Barcelona, algún día del año 1397. Culminaban las obras de la Casa de la Lonja, también denominada Lonja de Mar. Después de cuatro décadas de obras y de interrupciones y de un siglo de proyectos y de reivindicaciones; Barcelona, cabe-y-casal del estado más poderoso del Mediterráneo; inauguraba el templo del comercio marítimo, el nervio que explicaba el proceso de construcción y la empresa expansiva catalanas que se habían producido desde el año 1000. La Casa de la Lonja era la expresión de la resiliencia de las clases mercantiles catalanas a los grandes episodios críticos que habían golpeado el mundo.

La Casa de la Lonja se convertiría en un gran centro de negocios: albergaría el Consulado de Mar (el organismo pionero del derecho marítimo internacional y coordinador de los consulados catalanes esparcidos por todo el Mediterráneo); la Sala de Contrataciones (la gran lonja de los negocios de la ciudad y del país); la Aduana de los Trapos (el gran distribuidor de productos de lujos), y la Tabla de Cambio (el primer banco público de la historia). No se explica el protagonismo medieval catalán en el Mediterráneo, ni la participación catalana en la empresa americana, sin la Casa de la Lonja.

La Casa de la Lonja era la expresión de la resiliencia de las clases mercantiles catalanas a los grandes episodios críticos que habían golpeado el mundo

¿Por qué una Lonja de Mar?

Al principio de la centuria de 1300, Barcelona —con Venecia y con Génova— era uno de los tres grandes centros mercantiles del Mediterráneo. Pero no disponía de un gran espacio físico habilitado para negociar y contratar. Los comerciantes extranjeros (de la península italiana, de las orillas sur y este del Mediterráneo y del Atlántico norte) y los catalanes; tenían que negociar en los porches del Born o a los hostales de la Ribera. Las élites del estamento mercantil, que equivalía a decir las de Barcelona, ambicionaban construir un gran edificio de negocios en la medida de un centro internacional de negocios. Los actores que intervienen en aquella inversión; revelan la arquitectura del poder a la Catalunya de la plenitud medieval: la cancillería real, el Consejo de Cien (el gobierno municipal); y el Consulado de Mar (el organismo jurisdiccional del estamento mercantil).

¿Por qué a pie de playa?

A mediados de la centuria de 1300, la línea de la costa de Barcelona discurría sobre los actuales paseos de Colón y de Isabel II. En aquella época, la ciudad no disponía de un puerto convencional; y los barcos mercantes (los leños, las cocas y las naves) fondeaban en una bahía natural formada por un brazo del suelo —llamado "lo Morro"— que discurría bajo el actual Pla de Palau; y que culminaba en una isla —renombre "Maians"— situada bajo el actual Mercado de la Barceloneta. El terreno escogido, era un páramo medio arenoso e insalubre, donde había plantaciones "las horcas" para ejecutar a los condenados a muerte. Pero era delante del puerto y abierto en el mar (en aquel momento, todavía no se había construido la Muralla de Mar); y ofrecía muchas posibilidades. Después de una breve negociación con Pere de Montcada, propietario del terreno, se inició la construcción del edificio.

Barcelona —con Venecia y con Génova— era uno de los tres grandes centros mercantiles del Mediterráneo

¿Qué se hacía en la Lonja?

El objetivo principal de la Lonja era ofrecer un espacio físico para los negocios. En la Sala de Contrataciones se concentraron los principales mostradores comerciales de Barcelona y del Mediterráneo. Se situó un almacén de las mercancías más lujosas y demandadas de la época. Y, en un extremo de la misma sala (entre la puerta primigenia de la calle Consolat, entonces calle de los Cambios; y la puerta de salida al patio) se instaló la Tabla de Cambio de Barcelona, el primer banco público de la historia (1401). La Tabla de Cambio, propiedad del Consejo de Cien barcelonés, fue la apuesta del gobierno municipal de la época para recuperar el papel protagonista de Barcelona y de Catalunya en el contexto mediterráneo y europeo; que había quedado tocado por la mortífera Peste Negra (1348-1351) y por los terribles Pogromos contra la minoría judía catalana (1391).

¿Qué más se hacía a la Lonja?

Pero también se quería que la Lonja fuera la sede definitiva del Consulado de Mar, el organismo que, desde 1262, detentaba la jurisdicción en los barrios marítimos de la ciudad; que legislaba y administraba justicia entre los mercaderes catalanes y no catalanes que se habían acogido a su jurisdicción; y que coordinaba la cincuentena larga de Consulados de Catalanes (delegaciones del Consulado de Mar) dispersiones por todas las orillas del Mediterráneo. A pesar de su nombre, la actual Sala de Cónsules de la Lonja, situada en el piso superior del edificio gótico (encima de la Sala de Contrataciones) fue un almacén de mercancías. Los miembros del Consulado de Mar se podían reunir en cualquier dependencia de la casa. De hecho, los defensores (dirigentes), jueces, y hombres del mar (copartícipes o armadores) sentían la Lonja como la casa madre de su gremio.

La Tabla de Cambio fue la apuesta para recuperar el papel protagonista de Catalunya en el contexto mediterráneo

La Casa de la Lonja y la empresa americana

Siempre se nos ha dicho que los catalanes de la época no tuvieron ninguna participación en la empresa colombina. Y eso es totalmente falso. Sabemos, por ejemplo, que una tercera parte de la tripulación del primer viaje (1492) era catalano-valenciana; y que una tercera parte del primer destacamento europeo en América (Fuerte Natividad) era catalano-valenciano. Pero en el segundo viaje (1493); la presencia catalana era, todavía, más visible. Ballestero, Pané, Boïl, Margarit, Torres y otros jugarían un destacado papel en aquella empresa. Y esta participación se negociaría a caballo entre Sant Jeroni de la Murtra, residencia de los Reyes Católicos (diciembre, 1492 – abril, 1493) y de Colón (abril–mayo, 1493); y de la Casa de la Lonja. Fueron ocho "hombres del mar" catalanes, del Consulado de Mar, que botaron la Marigalant, la nave capitana del segundo viaje.

¿Qué más pasó en la Casa de la Lonja?

La Lonja fue el gran espacio físico de intercambio comercial y cultural entre Catalunya y sus socios mediterráneos. Y la casa central —el punto nuclear—, de los Consulados de Catalanes, los puntos terminales sobre el territorio de aquella potente red de representación y de intercambio. Pero, también, fue una fábrica de iniciativas. En 1477, el Consulado de Mar, inició las obras del primer puerto convencional de Barcelona: el Muelle de la Santa Creu, que acabaría arruinado por un episodio continuado de tormentas. Doscientos veinte años más tarde (1697) serían un grupo de «hombres del mar» que, a título particular, recuperarían el Muelle de la Santa Creu. Aquel espigón ya no se arruinaría; y se convertiría en la génesis del actual puerto de la ciudad. Barcelona debe su puerto —su puerta en el mundo— a aquellos "hombres del mar" que en el siglo XVIII, todavía conservaban el espíritu del Consulado.

La Lonja fue el gran espacio físico de intercambio comercial y cultural entre Catalunya y sus socios mediterráneos