Incendio tras incendio. Como si se tratara de un ejercicio ensayo-error, Josep Borrell ha ocupado los últimos 16 meses el cargo de ministro de Exteriores del Gobierno saltando de conflicto en conflicto. A veces ha querido apagar el fuego y ha salido airoso, pero en otras ocasiones las llamas se han propagado más allá de las fronteras del Estado. Ya ratificado como jefe de la diplomacia de la Unión Europea por la nueva comisión Von der Leyen, la etapa de Borrell en el ejecutivo español será recordada por haber capitaneado una cruzada contra el independentismo, haber provocado tensiones internacionales y por más de una rabieta que han protagonizado portadas de la prensa.

A las puertas de encarar el nuevo reto como vicepresidente de la Comisión Europea y máximo representante de la política exterior de la UE, Borrell asegura que se siente "especialmente satisfecho" del trabajo hecho, como declaró este jueves en la presentación de un libro que recopila los artículos que ha escrito en su período como ministro.

No hay que ir lejos para constatar que la máxima preocupación de Borrell desde que tomó posesión hace un año y medio ha sido proyectar la imagen de la unidad del Estado y su integridad territorial. Lo ejemplariza la constante persecución a la política exterior del Govern, hasta el punto de conseguir que el TSJC haya paralizado cautelarmente la apertura de tres nuevas delegaciones de la Generalitat en el extranjero aceptando los argumentos que dio su departamento. Borrell ha tocado todas las teclas a su alcance, ha impuesto vetos a altos cargos y ha roto más de una relación institucional.

El antiproceso

Borrell no ha dado tregua a la persecución de delegaciones del Govern en el extranjero y ha presentado recurso a su apertura ante el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya. Siempre ha abanderado que su obligación es que "se cumpla la ley de Acción Exterior Española" y en más de una entrevista ha reiterado que la conselleria de Exteriors de Alfred Bosch persigue el único objetivo de "promover las tesis del secesionismo".

La maniobra más sonada se destapó con el espionaje de las oficinas de Londres, Ginebra y Berlín durante meses. El Ministerio de Exteriores encargó a las embajadas españolas del Reino Unido, Suiza y Alemania que siguieran de cerca e hicieran informes sobre las acciones de las delegaciones y del conseller Bosch para dar proyección al procés. A partir de sus informaciones elaboraron un informe que sirvió de prueba al abogado del Estado para pedir al TSJC que suspendiera la actividad de las delegaciones. En el documento se recoge información de reuniones, actos e incluso llamadas.

El escándalo no tardó en propagarse por el continente hasta llegar al parlamento de Westminster, donde el diputado Hywel Williams —del partido nacionalista galés Plaid Cymru— puso el grito en el cielo y avisó de que miembros de la cámara legislativa británica "habían sido espiados por agentes" del Gobierno, hecho que consideraba "vergonzoso".

Otra ofensiva de Borrell contra el procés catalán se difundió a través del organismo denominado España Global, la anterior Marca España. El órgano elaboró un dosier de unas 70 páginas que recoge un conjuntos de argumentos "para combatir las tesis independentistas". Como esta campaña, el órgano también ha impulsado vídeos y material gráfico para convencer el mundo de que la sentencia al procés es justa.

Igualmente sonada fue la movilización que Borrell hizo de varios profesores españoles para replicar el manifiesto que hicieron 41 senadores franceses a favor del procés catalán. El ministro publicó un texto donde argumentaba que España es una democracia y pedía a los senadores "que reconozcan la realidad de la democracia española y la independencia del Tribunal Supremo español".

Boicot a contactos internacionales

La diplomacia española también presionó para impedir una misión comercial escocesa en Catalunya y un viaje de empresarios catalanes a Edimburgo. España vetó primero una visita del Parlamento de Catalunya a Escocia antes de las elecciones generales del 28-A. El excónsul español en Edimburgo —ya cesado— Miguel Ángel Vecino recibió la orden del ministerio de Exteriores de impedir este viaje. Lo hizo en contra de su voluntad.

