. Almeyda no teme desafiar los viejos dogmas del club.  De hecho, en una reciente rueda de prensa, respondió a la famosa frase de Caparrós sobre “el azúcar” tras las victorias: “Ojalá que gane siempre y quedar lleno de azúcar”, ironizó. Un dardo directo a quienes prefieren la mesura a la ambición.

El secreto del éxito de Almeyda radica en su coherencia emocional y deportiva. “No hay que tener miedo a la derrota ni temor al triunfo”, aseguró. Su mensaje cala en un vestuario que, por fin, cree en su propio potencial. Marcao lo resume con una frase que lo dice todo: “En los primeros días, cuando Matías habló con nosotros, yo sentí gran confianza”. El nuevo Sevilla ha encontrado un equilibrio entre el corazón y la cabeza. Su fútbol ya no depende de la inspiración de unos pocos, sino del esfuerzo colectivo y de la preparación física de élite impuesta por el preparador Guido Bonini, pieza clave del cuerpo técnico de Almeyda.