La retención de líquidos puede ocasionar muchas molestias y a la larga, dificultar el correcto funcionamiento de la circulación sanguínea. Por lo general, se produce debido a un mal funcionamiento del drenaje corporal. El organismo presenta una serie de síntomas como hinchazón, pesadez de piernas, debilidad, palpitaciones, calambres musculares, sobrepeso, celulitis y malestar en general.

Algunas personas pueden tener predisposición genética para retener líquidos, mientras que otras desarrollan este problema debido a trastornos hepáticos, cardiovasculares, renales o debido al uso de un tratamiento farmacológico con este efecto secundario. El embarazo y la menopausia pueden provocar también alteraciones hormonales que deriven una retención inadecuada de líquidos y, en ocasiones, factores que tienen que ver simplemente con nuestros hábitos pueden desencadenar este trastorno tan molesto: una mala alimentación, un exceso de sal en las comidas o la falta de ejercicio.

Retención de líquidos

La buena noticia es que se pueden seguir unos consejos sencillos para mejorar la circulación y prevenir o reducir de forma considerable esta retención.

El primero consejo para evitar la retención de líquidos es reducir el consumo de sodio en la dieta y aumentar el de verduras, hortalizas, fruta, legumbres, especialmente los que tienen un alto nivel de potasio en su composición, pues el potasio ayuda a eliminar líquidos. Existen muchos alimentos que tienen efectos diuréticos como el apio, la alcachofa, la coliflor, las endibias, la cebolla, el ajo, el melón, la sandía, la piña, la pera, la manzana, el melocotón, las uvas, el plátano y el perejil.

Las principales fuentes de potasio son las frutas y verduras frescas. Por eso es recomendable el consumo de calabacín, espinacas, coles, brócoli, alcachofas, mandarinas, fresas, sandía, cítricos, cerezas y plátano. En el caso de las frutas y verduras se aconseja una ingestión diaria de unos 400 gramos, unas cinco raciones diarias aproximadamente que se pueden distribuir entre las comidas o a media mañana o tarde o bien en zumos durante el día. Los alimentos a evitar son aquellos ricos en grasas animales y los aceites vegetales como la margarina o el azúcar blanco.

Existe la creencia equivocada de que si se quiere favorecer la eliminación de líquidos no se debe beber agua, pero lo cierto es que, al margen de la cantidad de líquido que se ingiera, nuestro cuerpo se encarga de mantener el equilibrio eliminándola por otras vías, como por ejemplo la orina. En cambio, si no se bebe el agua suficiente pueden derivarse otros problemas como el estreñimiento o los problemas en las articulaciones. Los médicos recomiendan consumir al día de 1,5 a 2 litros.

Vaso agua

En cuanto a la actividad física, el ejercicio cardiovascular o aeróbico es el más indicado para favorecer la circulación sanguínea, pues con esta práctica el corazón utiliza más oxígeno de lo habitual y puede bombear más sangre en cada latido y estimular el aparato circulatorio. Las actividades más aconsejables son andar, correr, montar en bicicleta, nadar o bailar, y debe realizarse un mínimo de 20 minutos de ejercicio cardiovascular tres o cuatro días por semana. Antes de comenzar, lo ideal es dedicar 5 a 10 minutos al precalentamiento, es decir a realizar movimientos suaves que aumenten levemente la frecuencia cardiaca y que eviten la posibilidad de lesiones.

Por último, también es aconsejable hacerse de vez en cuando un drenaje linfático manual, una técnica que se incluye dentro de la fisioterapia y objetivo es activar el sistema linfático y drenar la acumulación de líquidos y sustancias de deshecho en los tejidos mediante masajes manuales en zonas determinadas de nuestro cuerpo.