"Se trata de una práctica habitual en el ámbito de las relaciones diplomáticas y consulares". Así ha contestado el Gobierno español cuando ha sido preguntado sobre la destitución del cónsul honorario de Finlandia en Barcelona, Albert Ginjaume, el febrero pasado. La cuestión la ha formulado el senador de Bildu Jon Iñárritu, que pedía las razones por las cuales se había solicitado al país nórdico su cese.

En la respuesta por escrito, el Gobierno español argumenta que "puso varias veces en conocimiento de la República de Finlandia el comportamiento reiteradamente inadecuado e incompatible" de Ginjaume, que creen que "puede afectar al buen desarrollo de la relación bilateral". Es en este punto que lo defiende como una "práctica habitual".

En algunos casos son los mismos países quienes lo hacen, y en otros casos, sostiene el ejecutivo de Rajoy, "España ha tenido que poner en conocimiento de ciertos Estados el comportamiento inadecuado de ciertos cónsules honorarios". Asegura que es el mismo caso que los cónsules de Letonia, Bulgaria y Filipinas, que "habían mostrado reiteradamente un comportamiento no compatible con el desarrollo de sus funciones consulares".

El Gobierno español no da ningún detalle más sobre la destitución de Ginjaume. Fue cesado después de nueve años en el cargo después de haber invitado a la alcaldesa de Sant Cugat, Mercè Conesa, para explicar la tarea de la Diputación de Barcelona al cuerpo consolar de Barcelona.

En una entrevista en El Nacional, posterior a su cese, Albert Ginjaume desmintió las acusaciones de hacer proselitismo independentista y denunció que "el Estado español quiere que la única opinión válida sea la suya". Y puso un ejemplo, de otro personaje a quien habían invitado a comer: "En su parlamento, el presidente de Freixenet tocó aspectos políticos, y no pasó nada".