El verano del 2025 ha llegado con una nueva tendencia a las redes: vídeos de gente defecando dentro de piscinas como si fuera una broma. Las piscinas municipales de varias localidades catalanas han tenido que cerrar temporalmente los últimos días a causa de un aumento de incidentes provocados por este tipo de actos incívicos. Este comportamiento, difundido en forma de reto viral a las redes sociales, ha encendido las alarmas entre los gestores de instalaciones y las autoridades sanitarias, que recuerdan que la broma puede acabar en brotes infecciosos, sanciones económicas y cierres forzosos.

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¿Es la broma viral un riesgo serio para la salud pública?

Es una situación tan desagradable como real: un bañista deja excrementos dentro de la piscina, de manera intencionada o accidental, y en pocos minutos se ordena el desalojo y la clausura de las instalaciones. Pero, más allá de la reacción instintiva de rechazo, hay motivos sanitarios muy sólidos que justifican una actuación inmediata y contundente. Lo que algunos ven como una "gamberrada", para las autoridades sanitarias es un hecho grave que pone en riesgo la salud colectiva.

Según el Decreto 95/2000 de la Generalitat de Catalunya, el agua de las piscinas tiene que estar libre de microorganismos patógenos y no tiene que contener sólidos en suspensión ni elementos que comprometan la salubridad. El excremento humano, en cambio, puede contener millones de bacterias, virus y parásitos, especialmente si la persona sufre alguna infección digestiva.

Un estudio recientemente publicado en la Revista Latinoamericana de Infectología Pediátrica alerta que solo 100 gramos de excremento pueden liberar hasta 10¹⁴ patógenos entéricos dentro del agua, como E. cuele, Giardia, Cryptosporidium o virus como los de la hepatitis A y E. Estos microorganismos pueden resistir los desinfectantes si no se hace una actuación rápida, y contagiarse fácilmente si alguien ingiere una pequeña cantidad de agua contaminada —una situación habitual, especialmente entre niños.

Los técnicos sanitarios alertan de que una sola evacuación puede requerir el cierre inmediato de la piscina afectada, limpiezas especiales, vaciado parcial o total y tratamientos químicos intensivos. Es decir, horas o días de trabajo y una afectación directa a centenares de usuarios.

¿Es obligatorio cerrar una piscina si alguien defeca?

El Decreto 95/2000 de la Generalitat de Catalunya prevé que, cuando el agua deja de cumplir los criterios sanitarios, el responsable de la piscina o el ayuntamiento tiene que suspender la actividad hasta que se restablezca la seguridad. Se trata de una medida cautelar pensada para proteger la salud pública.

No aplicar estas medidas, o hacerlo tarde, puede considerarse una infracción grave o muy grave, con multas considerables e, incluso, el cierre forzoso de la instalación.

¿Se puede multar el responsable del acto vandálico?

Aunque el decreto no prevé multas directas para el bañista que defeca, los ayuntamientos pueden actuar a través de las ordenanzas de civismo y salubridad pública, y aplicar sanciones si se demuestra intencionalidad o reincidencia. En casos extremos, se podría llegar a considerar un atentado contra la salud pública.

Además, la mayoría de instalaciones tienen un régimen interno visible donde se indica que determinadas conductas comportan expulsión inmediata y comunicación a los servicios municipales. Por lo tanto, hacerse el gracioso puede salir muy caro. Un acto que parece una broma de mal gusto puede dejar una piscina horas o días fuera de servicio, con pérdidas económicas, molestias a decenas de personas y un riesgo real de contagio.