La mano derecha de Borrell, por otra parte, preguntó al excónsul si podía garantizar que los empresarios catalanes que viajaran a Escocia en un viaje comercial no serían independentistas. Ante su negativa, el jefe de gabinete de Borrell dijo que "para evitar sorpresas" el cónsul tenía que impedir esta visita y cualquier otra". La Cambra de Comerç de Edimburgo quería mejorar los lazos económicos con el estado español con un primer viaje a Barcelona, pero el excónsul la disuadió alertando de que después tendría "dificultades" para ser recibida en otras cámaras de comercio españolas.

Cónsules cesados y rupturas diplomáticas

Las rupturas diplomáticas han sido parte del ADN Borrell en el ejercicio de ministro de Exteriores. Han creado polémica la expulsión del cónsul honorario de Grecia en Barcelona, el delegado del gobierno de Flandes en el Estado español y el cónsul general español en Edimburgo. Ninguno de los tres ceses ha sido relacionados con motivos profesionales, sino para manifestar opiniones relacionadas con Catalunya.

Al cónsul honorario de Grecia le retiró el estatus de diplomático por "agravios a la bandera del Estado español" y por haber asistido a una manifestación de la Diada. Al delegado del Gobierno de Flandes por unas declaraciones del presidente del Parlamento flamenco que afirmaba que la existencia de presos políticos convertía a España en "incapaz de cumplir las condiciones para formar parte de una Europa democrática"; y al cónsul general español en Edimburgo por decir que una Escocia independiente podría volver a la UE.

Más escándalos

La sombra de las polémicas de Borrell en los últimos meses es larga. Los más recordados son el espectáculo en una entrevista en una televisión alemana que quiso parar en directo porque el periodista le ponía sobre la mesa encuestas que dicen que la mayoría de españoles quieren reformar la Constitución. También perdió los papeles en un debate donde dijo literalmente que en los EE.UU. no había problemas de integración porque "lo único que hicieron fue matar a cuatro indios".

Pero Borrell también ha denunciado haber sido víctima de una suplantación de identidad a través de la red LinkedIn. Según el socialista, los autores de la estafa pidieron dinero a los contactos que se han conectado al perfil falso a cambio de asistir a una conferencia.

El último mes también ha vetado por segunda vez a la Generalitat en el foro de la Unión por el Mediterráneo. El Gobierno y la Unión por el Mediterráneo decidieron no invitar —por segundo año consecutivo— al president de la Generalitat, Quim Torra, al foro para "no darle un escenario apropiado para que siguiera vilipendiando el buen nombre de España".

Y más allá de las fronteras españolas, la Cancillería rusa citó al embajador español en Rusia para expresarle su sorpresa y decepción por unas declaraciones de Borrell, en una entrevista donde consideraba las relaciones con Rusia, "nuestro viejo enemigo", "no amistosas.

Múltiples toques de atención

Los rapapolvos al ministro español han sido continuos. El último fue en nombre de la portavoz de la Comisión Europea, Mina Andreeva, que censuró al ministro en funciones de Exteriores por haber difundido información confidencial del expediente policial británico de la consellera en el exilio Clara Ponsatí.

El nombre de Josep Borrell ha aparecido también en cabeceras reconocidas, que han llenado titulares con los episodios esperpénticos de Borrell. The New York Times ha llegado a cuestionar la elección de Borrell como jefe de la diplomacia europea y le sacó los trapos sucios. El diario Politico destacaba que las disputas de Borrell con países como los Estados Unidos, Rusia, el Reino Unido o Israel pueden suponer una carga por su nuevo cargo. En el artículo recuerda que ha tenido un "gusto poco diplomático por el conflicto" o el presunto uso de información privilegiada para lucrarse personalmente cuando era consejero de Abengoa.

También el Govern de la Generalitat hizo una valoración pública horas después de que trascendiera el nombramiento de Borrell como máximo responsable de la diplomacia europea. La consellera de Presidència, Meritxell Budó, remarcó que "es un ministro que no ha parado de encender fuegos allí por donde pasaba".

Tal como dijo la consellera, el relato que el mismo Borrell ha alimentado contra Catalunya ha dejado de ser sólo un asunto interno y contrariamente a sus intenciones, el conflicto catalán ha entrado en el marco de debate del ámbito europeo.