El fracaso de la opa del BBVA al Sabadell, que solo consiguió una aceptación del 25,33%, sorprendió a casi todo el mundo. Pero lo que no fue una novedad fue el rechazo mayoritario a la entidad de origen vasco, ya que ninguna quiniela vaticinaba que superara el 50%, especialmente después de que se conociera la bajísima aceptación por parte de los clientes accionistas, y casi todo el mundo especulaba con una segunda opa.

Hay varias claves que explican este resultado, tanto económicas y financieras como políticas y sociales. Era una operación complicada porque tenía a casi todo el mundo en contra, y ni el PP y el PNV se pusieron bien. Solo el lehendakari vasco, a última hora, dijo que sería una buena operación para Catalunya y para Euskadi. Pero tampoco convenció a los inversores, ya que si excluimos al primer accionista particular del banco, David Martínez, y el 1% de minoritarios clientes, del resto, contando el 60% de institucionales, Carlos Torres solo convenció a poco más de un 20%.

Las patronales y los partidos catalanes

El empresariado catalán se posicionó desde el inicio frontalmente en contra de la opa sobre el banco que preside Josep Oliu. Con contundencia y continuidad. Foment y Pimec no han parado, en este casi un año y medio, de decir y repetir que sería un mal negocio para las empresas del país y para Catalunya. Otras instituciones, como la Cámara de Comercio y el Círculo de Economía, también se han mostrado contrarios o han destacado los posibles. De hecho, han llevado sus reclamaciones a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) y allí donde ha hecho falta.

La oposición de los empresarios y su insistencia ha ido creando un clima en contra de la operación en la sociedad catalana, lo cual ha influido también en la clase política. Quien más claro lo ha tenido desde el principio ha sido Junts; con menos intensidad, ERC, y de forma muy tímida, el Gobierno de Salvador Illa.

Los comerciantes y la experiencia de Unnim

Las patronales representan a las empresas, pero el tejido productivo es muy diverso. Y la oposición de la gran mayoría de empresarios, empezando por los más pequeños, los tenderos, ha sido clave. El Sabadell es uno de los bancos con los que más trabajan, y se sienten cómodos porque está muy enfocado a la pyme y la empresa. Pero además, suponía quedarse prácticamente sin oferta, ya que suelen trabajar con más de un banco y, sin el vallesano, el mercado hubiese quedado con tres: CaixaBank, el BBVA y el Santander, que en Catalunya no tiene una posición fuerte.

Además, todavía se acuerdan de lo que pasó con Unnim, que agrupaba las cajas de Sabadell y Terrassa, junto con la de Manlleu. Las absorbió el BBVA –antes de CatalunyaCaixa– y, según confiesan muchos empresarios, el trato ya no fue el mismo, perdieron el calor de una entidad cercana. Por eso, aunque la CNMC obligaba al BBVA a mantener condiciones, no confiaban en seguir trabajando con comodidad con el banco de origen vasco.

El accionista particular del Sabadell

El punto anterior es clave porque muchos clientes son también accionistas del Sabadell, especialmente en el Vallès y las áreas de influencia de la entidad. Y estos votaron mayoritariamente en contra. Y es que, como recordaba Jordi Casas, presidente de la Asociación de Accionistas Minoritarios del Banco Sabadell, en una entrevista a ON ECONOMIA, el pequeño accionista del Sabadell es muy particular.

 “En Sabadell hay muchas familias que están en el banco desde el principio. Esto pasa de padres a hijos, forma parte de la historia de las familias. Para muchos pequeños accionistas, el Sabadell es como una empresa familiar”, relataba. Casas incluso había visto oposición entre los clientes accionistas de otras zonas, como Galicia, Asturias y Alicante.

El gobierno español en contra y las condiciones

A los inversores no les gustan las intromisiones políticas, como remarcó David Martínez, y esta opa las ha tenido desde el inicio. El gobierno español se mostró frontalmente en contra, y aunque inicialmente se vio como un movimiento electoral –estábamos a las puertas de unas elecciones al Parlamento de Catalunya–, después se mantuvo. Carlos Cuerpo iba repitiendo que no permitiría la fusión y así lo hizo el Consejo de Ministros, aunque temporalmente, en los primeros tres años.

Esta posición del ejecutivo de Pedro Sánchez ha sido clave por las condiciones que ha puesto, que retrasarían las sinergias de la operación, pero también por la sensación de que, con una oposición política e institucional tan clara, sería muy difícil que saliera bien. Ya no eran solo el empresariado y la clase política catalana, sino también la política española.

Los riesgos de ir a la opa

Entrando ya en el terreno más puramente financiero, lo cierto es que ir a la opa tenía más riesgos que posibles beneficios, lo que explica que los inversores institucionales, es decir, fondos de inversión, también hayan dado la espalda a Carlos Torres. Hacía semanas que existía la sensación de que el BBVA no alcanzaría el 50%, sensación a la que el banco también contribuyó incluyendo en el folleto de la opa la opción de rebajar al 30% el umbral mínimo de aceptación. El escaso éxito entre el 30,8% de accionistas clientes lo acabó de corroborar.

Descartado, o casi, el 50%, ir a la opa era fiarlo todo a una segunda opa, y los números ya no salían. Una segunda opa tendría que ser en efectivo, lo que comportaría probablemente una ampliación de capital, quizás superior a los 10.000 millones de euros. Por lo tanto, los que hubieran ido a la primera, habrían perdido valor inmediatamente. Un mal negocio. Demasiado riesgo para poca recompensa. Carlos Torres iba repitiendo que superaría el 50% para convencer a los inversores, pero no lo logró.

El precio, el superdividendo y el proyecto en solitario

El riesgo de ir a la opa entronca con otra clave. No ir tenía muchos beneficios y poco riesgo: el Sabadell anunció un gran dividendo, que no se cobraría en caso de vender las acciones al BBVA. En cambio, quedarse sí que daba derecho a cobrarlo y, si hubiera habido segunda opa, después se podrían vender igualmente las acciones, pero en efectivo. Poco que perder y mucho que ganar.

Además, los inversores creen en el Sabadell en solitario. La evolución en bolsa de los últimos años –no solo la de los últimos 17 meses, marcados por la opa– lo corrobora, y los informes de los analistas así lo dicen, ya que dan recorrido al alza a la acción.

Torres ha reiterado estos meses, cuando se le preguntaba por la prima negativa de la opa, que la acción del Sabadell caería si la operación no salía adelante. Este viernes lo veremos, pero o los inversores no lo creen o no les importa: entre lo que ya ha subido, el dividendo y el recorrido a medio y largo plazo, consideran que vale la pena quedarse como accionistas del banco que preside Josep Oliu.