Cuando se cumplieron 50 años del golpe de Estado contra el presidente chileno Salvador Allende, en Santiago de Chile se estrenó la exposición Cómo diseñar una revolución: la vía chilena al diseño. Esto fue en 2023 en el Centro Cultural La Moneda, en el sótano del Palacio de Gobierno. Este año la exposición se ha trasladado al Disseny Hub de Barcelona, donde podrá verse hasta el 16 de noviembre. Tiempo atrás entrevistamos a su sobrina, la escritora Isabel Allende, y también publicamos sobre los homenajes que la comunidad chilena de Barcelona dedica al político asesinado

Salvador Allende y el Gobierno de la Unidad Popular (1970-1973)

Chile a finales de los sesenta: la estética y la ética de una revolución

En 1970, el socialista Salvador Allende ganó las elecciones chilenas con un 50% de los votos, de modo que la sociedad chilena estaba muy polarizada entre la izquierda y la derecha. A diferencia de lo que había ocurrido en la Unión Soviética o en Cuba, la Unidad Popular en Chile llegó por la vía democrática, sin guerrillas ni el uso de las armas. Allende es el primer marxista que accede al poder por la vía democrática. El "Chicho", como también lo llamaban, lideraba una coalición de izquierdas desde finales de los años sesenta, la misma década dorada de la Nueva Canción Chilena: Víctor Jara y Violeta Parra ya cantaban su compromiso político y lo difundían a través de la discográfica de las Juventudes Comunistas de Chile.

No hay cambios políticos radicales sin cambios culturales previos: no solo era una música o unos discursos concretos, sino que también se generó una estética

Empezaba a sonar el rock experimental con raíces folclóricas. Con la victoria política de Allende, que culminó este cambio cultural que ya apuntaba a la reforma hacia el socialismo, también se creó la Industria de Radio y Televisión o IRT, que fabricó electrodomésticos y tocadiscos diseñados en Chile. Así emergió y se extendió a los hogares chilenos el modelo de televisor Antú, diseñado fuera de Chile pero fabricado por la IRT chilena. No hay cambios políticos radicales sin cambios culturales previos: no solo era la música de Jara, Parra o del grupo Quilapayún —comenzaba a impulsarse la música indígena—, sino que también se generó una estética a partir de las carátulas de los discos y de los murales que empezaron a cubrir las paredes de pueblos y ciudades. Una ética es una estética, y a la inversa.

La exposición Com dissenyar una revolució: la via xilena al disseny a Barcelona. Júlia Bacardit.

Manual de instrucciones para hacer un país nuevo

El objetivo del nuevo Ejecutivo de Allende era proteger el interés público y mejorar las condiciones de vida de la población. Se pusieron en marcha reformas de todo tipo y la maquinaria de la propaganda para construir un país nuevo, una sociedad más igualitaria y justa, menos dependiente del extranjero que les daba la espalda. Primero se nacionalizó el cobre, y después vinieron el resto de nacionalizaciones, como por efecto dominó: los trabajadores presionaron para nacionalizar la industria textil. Allende era médico cirujano, y entendía la economía de forma anatómica: para que funcionara, debía hacerlo con la misma armonía con que funciona un cuerpo humano sano. La euforia se contagiaba, pero el Estado era débil y, de repente, tuvo que hacer frente a muchas nacionalizaciones. Además, el país estaba fragmentado, con la población concentrada en zonas concretas. Había mucho trabajo por hacer y era necesario organizarse.

