Ni falta que les hace: aunque se especula estos días con la posibilidad de que Rusia haya echado mano del K-329 Belgorod, su gigantesco submarino nuclear, para sabotear el Nord Stream, lo cierto es que tienen muchas otras armas más manejables para perpetrar esa tropelía y otras muchas: disponen de submarinos capaces de operar a profundidades extremas y cuentan hasta con sumergibles similares a drones aptos para sabotajes como el que se supone ha sufrido el Nord Stream. De todos modos, en Rusia niegan la mayor y culpan….a Estados Unidos

Bajo una capa de hormigón

Que estamos ante un sabotaje, nadie lo duda: las tuberías del Nord Stream son de acero y están recubiertas de una capa de unos 11 centímetros de hormigón, pero tienen un punto débil: si entra agua, se oxidan y no hay más solución que cambiar los tramos dañados. Y lo hacen porque nadie pensó en la posibilidad de utilizar acero inoxidable (más caro) o recubrir el interior de las tuberías con un polímero. Quizá, proceder así era un seguro de vida: Rusia quería tener una manera fácil y simple de cortar el grifo alegando que alquien muy malo y perverso había saboteado una infraestructura que, aunque importa mucho a Europa, no complica para nada la vida a Rusia si se queda fuera de servicio.

Múltiples posibilidades

Klavesin

El sabotaje de una infraestructura así no es muy complicado: basta con tener explosivos y medios suficientes para llevarlos hasta el fondo del Báltico y Rusia tiene múltiples opciones. Utilizar submarinistas es, seguramente, lo más barato, pero con una explosión como la que se detectó hace pocos días no parece lo más inteligente a no ser que la vida de tus soldados te importe muy poco. Descartada esta opción, quedan otras más tecnológicas: pequeños submarinos similares a drones dirigidos desde un barco fondeado en la zona bastaban aunque, también, podrían haber utilizado un vehículo submarino autónomo más grande (disponen de uno denominado Klavesin) programado desde una base en tierra y lanzado a una misión suicida. Qué sucedió, nunca lo sabremos, pero la Armada sueca ha detectado ingenios submarinos rusos de pequeño tamaño muchas veces en la zona. Los vieron en 2014, lo localizaron en 2017 y volvieron a detectarlos en 2018. De momento, los rusos nos han demostrado ya de lo que son capaces. Eso si han sido ellos, claro, porque, aquí, hasta el más tonto construye un reloj de cuco.