Poca cosa en las portadas de hoy. La de El Periódico prometía porque habla de una conjura de entidades económicas que quieren "salvar inversiones", como la ampliación del aeropuerto del Prat, o motivar al Estado español a que gaste efectivamente lo que compromete en los presupuestos —en el 2021, las inversiones no ejecutadas en Catalunya son más del 60% de las presupuestadas. Explica el diario que mueven la operación entes como la Cambra de Comerç de Barcelona, la patronal soberanista FemCat, Fira de Barcelona, el RACC, Barcelona Global, etcétera. Son instituciones beneméritas que reúnen buenos nombres y mejores intenciones, pero que hasta ahora han demostrado una capacidad de unirse tendente a cero y una eficacia para presionar al gobierno español tendente a cero. Que no se ofenda nadie. Está muy bien montar comidas y encuentros, conjurarse para aplaudir al Rey de España y publicar toneladas de informes, estudios y propuestas. Sin embargo, hechos son hechos, la última operación de envergadura de este mundo, que antes se llamaba reverencial y admirativamente "la burguesía catalana", fue el acto del IESE de marzo del 2007 donde se reclamó la gestión autónoma del Prat y su puesta a punto como plataforma intercontinental. Estaban en aquel acto, además de los lobis, clubs y salotti buoni ya mencionados, 860 empresas, todos los pesos pesados y medios de la economía productiva del país. No pasó nada ni se movió nada la aguja del interés del Estado español y de sus aparatos por el Prat y menos todavía por Cercanías, el Puerto de la Barcelona o el corredor mediterráneo.

Quince años después, todo está peor. ¿Qué puede conseguir una conjura de instituciones más o menos ornamentales si no se han implicado las empresas? Ya me explicarás. El Periódico, en una información uno tanto confusa y sin fuentes acreditadas —nadie quiere dar la cara, son todo "conversaciones" y "encuentros"—, dice que la movida apenas ha arrancado y recuerda, para animar los espíritus, que la Copa del América de vela se celebrará en Barcelona, que estamos mal pero vamos bien y tal pascual. Mira. Tal vez vale la pena no perder la esperanza, aunque los precedentes son tristes. Si no va bien, siempre puedes culpar a los independentistas o a la misma Catalunya, "un tejido social, económico y político complejo, en el marco de un territorio densamente poblado, que frena y dificulta el desarrollo de las obras públicas", como decía el otro día La Vanguardia en un editorial. Al resultado de todo aquello se le llamó  primero "desafección" y de aquí vino el referéndum del 1-O, que hace aparecer esta conjura como una actualización del Memorial de Agravios de 1885. De lo que vivimos desde octubre de 2017 ya te acuerdas y/o lo sufres. Esperemos que este grupo de instituciones tendrá en cuenta el valor de su representación —nadie los ha votado— y la existencia de instituciones políticas catalanas, que sí tienen mandato democrático. Suerte y aciertos a los próceres que promueven esta "alianza sobre asuntos básicos de país", como la llama el diario.

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