El descomunal huracán Melissa, de categoría cinco —la más alta—, ha castigado Jamaica este martes con una fuerza devastadora. Con vientos que superan los 280 km/h, el ciclón ha dejado un rastro de destrucción: inundaciones masivas, deslizamientos de tierra e infraestructuras arrasadas. Más de medio millón de personas se han quedado sin luz, mientras el presidente de la isla, Andrew Holness, ha declarado todo el país zona catastrófica. El temporal ha tocado tierra por la zona de Westmoreland, al suroeste, y ha atravesado la isla en diagonal hasta St. Ann, al norte. Las regiones más castigadas son Clarendon, Manchester y Saint Elizabeth, donde muchas comunidades han quedado completamente aisladas: carreteras cortadas, puentes destruidos y montañas de barro cubriendo las calles.

Según el Centro Nacional de Huracanes de los Estados Unidos (NHC), el centro del ciclón continúa avanzando lentamente hacia el noreste, dejando un panorama desolador a su paso. El balance provisional habla de siete víctimas mortales en el Caribe: tres en Jamaica —dos mientras intentaban cortar árboles por precaución y otra electrocutada— y el resto en Haití y la República Dominicana. Mientras el país intenta resistir, un grupo de hombres y mujeres desafían el peligro para comprenderlo mejor: los cazadores de huracanes. Son miembros del Escuadrón de Reconocimiento Meteorológico de los Estados Unidos, una unidad especial de la Fuerza Aérea que vuela directamente dentro del ojo de los huracanes para obtener datos cruciales.

Cómo se vigila un huracán desde dentro

Los cazadores de huracanes son equipos de expertos formados por pilotos, científicos, meteorólogos e ingenieros que tienen la tarea de estudiar los huracanes volando directamente dentro de estos. Los aviones que utilizan están equipados con radares de gran potencia para obtener imágenes tridimensionales del centro de la tormenta. Son aviones como el WP-3D Orion y el Gulfstream IV-SP, que están preparados para soportar las condiciones extremas de un huracán, incluyendo vientos huracanados, lluvias intensas y turbulencias severas. Esto permite a los científicos entrar en el huracán y ver cómo evoluciona. Estos vuelos pueden durar muchas horas, a menudo desafiando las condiciones más duras que cualquier aeronave pueda encontrar. Durante las últimas horas, hemos podido ver unas imágenes donde los cazadores de huracanes de la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica) atraviesan el núcleo del huracán Melissa.

La misión principal de los cazadores de huracanes es recopilar datos meteorológicos cruciales que no se pueden obtener desde los satélites u otros instrumentos convencionales. Estos equipos vuelan hacia el ojo del huracán, la región central de la tormenta, donde el tiempo puede ser relativamente tranquilo pero rodeado de las condiciones más severas. Una vez dentro, utilizan instrumentos como las sondas de viento, dispositivos que se lanzan desde el avión y caen a través del huracán. Mientras caen, estos instrumentos miden variables como la presión atmosférica, la temperatura, la humedad y la velocidad del viento a diferentes altitudes.

Estos datos son fundamentales para hacer predicciones más precisas sobre la trayectoria y la intensidad del huracán. Los cazadores de huracanes ayudan a mejorar los modelos meteorológicos utilizados por los científicos y las agencias gubernamentales para tomar decisiones críticas sobre evacuaciones y medidas de protección para las comunidades en riesgo. Sin estos datos, las predicciones serían mucho menos precisas, lo cual podría poner en peligro la vida de muchas personas.

Otro aspecto importante de su trabajo es la investigación científica. Además de recopilar datos operativos para las predicciones, los cazadores de huracanes también ayudan a comprender mejor la dinámica interna de los huracanes y otras tormentas tropicales. Por ejemplo, han contribuido a comprender mejor cómo se forma un huracán, cómo se mueve y por qué algunos se vuelven mucho más destructivos que otros.

Además, los cazadores trabajan en colaboración con otras agencias, como el Servicio Meteorológico Nacional y el Centro Nacional de Huracanes, para asegurar que los datos que recogen se utilizan rápidamente en las predicciones oficiales. Esto permite a los gobiernos locales y estatales prepararse mejor y organizar las evacuaciones u otras medidas de seguridad para proteger a las personas en zonas vulnerables.

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