Entre los relatos de los testigos del juicio al procés en el Tribunal Supremo hubo una constante: los motivos por los cuales los testigos de la Guardia Civil y el CNP justificaron la violencia con la que habían actuado el 1-O y para avalar el delito de rebelión con el alzamiento necesario que enmarcaban también en la concentración del 20-S.

De momento, sin embargo, aun el relato encendido de algunos de los testigos que han comparecido hasta ahora, no aparecen ni las "caras de odio y rabia" que describieron en el Supremo, ni la descripción del "tumulto", ni el pretexto que la multitud "iba armada con paraguas" el 1-O.

¿Qué ha cambiado en este juicio? ¿Por qué no sacan toda la artillería en este juicio al major de los Mossos, Josep Lluís Trapero, la intendente Teresa Laplana, el ex-director general de la Policia Pere Soler y el ex-secretario general de Interior César Puig?

Ni siquiera la secretaria judicial del juzgado de instrucción 13 quiso tensar más la cuerda, aunque volvió a decir que "como ser humano que era, era normal que tuviera miedo", pero ya no lo hizo medio llorando, como sí que teatralizó en el juicio del Tribunal Supremo. Ni siquiera apuntó directamente a Carme Forcadell, de quien aseguró en el primer juicio que había estado delante del Departament d'Economia el 20-S alentando a la multitud. De hecho, en su declaración de esta semana en la Audiencia Nacional, matizó el relato diciendo que le dijo un agente de la Guardia Civil que estaba Forcadell, ya sin asegurar que incluso había oído su voz, como hizo ante el Supremo.

¿Qué pasa?

Para contextualizar el actual relato de los hechos, en el que los testigos se basan en la inacción de los Mossos d'Esquadra para avalar que Trapero estaba conectado con el Govern para sacar adelante el referéndum haciendo uso de la policía catalana, que era considerada como una de las estructuras de estado que figuraban en el documento Enfocats, los testigos hacen valer que el dispositivo con binomios estaba pensado para no poder impedir el referéndum, que las actas que se levantaron se manipularon y que se diseñaron con el objetivo de "hacer ver que hacían alguna cosa" y que no se activaron las unidades de orden público cuando las fuerzas y cuerpos de seguridad lo requirieron y que, por eso, Guardia Civil y CNP intentaron detener el referéndum a porrazos.

El principal matiz, o cambio sustancial, que hay en todas las declaraciones, es que ya no se ataca a los votantes, ni a los que se concentraron delante de la Conselleria d'Economia el 20-S ni en los puntos de votación el 1-O, para mostrar un ambiente "pre-revolucionario" los días previos al referéndum, como describió el jefe del dispositivo en aquel momento de Barcelona del CNP, Juan Manuel Quintela.

Su declaración de esta semana, comparada con la del 2 de abril del 2019 ante el Supremo, es claramente diferente. También ha desaparecido de la declaración de Daniel Baena Tácito el clima insurreccional que describió en el juicio al Tribunal Supremo. El 26 de marzo del 2019 explicó que la conflictividad máxima tuvo lugar los días 20-S, 1-O y 3-O. "La situación en Catalunya era un polvorín. Aquellos días todos los policías que teníamos un mínimo de responsabilidad sabíamos que cualquier incidente pequeño podía derivar en una escalada incontrolable, y afortunadamente no fue así", declaró.

En su declaración en la Audiencia Nacional remarca que antes del 20-S no hubo violencia, que después el clima cambió, y que sobre todo con la aplicación del 155 se acabaron las movilizaciones. Pero no pone adjetivos exagerados y centra su acusación en una supuesta reunión secreta entre Carles Puigdemont y Josep Lluís Trapero que después las defensas se encargaron de desmontar.

El cambio de versión de los testigos, o la rebaja de las descripciones, tiene que ver con la sentencia del 14 de octubre del 2019, en la cual el tribunal no ve el delito de rebelión y además no tiene en cuenta los testimonios encendidos de los guardias civiles y los agentes del CNP. El relato del miedo, o del terror en algunos de los casos, que explicaron los policías con las descripciones de cómo los atacaban los ciudadanos que había en los puntos de votación "con cara de odio y rabia" y con "escupitajos", no se tuvo en cuenta por el tribunal presidido por Manuel Marchena a la hora de valorar los delitos que habrían cometido los acusados ni a la hora de fijar las condenas.

De hecho, la sentencia claramente dice que no los tuvo en consideración: "Los diversos centenares de testigos que declararon en el plenario ofrecieron una versión filtrada por una profunda carga emocional". Como la declaración de un guardia civil calificando de "delincuentes" a los votantes del 1-O.

Y ante este hecho, los testigos que comparecieron en el juicio del Tribunal Supremo y que ahora tienen que volver a declarar en la Audiencia Nacional lo han obviado y están rebajando el relato. No se pueden arriesgar a que su testimonio no sea válido y centran sus esfuerzos en intentar demostrar cómo Trapero actuó en connivencia con el Govern para hacer posible el referéndum y desobedecer las órdenes de la Fiscalía y el TSJC. De momento, sin embargo, no ha quedado demostrado que los Mossos d'Esquadra se mantuvieran pasivos ante los hechos del 20-S y el 1-O y que no pusieran todos los medios para cumplir las órdenes respetando, eso sí, los principios de proporcionalidad que, al mismo tiempo, también exigía la magistrada Mercedes Armas en su auto.