El Madrid no ha necesitado lucirse para superar al Getafe en el último partido de los blancos antes de jugar la vuelta de los octavos de la Champions League contra el PSG (3-1). Cristiano y Bale han encarrilado el partido antes del descanso, pero un penalti inexistente de Nacho a Jorge Molina ha animado el partido. El mismo Ronaldo se ha encargado de sentenciarlo y evitar un susto antes del partido más importando de la temporada para los de Zidane.

¿El fin justifica los medios?

El Getafe es uno de aquellos equipos cuyos partidos son previsibles. Antes de enfrentarte con él ya sabes con qué te encontrarás: solidez defensiva, pocas ocasiones y faltas, muchas faltas. Con la premisa de que el hecho de que no pase nada juega a su favor, de tu acierto en los últimos metros dependerá el desenlace final. Los resultados demuestran, sin embargo, que la poca vistosidad que tienen sus actuaciones confluyen con una eficacia valorable.

No hay que profundizar demasiado para darse cuenta de ello: seguramente el juego no es de los que más gusta al aficionado neutral, pero los números legitiman el proyecto de Bordalás. A base de una propuesta poco atractiva, pero productiva, los madrileños pueden decir, con la cabeza alta, que la temporada de su retorno a Primera han sacado puntos a equipos como Barça o Valencia, entre otros. El camino, muy diferente al que está recorriendo, por ejemplo, el también reciente ascendido Girona; el destino, el sueño de Europa, exactamente el mismo.

El estilo del Getafe, no obstante, no es nada compatible con un equipo que cuenta las ocasiones de peligro como goles. Además, cuando se coloca por detrás en el marcador sus limitaciones en la creación de oportunidades hacen muy difícil la reacción. Y hoy, el Madrid (que, por cierto, no ha realizado excesivas rotaciones) ha asustado a los fantasmas que sobrevolaban el Bernabéu después de la derrota contra el Espanyol con el cóctel perfecto para la fiesta que necesitaba antes de viajar a París: goles y toda la segunda mitad para pensar, en y con todos los sentidos, en la final del martes en el Parque de los Príncipes.

De trámite a anécdota

Bale y Cristiano han sentenciado el trámite antes de marcharse al descanso. En dos jugadas aisladas, los blancos han tenido suficiente para empezar a preparar la maleta hacia la capital francesa. El galés ha aprovechado una serie de errores defensivos para batir a Martínez con un disparo cruzado y Ronaldo ha hecho lo mismo en el último minuto de la primera parte.

Si el partido ya estaba sentenciado en el descanso, Remy lo ha acabado de rematar autoexpulsándose con una doble amonestación tan clara como innecesaria. El Madrid tampoco quería hacer leña del árbol  caído y, después, el frío, el viento y la lluvia se han animado para hacer de los minutos restantes -muchos- un rato anecdótico.

El árbitro, sin embargo, se ha empeñado en poner emoción al partido y se ha inventado un penalti a favor de los visitantes. No se ha hecho justicia divina, Portillo ha marcado desde los once metros y el Getafe ha despertado a la bestia. El Madrid, que llevaba toda la reanudación soñando con la Torre Eiffel, el Louvre y las pastelerías de la plaza de Batignolles, ha tenido que volver a la realidad y a Madrid.

Siempre les quedará París

La emoción ha durado hasta que Cristiano ha dicho "basta". El portugués ha rematado un centro de Marcelo y se ha apuntado su decimocuarto gol en los últimos ocho partidos. La mejor noticia en Valdebebas es que su pistolero llega a punto para el primer gran duelo a muerte de la temporada. La peor, seguramente, es que Bale (pese al gol) y Benzema no están en consonancia con él.

El Madrid consigue una victoria de más valor moral que numérico. Con la Liga prácticamente perdida, Zidane y los suyos cogen fuerzas para encarar la primera final de la temporada contra un PSG que sueña con la remontada. Después de los millones de euros invertidos, los parisinos no se pueden permitir el lujo de caer por segundo año consecutivo a los octavos de final de la Champions League. La suerte está echada.