El candidato demócrata a la alcaldía de Nueva York, Zohran Mamdani, ha ganado las elecciones con más del 50% de los votos, superando al candidato independiente Andrew Cuomo y al republicano Curtis Sliwa. Y, además de futuro alcalde de la metrópoli a partir 1 de enero, se ha convertido de la noche a la mañana en el político de moda en el mundo. Completamente desconocido hasta hace poco, logró la ciudadanía de Estados Unidos hace pocos años y, desafiando todas las convenciones, se ha presentado como socialista haciendo valer la diversidad de la ciudad en todos los ámbitos, desde el origen nacional o cultural hasta el feminismo o el movimiento LGTBI. Él mismo es musulmán, de ascendencia ugandesa por parte de padre e india por parte de madre.

No es la única elección que cuestiona que el futuro deba estar en manos de la derecha populista. En los Países Bajos, el líder de Demócratas 66, Rob Jetten, puede acabar presidiendo el nuevo gobierno tras la clara victoria en las elecciones de hace una semana. D66 ha logrado el mejor resultado de su historia y Jetten se perfila como el primer ministro más joven y abiertamente gay del país. Ah, por cierto, su pareja es el jugador de hockey formado en Terrassa Nico Keenan, que podría convertirse, por tanto, en el "primer caballero" de los Países Bajos. Su hermana Sofía juega todavía en el primer equipo femenino del Club Egara.

Estas dos elecciones —quedaos con la palabra elección— entroncan con el Nobel de Economía de este año. Joel Mokyr, Phillippe Aghion y Peter Howitt han sido premiados por explicar el crecimiento económico sostenido que ha experimentado el mundo desde la Revolución Industrial. La innovación tecnológica ha jugado un papel fundamental. Y esto es importante, pero sobre todo da pistas para el futuro. Porque el trabajo de los galardonados demuestra que el crecimiento económico no puede darse por sentado. Es necesario que la sociedad “vigile” los factores que generan y sostienen el crecimiento económico: la ciencia, la innovación, la destrucción creativa y una sociedad abierta al cambio.

La innovación es creativa, pero también destructiva. Y esta destrucción debe gestionarse de forma correcta

La introducción de un nuevo invento acaba afectando a las empresas que venden productos más antiguos. Es decir, la innovación es creativa, pero también destructiva. Y esta destrucción debe gestionarse de forma correcta para que la innovación no se vea bloqueada por empresas consolidadas y grupos de interés que podrían verse perjudicados. De eso va el mundo de ahora. De quienes quieren combatir los efectos negativos de la globalización y la destrucción creativa —que están ahí— no con recetas correctas, sino con nacionalismo, populismo e involución.

El Institut Català Internacional per la Pau acaba de hacer pública una encuesta en la que dice que los jóvenes —sobre todo hombres menores de 25 años— abrazan cada vez más ideas cercanas al autoritarismo y la extrema derecha. Desafección democrática, crítica al feminismo, negación de la violencia de género o la negación del cambio climático. Negación de la ciencia, negación de los cambios, cierre e involución que no son buenos socialmente, pero tampoco económicamente.

El optimismo es que el futuro depende de nosotros, de nuestras elecciones. El pesimismo es la base de la pirámide…