El 19 de junio de la 2017 Barcelona sobrevivía como podía a una ola de calor. Los termómetros registraban temperaturas récord e Interior activaba las alertas por riesgo de incendio. Pero en la plaza Sant Jaume el foco de atención continuaba en el pulso con el Estado para sacar adelante el referéndum del 1-O. Aquel lunes se celebraban los 30 años del atentado de Hipercor con un acto institucional en el barrio de Sant Andreu de Barcelona. El lehendakari, Iñigo Urkullu, viajó a la capital catalana para participar en aquella cita. Antes, sin embargo, se reunió con el president, Carles Puigdemont, en el palau de la Generalitat en lo que explicó como una visita institucional.

Urkullu y Puigdemont ACN

En realidad, fue un encuentro de cuatro horas, según ha explicado Urkullu este miércoles en el Supremo, durante el cual Puigdemont le relató la situación de bloqueo en las conversaciones con el Estado y le pidió que interviniera para encauzar una salida acordada con el gobierno de Mariano Rajoy.

Aquella misma tarde, el lehendakari se reunió con la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, en la sala de autoridades del aeropuerto de El Prat para explicarle la conversación que había mantenido con Puigdemont y solicitar un encuentro con el presidente español. Era el comienzo de la discreta y larga intermediación del político vasco en el conflicto catalán.

Reunión con Rajoy

Al día siguiente fue el mismo Rajoy quien se puso en contacto con Urkullu. El resultado de aquella conversación se concretó un mes más tarde, el 19 de julio, cuando el político vasco se trasladó a la Moncloa para mantener una reunión en secreto de dos horas con el presidente español. El tema de la cita fue "exclusivamente" la situación en Catalunya.

A partir de aquí la actividad de mediador del lehendakari se multiplicó. El conseller Santi Vila se convirtió en uno de los contactos prioritarios dentro del Govern, pero también se activaron las conversaciones con diferentes representantes políticos, sociales y económicos catalanes.

Todavía habría una segunda reunión del lehendakari con Puigdemont, también en Barcelona, el 26 de agosto, aprovechando los actos convocados a raíz del atentado en Barcelona y Cambrils. En este caso fue un encuentro más breve, pero se complementó con múltiples conversaciones a lo largo del mes de septiembre.

Conversación con Rajoy

El 6 de septiembre después de horas de debate y reyerta parlamentaria, la Cámara catalana había aprobado la Ley del Referéndum, y el día siguiente, 7 de septiembre, se abría el debate de la ley de Transitoriedad Jurídica y fundacional de la República. La temperatura en el Parlament se disparaba mientras se impulsaba en Madrid una operación de represión que incluía el aparato judicial y las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.

El 20 de septiembre, el lehendakari se preparaba para abrir el debate de política general al parlamento vasco cuando supo que la Guardia Civil había entrado en la conselleria de Economía de la Generalitat y se estaba produciendo una concentración de miles de personas ante el departamento, en el cruce de Rambla Catalunya con la Gran Vía, en protesta por la intervención judicial.

En el último momento, Urkullu decidió cambiar su discurso para abordar la situación en Catalunya. Desde la tribuna del Parlamento de Vitoria emplazó a Rajoy a negociar con el Govern. Al día siguiente conversó por teléfono con el presidente español aprovechando una pausa en el debate en la cámara vasca.

"Todo se estaba yendo de las manos", recordaba esta semana sentado ante el presidente de la sala, Manuel Marchena, y en respuesta a preguntas del abogado Francesc Homs. Urkullu advirtió al jefe del ejecutivo español que había que medir todos los movimientos para no provocar una fractura social. De Rajoy consiguió el compromiso que se aseguraría la actuación "mínima" y con la máxima atenció en todo aquello de que se hiciera.

Rajoy no recuerda

De todo ello, Rajoy aseguró el miércoles que no recordaba demasiado lo que ocurrió a lo largo de un sorprendente forcejeo con el abogado Jordi Pina en el cual tuvo que intervenir el presidente del tribunal. De hecho, intentó evitar confirmar las conversaciones con Urkullu aunque no las negó. Lo que sí quiso dejar claro es que "no había habido ningún mediador de nada".

"Me llamó mucha gente, s algunos los vi personalmente. Con otros hablé por teléfono. Tiene que entender que es muy difícil recordar si hablé personalmente, por teléfono o a través de mensaje. Es muy difícil porque ha pasado un tiempo. Y ya le digo, fue mucha gente", respondió Rajoy ante la insistencia del abogado Jordi Pina y después de recordarle que estaba respondiendo a preguntas bajo juramento.

En cambio, el relato del lehendakari no sufre ninguna laguna en la memoria. Detalló ante el tribunal como a partir de aquel momento, 20 de septiembre, se adentró en un remolino de contactos, conversaciones y mensajes con muchos agentes y en todos sentidos.

Y llegó el 1 de octubre. Las cargas policiales, el paro de país. El 4 de octubre el lehendakari recibió llamadas del presidente del PNV y de la secretaria general del PSE, las dos formaciones que integran el gobierno vasco. Su objetivo era abordar planteamiento de diálogo compartido con otros presidente autonómicos.

A lo largo de aquel día, 4 de octubre, habló también con Puigdemont otra vez y, de nuevo, con múltiples agentes catalanes. Las apelaciones a su intermediación se multiplicaron.

4 propuestas de acuerdo

El líder vasco planteó diferentes propuestas en la búsqueda de un acuerdo. Hasta 4 alternativas hizo llegar a la Moncloa y a la plaza Sant a Jaume. Abordaban un primer paso en un esquema de diálogo, a partir de una distensión en el conflicto y un pacto sobre la metodología de las conversaciones planteadas en un horizonte de tres meses y a partir de la constitución de una mesa de negociación integrada por tres representantes del gobierno y tres de la Generalitat. El punto de partida era descartar tanto la DUI como el 155.

Urkullu asegura que encontró en Puigdemont "siempre" receptividad y disposición al diálogo. Así lo demostró dejando en suspenso la declaración de independencia el 10 de octubre.

El 16 de octubre el juez Pablo Llarena envía a Jordi Sànchez y Jordi Cuixart a la prisión. A pesar de todo, los contactos entre los dos presidentes continúan a través de mensajes escritos que se intercambian los días 20, 21, 22 y 23 de octubre.

El 26 de octubre, después de una larga madrugada de conversaciones del Govern, los grupos independentista y las entidades, Puigdemont convoca a los diputados de JxCat para comunicarles la disolución del Parlament y la convocatoria de elecciones y anuncia una comparecencia en la galería gótica para hacer pública la decisión. Antes de la comparecencia, a las diez y cinco de la mañana, conversa telefónicamente con Urkullu para comunicarle su decisión.

A aquella hora la voluntad del president de convocar elecciones era ya conocida. Al igual que las protestas de diputados del grupo y las escenas de tensión que se habían vivido durante la reunión. Fue el momento en que apareció el famoso tuit de Gabriel Rufián sobre las 155 monedas y la decisión de diputados de CDC de romper el carné. En la plaza Sant Jaume se comenzó a concentrar gente y desde la galería gótica se escuchaban las proclamas en contra de la convocatoria electoral.

La comparecencia se pospondría y Puigdemont acabaría desistiendo de disolver la Cámara. A las dos de la tarde conversa de nuevo por teléfono con el lehendakari. Le comunica que no puede soportar ni la presión de su grupo parlamentario, ni la presión en la calle. El 27 de octubre el Parlamento de Catalunya declara la república catalana como Estado independiente.