El historietista, dibujante e ilustrador Miquel Fuster ha muerto a los 78 años de edad, según ha informado este jueves la fundación Arrels. Durante 15 años tuvo que malvivir en la calle, y la fundación le ayudó a salir de la intemperie y dedicarse los últimos años de su vida a explicar que vivir en el raso no es una cosa normal. Hijo de aragoneses, Fuster nació en Barcelona el 7 de febrero de 1944 e inició su carrera profesional a los 16 años, cuando entró a trabajar como aprendiz en la Editorial Bruguera, para ingresar después en la plantilla de la agencia Selecciones Ilustradas, donde se especializó en cómic romántico. Durante los años 70 siguió trabajando para Norma Editorial, pero en 1987 un incendio fortuito en su casa y su adicción al alcohol lo empujaron a vivir en la calle.

Durante 15 años, entre 1988 y 2002, malvivió paseando por las calles de Barcelona y otros municipios, como Reus (Baix Camp), y obtenía algún recurso vendiendo acuarelas de toros y flamencas para los turistas, hasta que finalmente tuvo que empezar a pedir limosna. En el 2003, con poco más de 40 kilos de peso -medía 1,82 centímetros-, encontró apoyo en la Fundación Arrels, que lo ayudó a dejar el alcohol y le ofreció una habitación donde empezar a pintar. En diciembre del 2007 empezó a publicar los esbozos de sus vivencias en un blog y aceptó la oferta de editorial Glénat de recogerlas en un álbum y en el 2009 obtuvo el reconocimiento de la Generalitat, que le otorgó una mención de honor en los XXVII Premios Serra y Moret al Civismo.

Autor de varias novelas gráficas, Miquel Fuster utilizó su obra para dar a conocer a la ciudadanía qué significa vivir en la calle, y en los últimos años, a través de su blog personal, lo explicó a centenares de estudiantes y jóvenes. También organizó exposiciones con sus ilustraciones y colaboró en numerosas acciones impulsadas desde Arrels. El último proyecto en el que colaboró fue '#Visibles', con un mural de gran formato con su fotografía que actualmente ocupa la fachada del centro cívico Cotxeres-Casinet, en el barrio de Sants, donde había vivido.

"Vivo mi pasado en mi presente. La vida aborrecible que viví ayer tiene continuación en lo que relato hoy. Es el drama existencial de los lanzados en la calle. Es la sordidez de una tragedia personal vertida a la mayor de las miserias que, cualquiera que lo haya sobrevivido, quedarán grabadas en su rostro y en su alma por el resto de sus días", relataba Fuster en sus intervenciones. El ilustrador definía vivir en la calle como estar "en un mundo inconexo, enigmático, en un silencio y en una soledad inexplicables, con una tensión que presagia acciones de una violencia incontenible. Un mundo lleno de represalias, de aflicción y de dolor".