El proyecto Cybersyn aspiraba a crear un sistema de toma de decisiones que facilitara la gestión de la economía nacional, como la ciencia de datos actual

Para ello, Allende contactó con el padre de la cibernética y puso en marcha un proyecto muy ambicioso: el del primer internet socialista o proyecto Cybersyn. Para la ocasión, Allende contrató al consultor cibernético británico Stafford Beer, que en la exposición explica a través de una pantalla en blanco y negro en qué consistía Cybersyn. El objetivo era encontrar la manera más eficiente de funcionar a escala gubernamental, un sistema de toma de decisiones que facilitara la gestión de la economía nacional. En la exposición hay una pantalla en la que el propio Stafford Beer habla del proyecto Cybersyn, y esto interesará a cualquiera que haya indagado un poco en la ciencia de datos, hoy en día tan presente. Lo que hacía Beer era lo mismo que hacen las grandes empresas para optimizar su eficiencia: recopilar en bases de datos información obtenida sobre el terreno, como por ejemplo miles de datos sobre la producción y el funcionamiento de una fábrica, para luego introducir esos datos en un procesador que los convierte en estadística y, por lo tanto, en información muy valiosa.

Para revertir la alta tasa de desnutrición infantil, se puso en marcha una campaña que ofrecía medio litro de leche a cada mujer embarazada y a cada bebé

Con el ascenso al poder de Allende también llegó el boicot económico, y la tasa de desnutrición infantil en Chile era de las más altas del mundo. Para revertirlo se puso en marcha una campaña emblemática que consistía en repartir medio litro de leche a todas las mujeres embarazadas y a todos los bebés del país. La lotería del Estado invirtió parte de sus ganancias en imágenes visuales obra de Waldo González y Mario Quiroz, que dibujaban figuras de niños en contrapicado como símbolo de un pueblo bien nutrido, con la fuerza necesaria para transformar el país. En esta misma línea de trabajo esencial, el gobierno chileno también profundizó en la reforma agraria, una de las primeras prioridades si se quería construir un país nuevo y al margen de las influencias extranjeras. Se impulsó el diseño y la fabricación de máquinas sembradoras y recolectoras, y se elaboraron trípticos informativos para los campesinos, en los que se les explicaba cómo utilizar la nueva maquinaria y también otras cuestiones prácticas, como la prevención de enfermedades en animales, por ejemplo. El hombre detrás de esos trípticos era Santiago Nattino, colaborador activo en la campaña electoral que había llevado a Allende al poder. La suerte de Nattino terminó en 1985, cuando el régimen de Pinochet lo secuestró y asesinó.

El 11 de septiembre de 1973 se puso fin a la vida de Salvador Allende y al sueño socialista de Chile

Si hubo una discográfica propia y reformas agrarias y de nutrición y protección de la infancia, otra de las obsesiones del gobierno de Allende fue extender el uso de la lectura. En un momento determinado, en Chile se llegaron a publicar tantos libros como personas había en el país. Al igual que ocurrió con la música, el origen de esta inquietud tiene un nombre propio: la editorial Nacional Quiamantú, surgida a raíz de la nacionalización de la empresa privada Zig-Zag –una de las nacionalizaciones que se produjeron como un efecto dominó después de la del cobre. Zig-Zag llevó la lectura más allá de los estratos sociológicos habituales, convirtiendo a una masa de la población que hasta entonces eran lectores pasivos en ciudadanos críticos.

La vía de Allende, la vía de Castro y la contrarrevolución

Durante los años sesenta, Salvador Allende mantuvo una relación con el dictador comunista cubano Fidel Castro. La amistad propició una visita de Castro a Chile que marcaría un antes y un después en el gobierno de Allende: a raíz de esta visita se empezó a preparar la contrarrevolución que llevaría a finales de Allende. El chileno, en el poder desde 1970, era partidario de velar por el pluralismo ideológico; Castro creía que Chile era demasiado democrático, que “daba demasiado aire” a la oposición. Volvamos al principio: en Chile la revolución no se había impuesto por la fuerza, y el líder cubano creía que la fuerza y la represión del enemigo interno eran indispensables. Por su parte, el presidente estadounidense Nixon temía una alianza demasiado estrecha entre Allende y Castro: la operación Cóndor para poner fin al comunismo e ideologías emparentadas en Latinoamérica estaba en marcha. A partir de 1971, la derecha chilena empezó a organizarse, y el 11 de septiembre de 1973 se puso fin a la vida de Salvador Allende y al sueño socialista de Chile.