La asertividad es una palabra que está de moda. Se refiere a la capacidad de comunicarse de forma clara acerca de nuestras opiniones, necesidades y emociones. Es una forma de compartir tu opinión sin juzgar a los demás por las suyas.

Los expertos en psicología hacen mucho hincapié en la necesidad de trabajar personalmente en este concepto, porque es muy útil para evitar y resolver conflictos de forma colaborativa, bien esa en las relaciones de pareja, familia, amistad o laborales.

Precisamente esta cuestión está cobrando cada vez más relevancia para crecer en el mundo profesional, como demuestra la investigación de título Estudio de la relación entre la Comunicación Asertiva y la Satisfacción Laboral de la Universidad de La Laguna.

Aunque la comunicación asertiva a menudo requiere más tiempo y consideración que la comunicación más pasiva o agresiva, este esfuerzo adicional generalmente vale la pena. En primer lugar, porque protege nuestras necesidades. Los límites nos permiten establecer aquello en lo que nos sentimos o no cómodos, expresando emociones con claridad y utilizando estos sentimientos para guiar los códigos de cualquier relación. Cuando tomamos decisiones por uno mismo sobre lo que hacemos o no, respetamos y hacemos respetar nuestras necesidades. Crear límites firmes y recordárselos a los demás cuando sea necesario, ayuda a mantener el control en situaciones potencialmente desafiantes y reduce los sentimientos de resentimiento y frustración.

Además genera confianza. Es más probable que las personas confíen en una persona cuando saben que sus respuestas son sinceras y directas. La comunicación pasiva a menudo conduce a mentiras piadosas o mentiras por omisión. Tal vez no se esté mintiendo directamente, pero la vaguedad comunicativa deliberada puede causar daño. Incluso si hacemos esto para evitar expresar sentimientos y así evitar conflictos, es posible que se vuelva en contra y los demás tengan dificultades para volver a confiar en uno mismo. En cuanto a la comunicación demasiado agresiva, aunque no es deshonesta, puede asustar o alienar a los demás, lo que también puede dañar la confianza.

Otro beneficio es que previene el estrés. Tanto la comunicación pasiva como la agresiva impiden exponer sus necesidades y ceñirse a los límites de una manera clara, lo que generalmente conduce a un sentimiento de ansiedad, resentimiento e incluso agotamiento con el tiempo.

Una respuesta pasiva, como “claro, lo que sea, no me importa”, podría prevenir un conflicto en el momento. Pero al final se genera una frustración que daña la relación. Esa molestia a menudo se traduce en comportamientos pasivo-agresivos a destiempo, como enfados inoportunos o comportamientos sarcásticos.

Por último, comunicarse asertivamente puede hacer aumentar la autoestima y aumentar la satisfacción en las relaciones desde el primer día. Cuando uno se siente cómodo haciéndose valer, es más probable que desarrolle relaciones con personas que respetan sus necesidades y se sienten seguras al expresar sus propios sentimientos.

Trabajar en la asertividad puede reportar muchos beneficios

Pero si la comunicación asertiva no te resulta natural, existen técnicas que pueden ayudarte a acostumbrarte a hablar por ti mismo. En primer lugar, identificando por qué se tiene problemas para dar a conocer las opiniones a los seres queridos o se tienen dificultades para defenderse frente a personas nuevas. Otros pueden responder de manera agresiva cuando se sienten amenazados o cuando las conversaciones se acaloran.

Identificar estas áreas es una manera de dar los primeros pasos hacia un enfoque de comunicación más equilibrado. También hay que aprender a reconocer los propios sentimientos. Es difícil expresar necesidades y opiniones cuando no tienes una idea definida de cuáles son exactamente. Tomarse un tiempo para el autodescubrimiento puede ayudar en este sentido. ¿Qué nos hace sentir bien? ¿Qué nos hace sentirnos infelices o estresados? ¿Qué es lo que nos gustaría hacer? ¿Qué desearíamos no tener que hacer? Son preguntas que deberíamos hacernos para saber comunicarnos bien con los demás.

Hay ocasiones en las que es necesario la ayuda de un especialista, pero en cualquier caso, debería intentarse, porque los beneficios son palpables.