Llama la atención la fotografía espalda contra espalda del President Pere Aragonès y de Raquel Sánchez, la ministra de Transportes. La publican La Vanguardia y El Punt Avui y es difícil de entender por qué no lo hacen los otros dos diarios de Barcelona, que carecen de mejor alternativa gráfica. Si lo hicieron porque sospechaban que la de Aragonès y Sánchez la daría todo el mundo —un razonamiento típico en las redacciones— podemos decir sin miedo que no han acertado. La foto es un emblema de la relación de ambos gobiernos, envenenada por la pobre ejecución de las inversiones presupuestadas en 2021 (y siempre) por el Estado en Catalunya. La sustancia, sin embargo, la encontrarás en la portada de El Periódico, que promete mucho: la lista de las obras bloqueadas. Dice el diario que la parálisis inversora del Estado se centra en 20 proyectos. La mayoría son infraestructuras dependientes del ministerio de la señora Raquel Sánchez, exalcadesa de Gavà. Lo explica Germà Bel en un artículo en Ara, donde recuerda que el ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana y sus organismos "representan más del 90% de la inversión del Estado presupuestada en Catalunya". Ese ministerio ha ejecutado el 30% de las inversiones presupuestadas en Catalunya, seis puntos por debajo de la media de los ministerios al completo. Bel también explica que "de las inversiones realmente pagadas por el Estado se ha ejecutado el 26%, y –dentro de esas– las del sector ferroviario no han llegado al 20%". Ahora mismo debes preguntarte, muy inquieto, qué habría pasado si el titular del ministerio no fuera catalán.

En fin, lástima que El Periódico no haya puesto la foto en cuestión, que habría redondeado una portada excelente. Porque lo es. La información que promete, curiosamente, da respuesta a una demanda que La Vanguardia hacía en su editorial del martes. "Sería muy oportuno analizar a fondo, de una vez por todas, lo que sucede con la gestión y ejecución de las obras públicas en Catalunya", dice el editorial con un deje de indignación. Según el diario de los Godó, "no todo, ni mucho menos, es culpa de Madrid. En la misma Catalunya tenemos también gran parte de culpa de lo que sucede". La falta de ejecución de los presupuestos del Estado se debe a "un tejido social, económico y político complejo como el catalán, en el marco de un territorio densamente poblado, que frena y dificulta el desarrollo de las obras públicas". Porque "resulta muy difícil de pensar que pueda existir una mano negra que frene desde Madrid las inversiones públicas en Catalunya, ya aprobadas y presupuestadas". La prueba, según La Vanguardia, es que "[en Madrid], al igual que en muchas otras comunidades autónomas, la inversión programada en los presupuestos del Estado se ejecuta con celeridad y eficacia [y] en Catalunya se colapsa". En resumen, son los defectos de Catalunya —se diría que sistémicos— los culpables y/o causantes de la cosa.

Quizás te preguntas quién es el miserable (o miserables) que escribe este editorial, de donde le viene el autoodio. Es la pregunta equivocada y no sólo por el injusto juicio de intenciones que incluye. La buena es en qué información —datos, cifras, etcétera— se basan esas acusaciones y sospechas. La respuesta es que en ninguna. Si vas a la información de El Periódico, advertiràs de que la responsabilidad es muy específicamente del gobierno español y del aparato del Estado —y no hay que denominarlo "mano negra", como La Vanguardia, un recurso retórico infantil y sudado para ridiculizar la posición contraria antes de que se formule. Se conoce muy bien y está abundantemente documentado quién es el responsable de esos desastres desde que el arbitrista Narcís Feliu de la Penya publicó el Fénix de Cataluña en 1683, sin olvidar los informes de Francesc Flos, Guillem Graells o Francesc P. Fàbregas ni, claro, el Memorial de Greuges de 1885, cuna del catalanismo políticamente mayoritario hasta la Década Soberanista. Qué pena y qué vergüenza que el diario de referencia de Catalunya —y también uno de los agentes del "tejido social, económico y político complejo" que dificulta en el Estado ejecutar las inversiones ¿no?—, haya sido incapaz de probar con periodismo las acusaciones y sospechas que extiende gratuitamente en la editorial. Ha hecho bueno el dicho: Más malo que pegar a un padre.

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